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El pueblo toma los Renoir
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ASOCIACIONES CIUDADANAS SE HACEN CON EL CONTROL DE ALGUNOS CINES CERRADOS POR ALTA FILMS

El pueblo toma los Renoir

Atención, pregunta. ¿Su cine local amenaza con echar el cierre? No se preocupe: entre usted por la puerta, tome el control del proyector y ponga la

Foto: El pueblo toma los Renoir
El pueblo toma los Renoir

Atención, pregunta. ¿Su cine local amenaza con echar el cierre? No se preocupe: entre usted por la puerta, tome el control del proyector y ponga la película que le dé la gana. La revolución, vaya. Van a ver ustedes la nueva de Michael Haneke por las buenas o por las malas... El anuncio de que Alta Films, líder de la exhibición y distribución de cine independiente en España, amenaza con un posible cierre o una drástica restructuración de su empresa, pilló despistados a muchos, pero no a todos. Hace meses que diversas cooperativas y asociaciones ciudadanas luchan por hacerse con el control de los Renoir (propiedad de Alta) y de otros cines alternativos del país. Todo empezó en Mallorca hace un año, pero el movimiento se extiende ahora a ciudades como Zaragoza, Majadahonda y Sevilla. El pueblo unido quiere ver cine austriaco en versión original. Caiga quien caiga.

Palma de Mallorca, mayo de 2012, la sala Renoir anuncia su cierre inminente. Un grupo de espectadores se concentra junto a los cines a repartir panfletos. Ha nacido la plataforma Salvem els Renoir, impulsada por un viejo conocido de la escena cinematográfica local, Pedro Barbadillo, director de la Mallorca Film Commission. En unas horas la iniciativa muta en movimiento social asambleario. Días después, Alta cede su sitio a la asociación de manera amistosa.

El 13 de julio se abren por primera vez las salas CineCiutat, antiguos Renoir Palma. Hoy día proyectan hitos recientes del cine de autor como Amor, de Michael Haneke o Declaración de guerra, de Valérie Donzelli. La principal fuente de financiación de este cine sin ánimo de lucro son las aportaciones de sus 1.500 socios y abonados.  Si usted paga 100 euros al año pasa a ser copropietario del cine. Las decisiones se toman en asamblea. CineCiutat es el cine más barato de Mallorca. La revolución cinéfila popular ha triunfado.   

Alternativas ciudadanas

Alta Films revendió los proyectores y las butacas a la asociación el pasado mes de mayo. Mantener los Renoir costaba 14.000 euros al mes, la mitad se iba en el alquiler, parte del resto en nóminas. El edificio era propiedad de la sociedad pública Mercasa, que lo alquiló a la asociación con un descuento del 40% el primer año (un 30% el segundo, un 20% el tercero y un 10% el cuarto). Renoir tenía seis empleados. Los indemnizaron y fueron al paro. CineCiutat les ofreció un nuevo contrato. Dos de ellos volvieron a trabajar en los cines, aunque uno lo dejó hace unas semanas. CineCiutat da trabajo ahora mismo a 4 personas.

Los abonados pagan 55 euros por 10 entradas o 100 euros por 20. La cuota anual de 100 euros da derecho a los copropietarios a ver los estrenos por 4 euros e ir gratis al cine una vez al mes. Más de 100 socios ejercen de voluntarios que participan en la gestión diaria del cine, organizada en 9 comisiones de trabajo.

Que CineCiutat es algo más que un cine lo demuestra su agitada agenda cultural. Talleres, festivales, presentaciones de libros, cine para padres y madres (con monitores cuidando a los niños en la sala de al lado), coloquios y veladas con directores como Jaime Rosales, David Trueba, Javier Rebollo, Ventura Pons o Patricio Guzmán.

Hasta aquí los datos. Ahora vamos con las valoraciones. “El balance es muy positivo. Hemos salvado una infraestructura cultural que estaba perdida. El cine se ha convertido en un foco muy activo de la cultura en Palma”, cuenta Pedro Barbadillo a El Confidencial.

