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Del retoque a la manipulación hay un clic
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EL ABUSO DE LA EDICIÓN SE GENERALIZA EN EL FOTOPERIODISMO

Del retoque a la manipulación hay un clic

Personas que aparecen y desaparecen por arte de magia, un recorte que cambia el significado de una imagen, banderas que cambian de color, truculentas sombras que

Foto: Del retoque a la manipulación hay un clic
Del retoque a la manipulación hay un clic

Personas que aparecen y desaparecen por arte de magia, un recorte que cambia el significado de una imagen, banderas que cambian de color, truculentas sombras que se proyectan sobre unos personajes.... Hay diferencias entre el retoque fotográfico y querer distorsionar la realidad. Diego Caballo, redactor jefe del servicio gráfico de la agencia EFE, explicaba hace unos días que “una cosa es la manipulación intencionada, y otra es cuando se nos va la mano editando”. Y aunque los montajes en el fotoperiodismo parecen cosa de otra época, haberlos haylos, y le siguen costando en la actualidad el puesto de trabajo a algunos profesionales.

Varios ejemplos de manipulaciones se pudieron ver en el encuentro que tuvo lugar en Madrid entre los redactores jefe de fotografía de EFE, Reuters y Associated Press (AP), las principales agencias de información del país, y el fotoperiodista Abel Ruiz de León. La muestra comenzó con imágenes del archivo histórico y tienen como protagonistas a Hitler, Franco o Stalin. Fotomontajes como aquellos se estudian hoy en las facultades como parte de la propaganda de las dictaduras del siglo XX, pero en el debate quedaron a la misma altura de casos como el de las fotos de Brian Walski y que fue publicado en Los Angeles Times. La persona que convirtió sus dos imágenes en una (abajo), durante la guerra de Irak en 2003, fue despedida de inmediato.

Caballo comenzó el debate enseñando un largo catálogo de comparaciones de instantáneas originales y manipuladas, recogidas también en su libro Fotografía sin verdad. El poder de la mentira (Universitas). Son conocidas las imágenes de las Torres Gemelas “clonadas” durante los atentados del 11-S, o el anillo de varios miles de euros que Le Figaro borró de la mano de Rachida Dati, entonces ministra de Justicia en Francia. Entre los temas más cercanos, los asistentes pudieron recordar también la famosa fotografía de los Reyes con sus nietos que enviaron como postal de Navidad. Sin ser periodismo, la imagen se convirtió en noticia y suscitó un debate social acerca de la manipulación fotográfica. 

Un decálogo de normas para España

Publicaciones como las mencionadas ponen en juego el prestigio de los medios de comunicación y de las agencias, según expresaron los tres responsables gráficos. “Sin la veracidad y la fiabilidad de esta profesión queda muy poco”, afirmó Paul Hanna (Reuters), motivo por el cual estas grandes servidoras de información tienen establecidas unas “reglas” que firman los fotoperiodistas en el contrato.

Emilio Morenatti (Assiciated Press) explicó que en la agencia estadounidense siguen un código muy estricto “del que si te sales te echan a la calle”. Una práctica que, por el contrario, considera que no se ha definido en nuestro país. Por ello, él y otros fotoperiodistas se han encomendado la labor de elaborar un decálogo de normas para intentar establecerlo en España. Como muestra de por dónde van esas reglas, Morenatti compartió los "mandamientos" de la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa de Estados Unidos. Entre los 11 puntos, se prohíbe alterar los eventos intencionadamente, y se obliga a conservar el paralelismo con la realidad en el tratamiento de edición, así como a tratar a todos los sujetos con respeto y dignidad. También se recomienda, en último lugar, denunciar las malas prácticas de otros medios o profesionales.

