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El futuro de la novela española está en el extranjero
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LA NUEVA LITERATURA ESPAÑOLA TRIUNFA FUERA ANTES DE PUBLICARSE DENTRO

El futuro de la novela española está en el extranjero

Es el retrato de una vieja canción que muy pocas veces se repite: escritores labrados en el silencio de sus horas libres y en la seguridad

Foto: El futuro de la novela española está en el extranjero
El futuro de la novela española está en el extranjero

Es el retrato de una vieja canción que muy pocas veces se repite: escritores labrados en el silencio de sus horas libres y en la seguridad de un empleo insatisfactorio. Lectores por compulsión que con su primera novela logran hacer de su afición su profesión. Es la leyenda que nutre las escuelas de escritores, la ilusión del recién llegado y el mito del encuentro con el gran público. Pero algo ha cambiado en el camino del éxito de un novato: a la fiesta se han unido las editoriales extranjeras.  

Autores desconocidos que venden traducciones a decenas de países antes de haber sido publicados en España, antes de tener buenas críticas y de demostrar que son capaces de vender, vender y vender. Antes, incluso, de ser autores. No tienen un rostro conocido en la televisión, no saben a quién ni a dónde mandar el manuscrito en el que llevan años trabajando, sin experiencia en el maltrecho y perverso universo editorial. Espontáneos que, a pesar de todo, triunfan con su primera novela y venden miles de libros. Es el premio gordo menos casual de todas las loterías y apuestas de un Estado donde cada vez hay menos dinero para la lectura.

Las excepciones que convierten las anécdotas en hazañas son la noticia que confirma un boom de la literatura de autores españoles en el extranjero, a los que les han desbrozado la senda Arturo Pérez-Reverte, Carlos Ruiz Zafón, Javier Sierra, Matilde Asensi, María Dueñas o Félix J. Palma, entre otros. Todos ellos estaban avalados por su nombre o sus ventas, pero en la primera parte de la temporada literaria han surgido tres novelas de éxito de escritores noveles, que además firman los derechos para la adaptación al cine. 

Son Dolores Redondo (San Sebastián, 1969), Natalia Sanmartín (La Estrada, Pontevedra, 1970) y Jesús Carrasco (Badajoz, 1972), con los libros: El guardián invisible (Destino), El despertar de la señora Prim (Planeta) e Intemperie (Seix Barral), respectivamente. De la primera existen en este momento 35 ediciones extranjeras y de la última 14 ediciones, en un país donde el 21,1% de toda la producción de libros son traducciones, según los últimos datos arrojados por los estudios del libro del ministerio de Cultura, en 2011.

Cuestión de moda

En su camino a la gloria no viajaron solas: la estrategia de agentes y editores ha sido imprescindible para llamar la atención de editoriales extranjeros y de productores cinematográficos. Palmira Márquez, directora de la agencia DosPassos, es la responsable de que Natalia Sanmartín haya podido publicar en España y en otros seis países más. No es una agente al uso, también hace labores de edición y acompañamiento durante el proceso creativo de los autores a los que representa. Le gustaría que su empresa se viera como un hotel con encanto.

La agencia DosPassos nació hace diez años, representa a poco más de cuarenta autores y no quiere crecer, porque dice su directora que es muy difícil trabajar bien con una cartera saturada. Mueve a cada uno de ellos simultáneamente en el mercado español, extranjero y cinematográfico, y certifica que el mercado ha cambiado. “Antes, para que pudieras vender los derechos de traducción en el extranjero tenía que estar avalado por ventas y crítica, sobre todo, en un caso de primera novela. Pero esto se ha acabado y lo confirman casos como el de Jesús Carrasco y Dolores Redondo”, asegura Palmira, que anuncia un interés insólito por el escritor español en detrimento de los latinoamericanos.  

Anna Soler dirige la agencia Pontas desde hace 20 años y no coincide con la visión de Palmira: por encima de las nacionalidades está el texto. Cuando le llegó el correo de Dolores Redondo con el manuscrito adjunto lo eliminó. Estaba atareada en mil asuntos. Pero la escritora también se lo había mandado a otras personas de la agencia, que reciben al día una media de diez textos de autores por descubrir. Leyeron tres páginas y avisaron a Anna que allí había buen material. Leyeron unas pocas más y llamaron a la autora para cerrar el acuerdo de colaboración. 

Entonces lo distribuyeron entre las editoriales españolas que podían estar interesadas en el libro. Sobre la mesa se encontraron varias ofertas, la subasta auguraba pelotazo para Redondo y su agente, pero la escritora no dudó y sacó el libro de la almoneda para dárselo a Destino: quería estar con la editorial que publicaba a Stieg Larsson.

Las cuentas cuadran

También decidieron que debían firmar novela a novela y no la trilogía completa. Y la jugada les ha funcionado. De momento, ya hay 100.000 lectores -según su agente, 30.000 según Nielsen- que han pagado y leído el libro. Consecuencia: el precio del anticipo no será el mismo para la segunda entrega, en ninguno de los países que han apostado por ella. La agente reconoce que el anticipo de la segunda con Destino “es mucho más alto”, pero prefiere evitar dar cifras. “Pero no es un anticipo disparatado, porque tanto la autora, como nosotros, queremos que la inversión se recupere pronto y así que la editorial apueste en promoción y marketing, y que haya royalties durante largo tiempo [en vez de manera anticipada]. Así ganamos todos”, añade.