Javier Pachón, gerente de CineCiutat, señala los dos escollos económicos principales para sacar adelante el proyecto: la inversión tecnológica (digitalización) y el día a día (ejemplificado en la subida del IVA). “La digitalización requiere de una inversión mínima de unos 45.000 euros por sala. Si no das el salto, te vas quedando sin películas. Ahora mismo ya es difícil encontrar copias de cine de autor en 35 mm”, cuenta Pachón. Un grupo de 20 socios ha aportado entre 500 y 2.500 euros para comprar dos proyectores HD para las dos salas pequeñas. Ahora buscan financiación para comprar dos proyectores más para las grandes.

La cultura no es un lujo

La rutina diaria también se las trae. Pachón desmenuza con detalle a dónde va el precio de una entrada para aclarar el impacto de la subida del IVA (el más alto de Europa). “El 21% va para el Estado y el 2% para los derechos de autor. El resto, más o menos, se distribuye a partes iguales entre los demás agentes: distribuidor, exhibidor… Si la entrada vale 7 euros, la sala de cine se queda con 2,82. Y algunas de nuestras entradas valen 4 euros”, explica.

CineCiutat, no obstante, se ha resistido a aplicar el nuevo IVA. “Es un impuesto de lujo y la cultura no debe ser un lujo. Hay que proteger al ciudadano. No digamos ya si el ciudadano es el dueño del cine”, aclara Pachón.

Del mismo modo que Mallorca siguió el ejemplo estadounidense de los community supported cinemas, el efecto contagio ha llegado ahora a otras ciudades de la península. CineCiutat mantiene un “contacto permanente” con "una docena" de iniciativas similares surgidas en ciudades como Zaragoza, Majadahonda, Valencia, Córdoba, Guadalajara y Sevilla. Ciudades que se resisten al cierre de salas alternativas por las múltiples crisis que afectan a la versión original. Una recesión económica que no sólo amenaza a Alfa Films, propiedad de Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine.

Barbadillo escribió ayer a González Macho ofreciéndole colaboración: “Cuantas menos distribuidoras existan más difícil será que lleguen las películas a cines como el nuestro”. Colaboración e implicación contra la crisis, palabras claves de la próxima iniciativa de CineCiutat: la campaña Apadrina una butaca. “Una apelación a las gentes del cine para que se impliquen económicamente en el proyecto”, explica Barbadillo.

“La situación económica es complicada y a los socios les cuesta a veces renovar las cuotas, pero nuestro modelo va a más. A medio plazo quizás sea la única manera de que sobreviva el circuito no comercial. Hay un espacio para este tipo de cine. Ahora mismo tenemos los mismos espectadores que los Renoir cuando cerraron. Con eso nos vale. Tenemos más margen que ellos por ser un proyecto sin ánimo de lucro. Casi todo el rendimiento económico se vuelca en el espectador. El futuro puede ir por ahí”, razona Barbadillo.

Atención, pregunta. ¿Su cine local amenaza con echar el cierre? No se preocupe: entre usted por la puerta, tome el control del proyector y ponga la película que le dé la gana. La revolución, vaya. Van a ver ustedes la nueva de Michael Haneke por las buenas o por las malas... El anuncio de que Alta Films, líder de la exhibición y distribución de cine independiente en España, amenaza con un posible cierre o una drástica restructuración de su empresa, pilló despistados a muchos, pero no a todos. Hace meses que diversas cooperativas y asociaciones ciudadanas luchan por hacerse con el control de los Renoir (propiedad de Alta) y de otros cines alternativos del país. Todo empezó en Mallorca hace un año, pero el movimiento se extiende ahora a ciudades como Zaragoza, Majadahonda y Sevilla. El pueblo unido quiere ver cine austriaco en versión original. Caiga quien caiga.