Es noticia
Todo por los pijos pero sin los pijos
  1. Cultura
ESTRENO DE 'LA GRAN BODA', UNA COMEDIA NUPCIAL DE JUSTIN ZACKHMAN

Todo por los pijos pero sin los pijos

Son dos niños bien de Conneticut, se conocen desde el colegio y ahora se quieren casar, pero el cura que ha de oficiar la boda no

Foto: Todo por los pijos pero sin los pijos
Todo por los pijos pero sin los pijos

Son dos niños bien de Conneticut, se conocen desde el colegio y ahora se quieren casar, pero el cura que ha de oficiar la boda no acaba de verlo con buenos ojos porque los padres de él no son católicos. Por suerte Alejandro Griffin –Ben Barnes– tiene un progenitor extra en Colombia, su madre biológica –a quien da vida Patricia Rae y que, por alguna razón, se hace llamar Madonna–, y por suerte para todos irá también a la boda. Ocurre que la señora es latinoamericana y como tal, integrista católica –silogismo elemental–, por lo que vería el divorcio de los padres adoptivos de Alejandro aún con peores ojos que el sacerdote. Por eso y por no darle un disgusto Don –Robert De Niro– y Ellie –Diane Keaton– tendrán que fingir que siguen casados para rabieta de Bebe –Susan Sarandon–, la novia de Don y antigua mejor amiga de Ellie, que por supuesto se niega a desaparecer de la escena sin más y se dedicará a boicotear la reedición en falso del antiguo matrimonio.

Así de profundos son los problemas de la familia Griffin –a la que consideraríamos desestructurada de no ser tan pija o simplemente boba de no ser, se supone, tan sofisticada– en La gran boda, la comedia escrita y dirigida por Justin Zackhman que llega esta semana a las pantallas españolas. Así de profundos, al menos, los de sus personajes protagonistas, ya que curiosamente son aquí los secundarios quienes acarrean la escasa dote dramática de la cinta y, con ello, algo –poco– de realismo.

Lyla –la hija natural de Don y Ellie, a la que interpreta Katherine Heigl– acaba de romper con su novio de toda la vida, muestra síntomas de embarazo y además no acaba de entenderse con su padre, mientras que el tercer hijo de la pareja, Jared –interpretado por Topher Grace–esperando al matrimonio para perder su virginidad. La visita de Nuria –que es, atención, la hermana biológica de su hermano adoptivo– le hará replantearse eso de la castidad por convicción, ya que es colombiana y las colombianas son, aparte de muy religiosas, mujeres explosivas. Lo cortés, ya se sabe, no quita lo valiente. 

Con todo, lo de menos en La gran boda es que sus estereotipos rayen en lo ofensivo o que se entrega con semejante decisión a la intrascendencia, extremos pasables e incluso deseables, como en cualquier comedia, si la cinta fuese acaso graciosa. Para su desgracia, y en particular para la del espectador, no lo es. Salvo las carcajadas esporádicas y de rigor con Robin Williams –que interpreta al Padre Moinighan–, Robert DeNiro y Topher Grace, la cinta no despierta en quien la ve otra cosa que una leve simpatía agradecida, por supuesto, pero que ni mucho menos vale su peso en entradas de cine. Es una farsa francesa acomplejada a la que le dan vergüenza sus propios chistes de puertas, empeñada en redimir a sus personajes –una insoportable colección de pijos– y en dotar de credibilidad a una historia que, por tratarse de una traslación cinematográfica de la lógica sitcom, simplemente no lo necesita.

Con el cura extravagante, los suegros ubicuos y el novio apocado, La gran boda sigue al dedillo el esquema de la comedia nupcial, una veta que Hollywood encontró en la taquilla nada menos que en 1950 con El padre de la novia, dirigida por Vicente Minnelli con Spencer Tracy y Elizabeth Taylor. La obra cosechó tal éxito en las salas que incluso entonces tuvo una secuela, El padre es abuelo, en 1951.

Lo de las bodas, sin embargo, no fraguaría en el esquema recurrente que hoy conocemos hasta los noventa, cuando una sucesión de taquillazos –Cuatro bodas y un funeral en 1994, los remakes de las dos partes de El padre de la novia en 1991 y 1995 o La boda de mi mejor amigo en de 1997– demostraron que no por encarriladas las comedias nupciales perdían fuelle. Novia a la fuga –de 1999–, Mi gran boda griega –2002– y las más cómicas 27 bodas –2007–, Guerra de novias –2009– y La boda de mi mejor amiga –2011– acabaron por desmostarlo.

La gran boda, un remake de la francesa Mon frère se marie –2006–, se limita  invocar el escenario nupcial para reunir a una serie de personajes unidos por enrevesados lazos sentimentales y pastorearlos en un crescendo cómico hasta un final feliz. Es la segunda película dirigida por Justin Zackhman, que también es su guionista y productor, tras su Going greek de 2001. Zackham fue el protagonista hace años de una pequeña revolución en Hollywood, cuando su primer guión, The bucket list, cayó en manos de Rob Reiner, que lo trasladó al cine en 2007 con Jack Nicholson y Morgan Freeman. The bucket list, la historia de dos enfermos terminales que intentaban cumplir una serie de objetivos vitales antes de morir, se convirtió en el inesperado blockbuster de la temporada e hizo una taquilla de más de 170 millones de dólares en todo el mundo.

La gran boda

Director: Justin Zackham

Reparto:  Robert De Niro, Robin Williams, Amanda Seyfried, Katherine Heigl, Topher Grace, Diane Keaton, Susan Sarandon.

Nacionalidad: Estados Unidos

Género: Comedia

Duración: 90 minutos

Son dos niños bien de Conneticut, se conocen desde el colegio y ahora se quieren casar, pero el cura que ha de oficiar la boda no acaba de verlo con buenos ojos porque los padres de él no son católicos. Por suerte Alejandro Griffin –Ben Barnes– tiene un progenitor extra en Colombia, su madre biológica –a quien da vida Patricia Rae y que, por alguna razón, se hace llamar Madonna–, y por suerte para todos irá también a la boda. Ocurre que la señora es latinoamericana y como tal, integrista católica –silogismo elemental–, por lo que vería el divorcio de los padres adoptivos de Alejandro aún con peores ojos que el sacerdote. Por eso y por no darle un disgusto Don –Robert De Niro– y Ellie –Diane Keaton– tendrán que fingir que siguen casados para rabieta de Bebe –Susan Sarandon–, la novia de Don y antigua mejor amiga de Ellie, que por supuesto se niega a desaparecer de la escena sin más y se dedicará a boicotear la reedición en falso del antiguo matrimonio.