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El libro rojo de Petete
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LOS FUNDADORES DE LA REVISTA 'MONGOLIA' RINDEN HOMENAJE AL FALLECIDO MANUEL GARCÍA FERRÉ

El libro rojo de Petete

El Libro Rojo de Mongolia es el nuevo Libro Gordo de Petete, dedicado a los adultos que leyeron el viejo Libro Gordo de Petete en su

Foto: El libro rojo de Petete
El libro rojo de Petete

El Libro Rojo de Mongolia es el nuevo Libro Gordo de Petete, dedicado a los adultos que leyeron el viejo Libro Gordo de Petete en su infancia. Ambos comparten ese afán esclarecedor, de encontrar lo interesante antes que lo conocido como importante. El dato que hará que el que lo lea posea información privilegiada para difundir dentro de su clan o grupo; de niño en el descanso del partido de fútbol jugado en la calle o de adulto con una cerveza en Malasaña.

Ambos libros, el Gordo de Petete (azul) y el Rojo de Mongolia apuntan a la integración de diferentes niveles de conocimiento en un mismo plano. Es un afán reduccionista y expansionista concentrado en un mismo objeto, un batiburrillo pop en el que se mezclan géneros, disciplinas, lenguajes, formatos gráficos, relatos. Siempre con la intención de aprender/desaprender lo que habías aprendido hasta el momento. Porque el Libro Rojo también funciona como revulsivo antieducativo. Es la revancha que nos tomamos ya de adultos contra lo que nos enseñaron de chicos.

El fallecido Manuel García Ferré eso lo tenía muy claro: fue un mago y pionero a la hora de anunciar su revista, de encartar objetos en sus portadas para ganar difusión. Adaptó sus contenidos no sólo a Argentina, sino a toda Latinoamérica y España. Y lo más importante -en un momento en el que dicen que el papel está muerto- el tipo desarrolló lo que sabía hacer en múltiples formatos, que dominaba a la perfección. En Mongolia, 30 años después, ya estamos tardando. Vamooo, vamooooo!

Petete te ve

Pero he venido aquí a hablar no de mi libro (nuestro libro, Mongolia es un colectivo donde todos hacemos de todo), sino de otro libro. O de otro no libro. Porque Petete no era un libro, era una revista que si coleccionabas, y con suerte encuadernabas, se formaba un libro de tapa en este caso azul. Poca gente conozco que lo tenga completo, el pack original era de unos 5 libros de 400 páginas cada uno.

Lo que realmente trascendió es el formato TV de Petete, gran acierto de su creador García Ferré en la idea de hacer la transición del libro a la tele y crear unos miniepisodios de un minuto y medio en el que diferentes temas eran explicados, con depurados gráficos animados antesala de algunas infografías actuales. Podemos decir que García Ferré inventó a su manera el Flash tratando de explicarte que si descuartizabas un cuerpo y estirabas sus arterias podías dar cuatro vueltas a la tierra o algo así. Creo que era mentira, pero era una gran idea.

Otro de los aciertos de Petete era colar su programa disfrazado de publicidad. La cadena de tele que poseía a Petete tenía más publicidad, porque sabías que en medio de las aburridas publicidades y, sobre todo, de las repetitivas de vinos de mesa y escarpines, de milicos luchando contra la subversión y saludando por Navidad, irrumpía en la tele un increscendo circense hermoso y desordenado de batería y tuba que lograba el cometido de reunir al clan familiar para tratar de entender algo ante la tele, mientras se abría un libro y su secreto. Petete lo pasaban también en época de los milicos.

Galaxia Ferré

El universo Ferré era infinito. La revista semanal Anteojito era la voz en el quiosco de su factoría, con la que llegó a vender 250.000 ejemplares a la semanaAnteojito nació de una publicidad, una extraña coincidencia con otro personaje argentino: Mafalda, que antes de ser la heroína contracultural y contestataria comienza su camino vendiendo lavadoras. Ferré era indie, él había formado desde abajo su propia empresa. Sí, el Mundial 78 de Argentina tiene un marcado aire Hijitus. El logo del Gauchito lo hizo un ilustrador en sus estudios, porque el gauchito es muy García Ferré, lo mires por donde lo mires.

La revista Mongolia se debe en su diseño a la revista infantil Billiken, pero también a Anteojito, donde los formatos eran múltiples y diversos: cómo aprender palabras de otros idiomas, inventos, aventuras de personajes totalmente disparatados como Pi-Pio o Pelopincho y Cachirula del gran Fola (buscadlo, es genial, al nivel del Krazy Kat de Herryman), o los lacrimógenos episodios de Edmundo de Amicis.

Ferré creó además de Petete y Anteojito una galería de personajes, en un lugar imaginario llamado Trulalá, donde todas las capas de la sociedad estaban representadas (como demuestra el escritor Rodrigo Fresán esta excelente nota en Radar de página 12) el comisario, el oligarca, el barriobajero Pucho, el superhéroe Hijitus, el hombre que quiere hacer el mal tipo científico loco de Félix el gato llamado Neurus.

‘Patota’ militar

Algunos acusaron a García Ferré de connivencia con la Dictadura argentina, la verdad es que no recuerdo arengas a los milicos más de las debidas, como combates épicos de la época colonial en las páginas de Anteojito. También pasaba en su revista rival, Billiken. Hay una historia que poca gente conoce y es que García Ferré tuvo un familiar directo desaparecido (sin confirmar si era su hijo o su sobrino) el “Chino” García Ferré, que participó en la lucha armada en Montoneros. Forma parte de ese confuso episodio llamado “Contraofensiva”, que fue el reagrupamiento logístico militar de la lucha armada en el exterior para arrebatar el poder a la Junta militar en plena Dictadura. Lo componían pibes de menos de 20 años. Fueron captados y espiados y posteriormente aniquilados en las fronteras. El “Chino” tenía 24 y lo mataron.

* Rapa Carballo. Fundador, codirector y director de arte de la revista Mongolia, lo mismo para Viernes Peronistas.

El Libro Rojo de Mongolia es el nuevo Libro Gordo de Petete, dedicado a los adultos que leyeron el viejo Libro Gordo de Petete en su infancia. Ambos comparten ese afán esclarecedor, de encontrar lo interesante antes que lo conocido como importante. El dato que hará que el que lo lea posea información privilegiada para difundir dentro de su clan o grupo; de niño en el descanso del partido de fútbol jugado en la calle o de adulto con una cerveza en Malasaña.