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Los alienígenas transexuales del 'Rocky Horror Picture Show' vuelven a bailar el 'Time Warp'
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40 AÑOS DESPUÉS EL REINO UNIDO PREPARA LA VUELTA A LOS ESCENARIOS DE LA MÍTICA OBRA

Los alienígenas transexuales del 'Rocky Horror Picture Show' vuelven a bailar el 'Time Warp'

Alienígenas transexuales vestidos como Ziggy Stardust, orgías con terrícolas cargados de lentejuelas, experimentos frankenstenianos con aroma a película de terror de serie B, glam-rock explosivo como

Foto: Los alienígenas transexuales del 'Rocky Horror Picture Show' vuelven a bailar el 'Time Warp'
Los alienígenas transexuales del 'Rocky Horror Picture Show' vuelven a bailar el 'Time Warp'

Alienígenas transexuales vestidos como Ziggy Stardust, orgías con terrícolas cargados de lentejuelas, experimentos frankenstenianos con aroma a película de terror de serie B, glam-rock explosivo como banda sonora, celebración del sexo andrógino sin prejuicios… Todos estos ingredientes formaban parte del esqueleto irreverente del musical The Rocky Horror Show, que ahora cumple 40 años desde que levantase el telón en Londres, con 63 personas en la fila de butacas del Theatre Upstairs.

Era una sala experimental y modesta del Royal Court Theatre, la primera compañía nacional británica, célebre por haber pasado la década de los sesenta enfrentándose a la censura y haber conseguido que finalmente el Reino Unido aboliera la figura del censor teatral en 1968. La obra no tenía grandes ambiciones, más bien fue algo que sus creadores concibieron para divertirse y que aspiraba a estar en cartel apenas tres semanas.

Pero como a menudo ocurre con lo que se hace sin que medie el puro interés comercial y salido de las entrañas del artista, aquella obra escrita por el actor Richard O’Brien, protagonizada por Tim Curry, con música del compositor Richard Hartley y dirigida por Jim Sharman se convertiría en un popular espectáculo que llegó a ser proclamado mejor musical del año por los críticos británicos incluso antes de dar el salto al circuito oficial del West End.

Benditos años setenta

¡Ay! Los corsés que atosigaban a la puritana Inglaterra y a occidente en general terminaron por romperse por todos los costados. Y el teatro, uno de los pilares clave de la cultura británica, no faltó a esa cita con el atrevimiento en la que también se embarcaron David Bowie o los Sex Pistols a través de la música o Nicholas Roeg mediante el cine (la calidad de la escena de sexo hiperexplícita de la película Don’t Look Now aún no ha sido superada, según directores como Danny Boyle).

Sin embargo, lo que más sorprende ahora, en el cuarenta aniversario de un musical para el que el Reino Unido prepara un nuevo revival teatral que comenzará su gira el próximo verano, es que Hollywood se interesara por la obra y que fuera precisamente la productora 20th Century Fox, hoy convertida en el antónimo del riesgo, la que se atreviera a llevarlo al cine en 1975.

Evidentemente, osar sí era parte del vocabulario del Hollywood en los setenta, una era dorada en la que los productores se atrevieron a exponerse con filmes que van del The Rocky Horror Picture Show a la indescriptible Zabrinski Point de Antonioni, pasando por Taxi Driver y Malas Calles de Scorsese, The Warriors de Walter Hill, Apocalipsis Now de Coppola o Mikey and Nicky de Elaine May.  

Fenómeno fanático

Curiosamente, el estatus actual de musical de culto de The Rocky Horror Show se debe precisamente al filme aunque haya quien ni siquiera sepa que antes de la película hubo un musical. Y en estos tiempos en los que está tan de moda hablar de cultura interactiva, hay que recordar que probablemente The Rocky Horror Picture Show fuera, probablemente, el primer filme interactivo de la historia.

Mientras el musical saltaba a Broadway y multiplicaba su presencia en teatros de todo el mundo, la película tuvo un poco exitoso estreno en 1975. Pero al productor, Lou Adler, co-organizador del Festival de Monterrey, se le ocurrió buscar salas-nicho para proyectarla, y optó por el circuito de cines de medianoche, un fenómeno que apenas comenzaba en Estados Unidos.

Dio en el blanco, el boca a oreja comenzó a correr, y simultáneamente, en diferentes cines del país, se produjo un extraño fenómeno: el público acudía a ver la película cargado de lentejuelas o purpurina, emulando la ropa de los protagonistas, se sabían y cantaban las letras de las canciones e incluso llevaban trompetillas para jalear a los actores en escenas concretas.

Grupos de fans comenzaron incluso a peregrinar de ciudad en ciudad para asistir a diferentes proyecciones como auténticos groupies. Y desde entonces hasta ahora el fenómeno no ha perdido fuelle: en Nueva York siguen llenando un cine cada sábado y en muchas otras ciudades del planeta The Rocky Horror Picture Show sigue llenando salas, donde a veces también hay actores en vivo que ayudan a animar las proyecciones y juegan y le toman el pelo a ‘las vírgenes’ (quienes acuden a las proyecciones por primera vez). El filme ha recaudado más de 140 millones de dólares, todo un éxito si se tiene en cuenta que se rodó con apenas un millón.

Una obra inclasificable

“Es Frankenstein revisitado pero con twist. Sólo que no se trata de bailar el twist, sino rock and roll. Richard O’Brien y yo escuchábamos la misma música así que hicimos una mezcla de lo que nos gustaba. Hay algo de Chuck Berry y un poco de los Rolling Stones. Es música autoindulgente pero las canciones no son un pastiche como las de Grease”.

Así definía su banda sonora recientemente el compositor Richard Hartley en el diario The Guardian, quien al igual que el letrista, dramaturgo y actor Richard O’Brien, sigue sin explicarse que Hollywood financiara el filme, dejara participar al casting original y sólo pusiera como condición que hubiera un par de actores americanos: una jovencísima Susan Sarandon, espléndida y desconocida, y Barry Bostwick.

La historia de una pareja de enamorados que en una noche oscura acaban buscando refugio en un caserón donde vive un científico que ha creado un nuevo Frankenstein y que, en realidad, es un extraterrestre con adicciones sexuales que invita a la pareja a la perversión, jamás habría encontrado hoy un hueco en una gran productora de Hollywood. Pero obviamente y pese a los muchos avances sociales del siglo XXI, ya no vivimos en los libres y libertinos años setenta. Y basta con ir al cine para darse cuenta.

Alienígenas transexuales vestidos como Ziggy Stardust, orgías con terrícolas cargados de lentejuelas, experimentos frankenstenianos con aroma a película de terror de serie B, glam-rock explosivo como banda sonora, celebración del sexo andrógino sin prejuicios… Todos estos ingredientes formaban parte del esqueleto irreverente del musical The Rocky Horror Show, que ahora cumple 40 años desde que levantase el telón en Londres, con 63 personas en la fila de butacas del Theatre Upstairs.