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“Nunca hubo más fotografía que en estos momentos y nunca peor que ahora”. Abel Ruiz de León quiso precisamente denunciar la realidad del fotoperiodismo de hoy. Desde su punto de vista, existe un excesivo foco en la violencia explícita, de forma generalizada. Se preguntaba, en concreto, por qué El Mundo había elegido una foto de un herido con una pierna amputada en el reciente relato del atentado de Boston, cuando medios como ese pudieron recibir aquel día entre cerca de 150-200 imágenes del tema.

Mostrar o no imágenes de extrema dureza es un debate recurrente en el periodismo, y los medios españoles se caracterizan por ser permisivos con estas fotografías, según destacó Caballo. ¿Es necesario mostrar esa “realidad”? El debate no está definido más allá de la idea de que “la sangre propia duele más que la ajena”, prosiguió. Sin embargo, uno de los ejemplos que había mostrado unos minutos antes dan la vuelta a esa percepción. En una imagen de portada del diario El País, durante el 11-M, se podía ver una mano amputada en medio de la destrucción que mostraba el plano general. La misma fotografía fue reproducida en múltiples diarios internacionales, que eliminaron o ensombrecieron el miembro. Otros, sin embargo, subrayaron la mano suelta, y en rojo.  

Photoshop, un arma de doble filo

“Es una pena que por un exceso de Photoshop haya fotos que vayan a la calle”. El abuso de la edición fotográfica es algo generalizado en el mundo del fotoperiodismo, según explicaron Morenatti y Hanna. Ambos han formado parte recientemente del jurado del certamen de fotografía portugués Estaçao Imagenen el que aseguraron que al menos tres trabajos quedaron fuera de concurso por ese motivo. Aun así, Morenatti criticó el exceso de “purismo” únicamente con respecto a los premios, e invitó a llevar a cabo un ejercicio de autocrítica en el día a día y no sólo en determinados momentos. De paso, todos los ponentes reconocieron y felicitaron el trabajo del fotógrafo Manu Brabo, recién premiado con el Pulitzer por una imagen que refleja el dramatismo del conflicto sirio.

El programa informático de edición de imagen por excelencia es valorado como una gran herramienta y un peligro al mismo tiempo. Hanna relató cómo Reuters ha establecido el límite entre el retoque justo y el excesivo. Photoshop se utiliza para cuestiones mínimas y definidas en la agencia británica. El fotógrafo que envía la imagen puede únicamente recortarla, ajustar los niveles y fijar la resolución. Un retoque muy leve que se amplía en la redacción, donde sí se permiten otros ajustes, siempre siguiendo las reglas. No hace falta decir que la clonación de objetos, los pinceles, y los arreglos automáticos están prohibidos. Otra cuestión, dijeron, es lo que hagan luego los medios de comunicación con las fotografías que compran a las agencias.

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Al hilo de la actualidad y extendiendo el asunto a temas más globales, surgió la cuestión de por qué noticias como el atentado de Boston han llenado páginas, mientras que para encontrar los 30 muertos que hubo ese mismo día en Somalia haya que "ojear" con mayor profundidad. Morenatti recordó el riesgo de “anestesiarnos” ante los grandes conflictos, como el de Siria o Palestina, que continúan existiendo aunque se hable menos de ellos. Aun así, defendió el amplio tratamiento dado al asunto de Boston: “Fue una situación extraña, una maratón, Boston… Yo no digo que esté justificado, pero está claro que era un breaking news”. 

Personas que aparecen y desaparecen por arte de magia, un recorte que cambia el significado de una imagen, banderas que cambian de color, truculentas sombras que se proyectan sobre unos personajes.... Hay diferencias entre el retoque fotográfico y querer distorsionar la realidad. Diego Caballo, redactor jefe del servicio gráfico de la agencia EFE, explicaba hace unos días que “una cosa es la manipulación intencionada, y otra es cuando se nos va la mano editando”. Y aunque los montajes en el fotoperiodismo parecen cosa de otra época, haberlos haylos, y le siguen costando en la actualidad el puesto de trabajo a algunos profesionales.