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La cabra baja del monte
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EL ESTRENO DE 'R3SACÓN' CIERRA LA TRIUNFAL TRILOGÍA DE 'RESACÓN EN LAS VEGAS'

La cabra baja del monte

Pocos espectáculos más paródicos que el de un grupo de cuarentones tratando de emular las hazañas nocturnas de antaño. Paródico y potencialmente catastrófico. Ideal, por tanto,

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La cabra baja del monte

Pocos espectáculos más paródicos que el de un grupo de cuarentones tratando de emular las hazañas nocturnas de antaño. Paródico y potencialmente catastrófico. Ideal, por tanto, para una comedia desbocada en la que todos nos podemos reconocer: ¿Quién no ha estado alguna vez roto en mil pedazos en un karaoke media hora antes de tener que, ay, levantarse a dar de desayunar a su hijo? Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009) filmó la debacle festiva de cuatro maduritos. La película hacía sangre donde más duele: se centraba en el día después de la gran bacanal, en las terribles consecuencias del naufragio lisérgico, recurriendo a una de las elipsis cinematográficas más gloriosas del cine contemporáneo.

Un circo de tres pistas de la inmadurez narrado con un ritmo demoledor que desmintió aquello de que no hay comedia sin altibajos: si la mayoría de los filmes cómicos necesitan respirar y bajar el pistón entre gag y gag, Resacón en las Vegas iba cuesta abajo y sin frenos de principio a final. Puede que sus imágenes hayan arrancado la mayor cantidad de risas histéricas de los últimos años, colofón cómico de una década en la que la comedia estadounidense vivió una nueva edad de oro con títulos gloriosos como Zoolander (Ben Stiller, 2001), Supersalidos (Greg Mottola, 2007), Tropic Thunder (Ben Stiller, 2008) o Adventureland (Greg Mottola, 2009). 


La película fue uno de esos raros casos en los que crítica y público se vuelven locos de alegría a la vez. La continuación tardó dos años en llegar y volvió a sacudir la taquilla: Resacón I y Resacón II son las comedias para mayores de 17 años más lucrativas de la historia en EEUU. La secuela no era tan buena, claro, pero tenía su gracia por su descarada condición de tomadura de pelo: era un calco de la primera parte con una única variación, saltar de Las Vegas a Bangkok. Todd Phillips había hecho un remake de su propia película. El juego era dar una vuelta de rosca a una cinta que ya era una vuelta de rosca en sí misma. Con las consecuencias previsibles: sus momentos estelares llegaban cuando lograba ponerse aún más macarra, pero bordeaba el agotamiento por sobredosis de dejà vu. La gracia estaba en el concepto: cuatro cuarentones atrapados para siempre en un bucle de desgracias cómicas nocturnas.

Otro remake del remake hubiera sido ya demasiado, si es posible aplicar el término "demasiado" a un universo tan excesivo como el de Resacón. La tercera parte, que se estrena este viernes, es definitivamente otra cosa, aunque siempre homenajeando al molde: mismos protagonistas y misma capacidad para meterse en líos bestiales, pero no debido a un nuevo arrebato nocturno, sino como efecto secundario de la farra original en Las Vegas. 

Todd Phillips apuesta ahora por poner toda la carne en el asador de la acción. Aunque la primera parte ya era un ejemplo modélico de cohabitación genérica (comedia más acción), Resacón 3 sube el nivel de decibelios. Las persecuciones acaban sepultando a la carcajada. Ya no se trata de recordar qué pasó anoche bajo una resaca infernal, sino de neutralizar a un grupo de mafiosos. Nuestros chicos se han convertido en unos inesperados héroes de acción chapuceros. Contra todo pronóstico Resacón 3 no es una comedia, sino un thriller. O por hilar más fino: no es una comedia de acción sino un thriller cómico. Si acaba siendo una película entretenida (aunque olvidable) no es a causa de sus gags, sólo tiene dos tremendos al principio, sino a la capacidad de Phillips para dar ritmo a la sucesión de tortazos.

“Alguien debería reducir este lugar a cenizas”, dice uno de los protagonistas al entrar otra vez en Las Vegas en los últimos compases. Todd Phillips regresa al lugar del crimen para cerrar el círculo. Algo que tiene consecuencias personales cruciales para sus personajes.

El tema principal de la Nueva Comedia Americana ha sido la tenaz resistencia a madurar de sus varones, y sus consecuentes derivas vitales grotescas. No es extraño, por tanto, que su personaje más emblemático haya sido el interpretado por Zach Galifianakis en Resacón en Las Vegas. Galifianakis es el tipo que subió la apuesta al mutar ese estilo de vida llamado inmadurez en algo literalmente patológico. Que al final de Resacón 3 Galifianakis dé muestras (aunque sean precarias) de querer asumir algún tipo de compromiso y responsabilidad demuestra que hasta aquí hemos llegado. Adiós a la saga Resacón. Aunque recuerden: la cabra tira al monte (atentos a los títulos de crédito).    

Resacón 3

Director: Todd Phillips
Reparto: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, John Goodman
Género: Comedia
Nacionalidad: EEUU
Duración: 100 minutos

Pocos espectáculos más paródicos que el de un grupo de cuarentones tratando de emular las hazañas nocturnas de antaño. Paródico y potencialmente catastrófico. Ideal, por tanto, para una comedia desbocada en la que todos nos podemos reconocer: ¿Quién no ha estado alguna vez roto en mil pedazos en un karaoke media hora antes de tener que, ay, levantarse a dar de desayunar a su hijo? Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009) filmó la debacle festiva de cuatro maduritos. La película hacía sangre donde más duele: se centraba en el día después de la gran bacanal, en las terribles consecuencias del naufragio lisérgico, recurriendo a una de las elipsis cinematográficas más gloriosas del cine contemporáneo.