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La fórmula secreta de la autora de la saga 'Crepúsculo'
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STEPHENIE MEYER PRESENTA LA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE OTRA DE SUS NOVELAS

La fórmula secreta de la autora de la saga 'Crepúsculo'

Saltitos, grititos, lloros. Qué digo lloros: llantos. O el fascinante espectáculo de escuchar las conversaciones de las adolescentes que acaban de estar con Stephenie Meyer (Connecticut,

Foto: La fórmula secreta de la autora de la saga 'Crepúsculo'
La fórmula secreta de la autora de la saga 'Crepúsculo'

Saltitos, grititos, lloros. Qué digo lloros: llantos. O el fascinante espectáculo de escuchar las conversaciones de las adolescentes que acaban de estar con Stephenie Meyer (Connecticut, 1973). “¿Qué te ha dicho? ¿Qué te ha dicho?”, grita una. “Me ha dado dos besos”, contesta otra. Lloros, abrazos, saltitos y grititos. Pura emoción al borde del desvanecimiento: “Yo casi me caigo, tía, casi me como la mesa, ¿sabes? Le he dicho: I love you, Stephenie. Y me ha dicho: I love you too”. El delirio, en efecto, el no va más del fenómeno fan. Y todo ello, ojo al dato, provocado por una escritora en plena era digital. La novela ha muerto, vale, pero griten esto conmigo para zanjar el sepelio: ¡Larga vida a Stephenie Meyer!

La autora de Crepúsculo, celebérrima saga romántica de vampiros adolescentes, pasó por Madrid para presentar la adaptación de otra de sus novelas, The Host, historia de ciencia ficción adulta con triángulo adolescente que se estrena el viernes 22 de marzo en nuestras salas.

Ya de paso, firmó toneladas de libros en una gran superficie en Callao. Una cola de unas 500 adolescentes la esperaba. Casi todas chicas. Casi todas con varios tochos de la escritora estadounidense bajo el brazo. Muchos ejemplares de Crepúsculo, sí, pero muchísimos más de The Host. Lectores fieles, pues. 

Hasta aquí la descripción de la cola. Vamos ahora con las declaraciones: “Sólo hay chicas porque Meyer cuenta historias de amor y los chicos no están acostumbrados” (Irene, 19 años). “Es una historia de amor para chicas. La protagonista es una chica, vaya, y te identificas con ella” (Elena, 18 años). El acompañante de Elena e Irene, Adrían (18 años), pone cara de poker al ser preguntado por la falta de chicos: “Me gusta la mezcla de fantasía y realidad”, suelta huyendo por la tangente.

Todas las consultadas subrayan que Meyer no se ha dormido en los laureles. The Host no es un Crepúsculo enésima parte. “Son muy diferentes. También hay triángulo amoroso, vale, pero no tienen mucho que ver”, apunta Elena.

“No es otra de vampiros”, aclara Mónica, a la que sus 14 años no le frenan para teorizar sobre el fin de los tiempos. “Es ciencia ficción. Te hace pensar en cómo sería el fin del mundo, en qué harías, en cómo te relacionarías con tu familia”. Todos preparados psicológicamente pues para el día en que Montoro sople las trompetas del Apocalipsis. Gracias Stephenie.

The Host es más profundo. No es sólo una historia de amor. Se centra más en la naturaleza de las personas”, aclara Lorena (21 años), que reflexiona mientras la lluvia arrecia sobre nuestras cabezas. Lorena, flanqueada por dos docenas de jóvenes, aguarda impenitente en primera fila de valla, en la plaza de Callao, un par de horas antes de que Meyer pasee por la alfombra roja. En calidad de estrella de la literatura, pero también de productora del filme. 

Meyer, en efecto, manda mucho. Su poder se sustenta en cifras. Ahí va unas cuantas por si todavía queda alguien ajeno al demencial tamaño de su éxito. La saga Crepúsculo (formada por las novelas CrepúsculoLuna nuevaEclipse y Amanecer) ha despachado más de 100 millones de ejemplares. Sus películas han recaudado 3.342 millones de dólares (sí, han leído bien). El equivalente a todo el cine visto en España en el último lustro.

La críticas (literaria y cinematográfica) han vapuleado Crepúsculo con brío. “La diferencia entre J.K. Rowling y Stephenie Meyer es que la primera es una escritora estupenda y la segunda no puede escribir un comino”, ha dicho el escritor Stephen King. Si se lo dijera a la cara a las niñas que hacen cola, sería sin duda linchado por la turbamulta. Por snob

Pregunta del millón para acabar. ¿Cuál es el secreto de su éxito? He ahí una información por la que matarían todas las editoriales mundiales. Pues bien, escuchen esto: el secreto mejor guardado está en la cabeza de una niña de 13 años llamada Kelly. Como es una información confidencial y ya hemos pegado muchos grititos en este artículo, vamos a decirlo muy bajito. Kelly abre la boca y dice con un susurro: “Te hace sentir cosas diferentes a las de los otros libros”. Amén. De nada.    

Saltitos, grititos, lloros. Qué digo lloros: llantos. O el fascinante espectáculo de escuchar las conversaciones de las adolescentes que acaban de estar con Stephenie Meyer (Connecticut, 1973). “¿Qué te ha dicho? ¿Qué te ha dicho?”, grita una. “Me ha dado dos besos”, contesta otra. Lloros, abrazos, saltitos y grititos. Pura emoción al borde del desvanecimiento: “Yo casi me caigo, tía, casi me como la mesa, ¿sabes? Le he dicho: I love you, Stephenie. Y me ha dicho: I love you too”. El delirio, en efecto, el no va más del fenómeno fan. Y todo ello, ojo al dato, provocado por una escritora en plena era digital. La novela ha muerto, vale, pero griten esto conmigo para zanjar el sepelio: ¡Larga vida a Stephenie Meyer!