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“Necesitamos hablar, no una revolución”
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EL HISTORIADOR PETER LINEBAUGH RECUPERA UN LEGADO DEL SIGLO XIII A FAVOR DE LAS LIBERTADES

“Necesitamos hablar, no una revolución”

“El presidente Bush no es el único que ha olvidado sus lecciones de historia. Nosotros, los historiadores británicos, tampoco hemos hecho nuestro trabajo”,

“El presidente Bush no es el único que ha olvidado sus lecciones de historia. Nosotros, los historiadores británicos, tampoco hemos hecho nuestro trabajo”, asegura Peter Linebaugh (EEUU, 1943) en El manifiesto de la Carta Magna. Comunes y libertades para el pueblo (publicado por Traficantes de Sueños). La queja del autor es por el olvido en el que ha caído, como si fuera una reliquia feudal, el documento que Enrique, hijo del rey inglés Juan sin tierra, ratificó en 1217 y que prohibía las detenciones arbitrarias (habeas corpus) y las torturas, que establecía el proceso legal de los juicios e imponía un jurado formado por pares.

Pero también confirmó la Carta del bosque por la que se determina el uso de los comunes (los campesinos) de las tierras de pasto, frutos y caza del bosque, así como del uso de la madera para hogueras, barcas y casas. Los derechos y las libertades fueron vinculados en estas cartas que ampararon las revueltas igualitarias durante la edad moderna inglesa. Peter Linebaugh, discípulo de E. P. Thompson (1924-1993), es un especialista en fórmulas históricas y democráticas de gestión, ni estatales, ni mercantiles, que incluyen derechos colectivos. Estos días visita Madrid, Zaragoza y Barcelona con una gira de conferencias que arrancó el lunes en el Museo Reina Sofía.

¿La historiografía también sufre esta crisis financiera y de valores?

Por supuesto. Si visitas una librería norteamericana o inglesa verás que el asunto principal es la historia militar de la guerra. La historiografía actual, tanto la comercial como la académica, está asociada al comportamiento de la clase dominante, que son quienes manejan las guerras.

¿Y a qué debería dedicarse?

En el pasado, la historiografía era un proceso de investigación y descubrimiento de los sufrimientos irreconocibles de los seres humanos y de la condición esencial de los derechos de la mujer, del reconocimiento del trabajador, del reconocimiento de la gente de color…Era un relato que pretendía acabar con el discurso de la clase dominante del siglo XIX servido en instituciones como el ejército, la diplomacia y el dinero.La historiografía actual está asociada al comportamiento de la clase dominante

Es decir, que la historia ha dejado de interesar.

Claro, no da dinero. Antes la gente luchaba por ella, los estudiantes lo pedían y amenazaban con cerrar las universidades si no había un programa coherente. Había un reconocimiento en la universidad y en la educación secundaria. Ahora, la intención es cerrar universidades y cerrar librerías, borrar y acabar, en nombre de la austeridad, el tipo de historiografía que investiga de dónde venimos.

¿Cree que los historiadores conocen los problemas reales?

Los historiadores académicos vivimos aislados de los problemas de la gente común. Enseguida aprendemos a escribir para nuestros semejantes, más que escribir para aquellos que tienen sed de saber y conocer sobre su propio pasado. Aprender a eso requiere un compromiso con los problemas de la gente, porque tienen que escuchar antes que hablar.

Ese también es un problema del periodismo.

Desde luego. Los académicos utilizamos el término “periodismo” con carga peyorativa, pero caemos en sus mismos errores.

¿Cuál es el papel de la historiografía en la recuperación de esos derechos civiles?

Bueno, esta es la cuestión más profunda, el reto más necesario.

Tenemos tiempo, esto es Internet.

Para la clase dominante la historia no debería tener ningún papel. Escuchamos una y otra vez que debemos olvidar el pasado y crear algo nuevo. Nos dicen: “Historiadores callad, estamos hartos de vuestras guerras”. Es así, la historiografía está sometida a la clase política que sirve a las necesidades de la elite.Las incógnitas sin resolver son una forma de represión que los historiadores deben revelar

Menudo papelón.

Para nuestra historia, la historia del siglo XXI, tenemos que confiar en la creatividad del movimiento, porque este nos llevará hacia las tareas que debemos descubrir. Por ejemplo, cuando decido escribir sobre los colonos no lo hago porque haya tenido una buena idea. Escribo sobre ellos porque los campesinos de Oaxaca, en Chiapas, nos muestran por lo que están luchando y lo que quieren preservar.

¿Y en la historia están todas las respuestas a nuestros problemas?

La historia es un vasto territorio de incógnitas. Esta es una buena expresión, un vasto territorio de incógnitas. Toda persona que quiera puede descubrirlo, pero naciones como los EEUU enseñan a sus ciudadanos a aprender a reprimir ese conocimiento. Las incógnitas sin resolver son una forma de represión que los historiadores deben revelar.

