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Ruina, guerra y expolio de los tesoros de la antigua Sumeria
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CAIXAFORUM INAUGURA LA EXPOSICIÓN 'ANTES DEL DILUVIO. MESOPOTAMIA 3.500-2.100 A.C.'

Ruina, guerra y expolio de los tesoros de la antigua Sumeria

Cuando en el castellano del siglo XXI decimos "albañil" –una palabra que ha llegado a nosotros gracias al árabe–, podemos oír en ella el eco de

Cuando en el castellano del siglo XXI decimos "albañil" –una palabra que ha llegado a nosotros gracias al árabe–, podemos oír en ella el eco de banû, un verbo acuñado por la civilización más antigua del mundo, la sumeria, hace más de 5.000 años. Significaba construir.  

Como reza el eufemismo e ilustra este ejemplo, es más lo que nos une con la antigua Mesopotamia que lo que nos separa de ella, pero esta cultura fundamental para nuestra moderna civilización no ha gozado nunca de la misma popularidad que otras cunas de Occidente, como Egipto o Grecia. Para contribuir a enmendarlo, CaixaForum Madrid inauguró este martes Antes del Diluvio, una exposición para cantar en la capital las glorias del mundo que floreció hace cinco milenios entre el Tigris y el Éufrates y recordar al visitante cuánto le debemos a la antigua Tierra de Súmer pese a que a veces no nos demos cuenta.

Para empezar, las ciudades, materia en la que los sumerios fueron pioneros. También las monarquías, el cálculo del tiempo, el dinero, el registro de la propiedad... Y por supuesto la escritura, que tuvo su primer foco en Sumeria antes de los que registraron también en China y Egipto. Son solo algunas de las nociones que ilustran las 400 piezas arqueológica reunidas ahora en Madrid, procedentes de más de 40 museos de todo el mundo –entre ellos el Penn, el British o el Louvre– y documentadas en su lugar de procedencia, Irak y Siria, por Pedro Azara, arquitecto y comisario de Antes del Diluvio. Azara destacó este martes ante la prensa el valor de algunas de las piezas de la selección, entre ellas las del ajuar funerario de las tumbas de Ur o la estatua del rey Gudea, aunque en lo personal confiesa que sus preferidas son unas piezas "mucho más modestas" de la colección: las preciosas maquetas de barcos y carros elaboradas en terracota.

Ruinas entre los tanques

Aunque se muestra optimista en materia asiriológica, asegura que no quiere restar dramatismo a "la destrucción y el expolio al que se ha visto sometido el legado arqueológico" sumerio. Los estudiosos europeos no llegaron a la antigua Babilonia hasta mediados del XIX y la prospección arqueológica lleva así un siglo de retraso respecto a la de Grecia o Egipto. Su lengua, además, no se tradujo hasta casi entrado el siglo XX y el adobe con el que los sumerios erigieron sus ciudades y zigurats se erosiona fácilmente. Para colmo de males, en nuestra era Sumeria y toda la antigua Mesopotamia son el escenario de constantes conflictos, desde las batallas que libraron allí las potencias europeas y el Imperio Otomano hasta la Guerra del Golfo y misma Guerra de Irak, hace solo diez años.

"Es la primera exposición que se ha conseguido reunir desde la invasión de Irak", comenta Azara. Y no ha sido sencillo. El oro del Tesoro de Ur –"el más rico del mundo tras el de Tuntakamón y el del Señor de Sipan", matiza el experto– se salvó del expolio en 2003 del Museo de Nacional de Irak en Bagdag solo porque un anticuario, temeroso de que Saddam Hussein lo fundiera, decidió esconderlo en unas cajas del Banco Central de Irak. Azara también perdió el contacto hace dos años con el máximo representante de las autoridades culturales sirias, hoy exiliado fuera de Damasco y confinado por seguridad en un enclave secreto. Muchos enclaves arqueológicos iraquíes siguen hoy minados y otras ruinas han sido escenario de enfrentamientos bélicos. Ur, por ejemplo, la patria bíblica de Abraham, considerada hoy una de las primeras ciudades de la historia, se levanta solo a 20 kilómetros de Nasiriya. 

Pese a las dificultades, Azara pone de relieve el valor de las piezas reunidas ahora en Madrid tras su paso por CaixaForum Barcelona y la elocuencia con la que dan a conocer no solo la Mesopotamia monumental que describe la Biblia, sino también cómo era allí la vida cotidiana entre los años 3500 a.C. –cuando sus primeros habitantes sumerios se instalaron al sur de esta tierra entre el Tigris y el Éufrates– y el 2.100 a.C. –cuando su civilización sucumbió ante el empuje de las del norte mesopotámico, principalmente Asiria y Babilonia–.

Cuando en el castellano del siglo XXI decimos "albañil" –una palabra que ha llegado a nosotros gracias al árabe–, podemos oír en ella el eco de banû, un verbo acuñado por la civilización más antigua del mundo, la sumeria, hace más de 5.000 años. Significaba construir.