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“La novela es política por naturaleza”
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JEAN ECHENOZ HABLA DE SU NUEVO LIBRO, ‘14’, SOBRE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

“La novela es política por naturaleza”

Los últimos clientes acaban de marcharse de la cafetería del hotel, los restos de los desayunos descansan sobre las mesas y el informativo trocea en silencio

Foto: “La novela es política por naturaleza”
“La novela es política por naturaleza”

Los últimos clientes acaban de marcharse de la cafetería del hotel, los restos de los desayunos descansan sobre las mesas y el informativo trocea en silencio las noticias en la pantalla gigante del comedor. Jean Echenoz (Orange, Francia, 1947) toma agua de un vaso de plástico. Traga la parte que menos le apetece pasar, una entrevista. Está en Madrid en un viaje relámpago para atender una charla que Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) le ha propuesto mantener en el Instituto Francés de Madrid para hablar de sus lecturas y escrituras.

En las librerías españolas todavía quema la magnífica trilogía que el autor francés ha dedicado en el último lustro a la vida de tres personajes tan reales como solitarios, que conocieron el éxito y la caída: el músico Maurice Ravel (1875-1937), del atleta Emil Zatopek (1922-2000) y del científico Nikola Tesla (1856-1943), en las novelas RavelCorrer y Relámpagos, respectivamente. Se han escapado sin etiqueta: ¿biografías o novelas?

Desde el pasado mes de octubre las librerías francesas cuentan con 14, su nueva novela, en la que entra en la piel de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y que Anagrama publicará aquí en septiembre. No encuentra motivos comunes entre sus anteriores ejercicios y el último. Quizás sólo una cosa: la novela como juego en el que lo real y lo falso se ensartan sin reglas.

En este vínculo, la trayectoria de treinta años como escritor, Echenoz destaca por fijar todas sus ficciones en un mapa real. La realidad es la base documental sobre la que imagina con precisión y detalle. Pero la realidad también es insuficiente. Su objetivo y creencia es el de la invención, el de la creación de ficciones, el de la construcción de personajes, aunque “nunca son del todo imaginarios, porque son puzles hechos con pedazos de personajes reales”.

La maldita realidad es caprichosa y volvió a apartarle de sus planes sin avisar. Al finalizar la citada trilogía declaró que no quería saber nada de las horas de documentación que emplea para levantar sus libros, nada que no tuviera que ver con un ejercicio contemporáneo de muñeca e imaginación. Pero entonces ocurrió lo inesperado, que es la parte invisible de las novelas.

¿Por qué decidió escribir sobre la Primera Guerra Mundial cuando había declarado que se tomaría unas vacaciones de la realidad?

Un libro siempre es un accidente. Hace dos años, después de la serie tres vidas, tenía ganas de retomar un proyecto de novela contemporánea. Pero más tarde fui a parar sobre unos papeles de una familia. Alguien había escrito un diario sobre la Gran Guerra, desde la movilización hasta la posguerra. Leí aquellos manuscritos, los transcribí y surgió el interés por aprender más sobre este tema. Mi interés fue creciendo progresivamente. Al principio sólo me importaba su lectura, pero luego quise escribirlo. No quise hacer una ficción, pero sí utilizar esas memorias anónimas en un hilo novelesco.   

Un libro siempre es un accidente¿Quiere decir que la novela nació de la curiosidad?

Sí, al principio era simplemente curiosidad, no pretendía que fuera un libro. Pero luego leí novelas sobre la guerra, libros de historia, busqué fotografías, escritos de supervivientes… no dejé de buscar información relacionada con el tema. Reuní bastante material y se terminó convirtiendo en una novela.

¿Cómo fue el encuentro con aquel material?

Tuve la impresión de caer sobre un objeto muy singular. Pero en realidad no lo era, porque hay centenares o miles de diarios como este. Sin embargo, encontrarse así con un cuaderno manuscrito, reescribirlo y verificar cada línea me introdujo en una especie de aventura.

Y un poco fetichista.

Sí que hay algo fetichista en todo eso.

¿Qué se puede aportar a un acontecimiento que ha sido tan contado?

Nada, simplemente presento un texto escrito a partir de testimonios que he ido leyendo. No sé si he aportado algo, simplemente quise hacerlo.

¿A qué libros se refiere?

He leído novelas escritas por combatientes en la guerra, tanto del lado francés como del alemán. Pero siempre eran relatos de escritores que habían vivido la contienda. Lo que me interesaba era escribir a partir de ese material, que no es lo mismo que vivir la experiencia.

Usted se mueve entre la verdad y la ficción, entre los hechos y las invenciones, las pruebas y la recreación. ¿Debe mantener siempre un vínculo con la realidad para sus ficciones?

Para mí, sí. Siempre llevo a cabo un gran trabajo de documentación e investigación antes de lanzarme a escribir. Hemerotecas, literatura, historia, fotografía, grabaciones, etc. Ya sea para hacer ficción pura o para un libro construido sobre una base real, siempre hay una labor de investigación previa. Es una parte del trabajo que me encanta.  Creemos hacer algo diferente con respecto al libro anterior y, sin embargo, volvemos a caer en los mismos temas una y otra vez

Antes hablaba de la aventura: ¿el aburrimiento es el mayor enemigo del escritor en sus tareas?

Todo escritor parece que se aventura en nuevos campos de escritura o pruebas con temas diferentes para cambiar un poco de aires. Prefiero aventurarme en terrenos desconocidos para evitar el aburrimiento, sí. Pero soy el primero en entender que los mismos temas de siempre vuelven a aparecer esté en el terreno que esté. Creemos que hacemos algo verdaderamente diferente con respecto al libro anterior y, sin embargo, volvemos a caer en los mismos temas una y otra vez. Puede que de manera inconsciente. El autor está condenado a ello, es desesperante.

Por cierto, ¿ha encontrado con el tiempo alguna relación entre los tres personajes de la trilogía?

Sí, al principio no lo veía en absoluto. Pero aquello que les vincula es la soledad: una vida robada por su obra y, en los tres casos, la grandeza de la caída de esos personajes, tanto desde el punto de vista social como político, físico o mental.

¿Calificaría sus novelas como políticas?

Evidentemente hay una dimensión política, en la medida en que la literatura forma parte de un vínculo social. La novela es política por naturaleza, porque es un objeto social, que intenta dar una visión del mundo. Pero mi trabajo personal no contiene proposiciones políticas en sí. Eso no es lo principal.

¿Cómo vive estos tensos momentos políticos y económicos?

Como cualquier ciudadano, ¿cómo lo haría si no? No hay razones para estar contentos o satisfechos con la situación.

No hay razones para estar contentos o satisfechos con la situación actual¿Ese malestar puede llegar a permear en sus libros?

Sí, en alguna ocasión, pero no es mi objetivo principal. Es muy probable que, en el momento de hacer una descripción del mundo, sí que se revela una visión catastrofista.

¿Puede estar condicionada la literatura por el malestar social?

Creo que sí.

¿Vive Jean Echenoz en una torre de marfil?

¡No! Vivo con la prensa, la radio y un poco la televisión. Sigo lo que pasa, por supuesto.

Los últimos clientes acaban de marcharse de la cafetería del hotel, los restos de los desayunos descansan sobre las mesas y el informativo trocea en silencio las noticias en la pantalla gigante del comedor. Jean Echenoz (Orange, Francia, 1947) toma agua de un vaso de plástico. Traga la parte que menos le apetece pasar, una entrevista. Está en Madrid en un viaje relámpago para atender una charla que Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) le ha propuesto mantener en el Instituto Francés de Madrid para hablar de sus lecturas y escrituras.