¿Qué necesita el ciudadano para ser libre?

Lo primero es comer y luego ser moral. Primero las necesidades materiales, como la seguridad, la comida, el hogar, el conocimiento, el entretenimiento… son cosas necesarias. La cuestión de la seguridad es compleja porque la gente quiere tener un futuro.

El futuro pasa por la libertad, ¿pero cómo se llega?

Encontramos el camino al andar. No se puede escribir el destino hasta que no empecemos a andar hacia él. “Caminar preguntando”, y “hacer el camino al andar” [lleva apuntado en su libreta y trata de leerlo en castellano]. Es un proceso.

¿Y no una revolución?

¿Pero qué es una revolución? Revolución no es más que volver al mismo sitio una y otra vez. Pero necesitamos un descanso. No necesitamos una revolución, necesitamos hablar y tener asambleas.

Revolución no es más que volver al mismo sitio una y otra vez¿Y qué pasa con los culpables?

Esto no quiere decir que no exista una clase de criminales, de ladrones, de corruptos que nos quitan muchas cosas de nuestras vidas. Deben pagar, deben devolvernos lo que nos han robado. Necesitamos encontrar, y lo estamos haciendo, un sistema de relaciones sociales que no esté basado en las políticas capitalistas y la dictadura financiera que nos quita la vida, nos roba el trabajo y nos chupa la sangre.

Entonces, ¿esto es una crisis o un robo?

Es una crisis, por supuesto. Pero también es un robo de nuestros derechos, que nos exige desafiara las políticas actuales. Por eso la Carta Magna es una ley superior, porque abolió que se encarcelara a la gente de manera arbitraria y sin juicio. La justicia nos hace iguales, no es algo propio o especial de una clase social.

¿Cuándo decidió escribir sobre la Carta Magna?

Cuando EEUU invadió Irak olvidó deliberadamente la asamblea, el habeas corpus y recuperó la tortura y una formación corrupta y antidemocrática. Mi reacción ante aquello fue escribir sobre la Carta Magna. Con ella quería ayudar a despertar la conciencia de las personas sobre las necesidades constitucionales del presente.

Esto una crisis, por supuesto. Pero también es un robo de nuestros derechos¿El presente empezó hace 40 años?

Desde luego los últimos 40 años han sido la historia del neoliberalismo, la recuperación de la mercancía y la racionalidad del mercado como únicos principios de cualquier gobierno. Por eso es necesario y elemental el conocimiento de cualquier alumno estudiar a Adam Smith y Karl Marx para conocer en qué se basa la libertad de mercado. La libertad es una ilusión, porque llega a costa del sometimiento, de una forma u otra. Ya sabes, mientras te hablan de libertad de elección en el mercado, por otro lado está la guerra y la destrucción.

¿Tiene una lista de los políticos más perniciosos para los derechos civiles?

Bueno, esa es una buena pregunta porque muchas personas en 2008 en los EEUU creían que Obama liberaría a los prisioneros de Guantánamo… pero siguen las mismas políticas. Así que no tengo ninguna duda de que los diferentes políticos trabajan para proteger los beneficios de sus amos, quienes les pagan la enorme cantidad de dinero que requieren los derroches de la clase política actual.

¿Hay alternativas?

Personalmente creo que sí. Busco a los comunes para derribar los muros cerrados. Tenemos que construir y persuadir de que somos capaces de levantar alternativas, como está demostrando el movimiento Occupy [15M estadounidense], que nos enseña la necesidad de comenzar a andar ese camino para construirlas. No llegamos a la ocupación conociendo las respuestas, llegamos porque tenemos que encontrarlas.

¿Por ejemplo?

Tenemos que trabajar entre nosotros para volver comunes los medios de producción, los medios de vida y los medios de subsistencia. Esa es nuestra tarea ahora. Para mí es esencial para el futuro.

Parece que es un buen momento para recuperar la Carta Magna.

Lo es. Mira cómo en los últimos diez años en Latinoamérica se ha discutido sobre la reconstrucción de constituciones. En Norteamérica todavía no sucede.

¿Por qué se les pregunta tanto sobre el futuro a los historiadores?

Necesito estudiar más filosofía para contestar en ese sentido.

“El presidente Bush no es el único que ha olvidado sus lecciones de historia. Nosotros, los historiadores británicos, tampoco hemos hecho nuestro trabajo”, asegura Peter Linebaugh (EEUU, 1943) en El manifiesto de la Carta Magna. Comunes y libertades para el pueblo (publicado por Traficantes de Sueños). La queja del autor es por el olvido en el que ha caído, como si fuera una reliquia feudal, el documento que Enrique, hijo del rey inglés Juan sin tierra, ratificó en 1217 y que prohibía las detenciones arbitrarias (habeas corpus) y las torturas, que establecía el proceso legal de los juicios e imponía un jurado formado por pares.