El día de su lanzamiento, 15 de enero pasado, apareció en las otras tres lenguas oficiales del Estado, euskera, gallego, catalán, algo que ningún superventas ha logrado hasta el momento con su primera novela. Así es como triunfa una escritora de ratos libres, muy aficionad a la novela negra, abogada y cocinera, que lo ha dejado todo para hacer de la escritura su profesión y su promoción. La editorial presiona para que a finales de este año esté terminada la segunda parte de la trilogía. Las cuentas del sector necesitan estrangular a la gallina de los huevos de oro para salir a flote. Los éxitos inesperados con anticipos baratos mantienen la máquina.   

El otro gran éxito de la negociación: los derechos para el cine los ha comprado Peter Nadermann, productor de la adaptación al cine de la trilogía Milennium. Soler se lo mostró a Nadermann y él consiguió que alguien se lo leyera del castellano. A las dos semanas se plantó en Barcelona para cerrarlo. La operación había pasado de supervivencia a superávit.  

Los derechos para adaptaciones a televisión y películas en un mercado tan restringido como el español, en el que no hay suficientes lectores para tanto libro y las ventas son terriblemente pequeñas, una película supone la salvación. Para Pontas es tan importante el negocio audiovisual que se han convertido en productora. “Más del 30% de las películas que se estrenan son adaptaciones de novelas. Hollywood no quiere ni oír habla de guiones originales. Es la tendencia: cine y literatura van de la mano, porque cada vez se escribe más en clave cinematográfica”, cuenta Soler.

Fráncfort es el talismán 

Las tres novelas explotaron como fenómeno en la Feria de Fráncfort, donde no importó la notable impronta local que había en cada una de ellas. Un thriller con mitología vasca, una declaración de guerra al mundo moderno y una huida por campos desérticos. Allí echó a andar todo, en Alemania, en grandes naves repletas de mesas enanas sobre las que el sector enseña sus cartas en citas concertadas de treinta minutos.

Elena Ramírez, editora de Seix Barral, ha hecho las labores de agente en el libro de Jesús Carrasco, porque el autor no quiso que le representara nadie más que su editora. Es otro modelo, mismo resultado. Ramírez cree que la diferencia que hace excepcional a estos tres libros es que demuestra que ahora los editores extranjeros apuestan antes de que el libro sea publicado en España, “que es como contratamos nosotros todos los libros que nos vienen del extranjero”. ¿Por qué pasa ahora con los españoles? “Porque hay más competencia y el editor extranjero entiende que debe ser más rápido en contratar autores españoles”.

Intemperie ha vendido 30.000 ejemplares en España hasta el momento y además de las 14 ediciones extranjeras y dos ofertas para el cine, están pendientes otros 17 países después de la última Feria de Londres. Carrasco y Ramírez amarraron a la primera el mercado anglosajón –el más difícil de todos- y eso les abrió inmediatamente la puerta del resto. Esto se ha repetido en todos los casos y es algo que ninguno de las grandes firmas españolas había podido cerrar con su primera novela.

Carrasco también ha renunciado a todo y se ha centrado en la escritura. La segunda novela será una prueba de fuego. Intemperie se ha convertido en un best seller en Holanda, con tres ediciones y adoptada por los libreros holandeses. “Que eso ocurra con un autor literario y que no sea de género es muy extraño. Decidieron apostar por la calidad, no sólo por la venta”, señala Ramírez.  

Tanto Palmira Márquez como Elena Ramírez entablan una relación con sus escritores muy estrecha. De hecho, la agente perseguía desde hacía tiempo a Natalia Sanmartín para que se animara a escribir una novela. Palmira califica a su escritora como lectora empedernida y mujer cultísima. Hasta que un día la jefa de Opinión del diario Cinco días le entregó un manuscrito. El caso recuerda mucho al triunfo de aquella profesora titular de filología inglesa en la Universidad de Murcia y desconocida escritora antes de firmar El tiempo entre costuras: María Dueñas.  

A unos días de que se ponga en marcha la segunda edición del libro, y con menos de un mes de vida en las librerías españolas, ya ha alcanzado los 10.000 ejemplares vendidos. Están pendientes de las ofertas de países escandinavos, de la República Checa y de Portugal. Palmira explica la sencillez de su estrategia: apoyarse en una red muy personalizada de editores de todo el mundo donde acomodar el libro y no mandar libros indiscriminadamente. “Una debe tener muy clara la línea de cada editorial”. Las grandes historias están en los libros, pero necesitan de alguien que sepa darles un empujón. Eso es insustituible. De momento. 

Es el retrato de una vieja canción que muy pocas veces se repite: escritores labrados en el silencio de sus horas libres y en la seguridad de un empleo insatisfactorio. Lectores por compulsión que con su primera novela logran hacer de su afición su profesión. Es la leyenda que nutre las escuelas de escritores, la ilusión del recién llegado y el mito del encuentro con el gran público. Pero algo ha cambiado en el camino del éxito de un novato: a la fiesta se han unido las editoriales extranjeras.