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Cruce de acusaciones entre Mapfre y Museo Thyssen por ver quién es más impresionista
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SOBREDOSIS PAISAJISTA

Cruce de acusaciones entre Mapfre y Museo Thyssen por ver quién es más impresionista

Hay una noticia buena y otra mala. Empezamos por la mala, que esto es un periódico: a pesar de lo que dicen los carteles y las

Hay una noticia buena y otra mala. Empezamos por la mala, que esto es un periódico: a pesar de lo que dicen los carteles y las vallas de publicidad del Paseo del Prado, en Madrid no hay dos exposiciones impresionistas. La buena es que de las dos supuestas muestras del movimiento tan bienquerido, la que miente y da gato por liebre esconde bajo su engañoso título una delicada selección sobre la historia de la pintura al aire libre.  

La misma acera de la ciudad libra una batalla por ser la referencia impresionista del momento. En la era del apagón cultural, dos bastiones culturales pelean por el prestigio en tiempos revueltos. La Fundación MAPFRE ha llegado a un acuerdo con el Musée d’Orsay para alojar un suculento paquete de 'obras maestras' en la sede de la aseguradora, bajo el título “Impresionistas y postimpresionistas. El nacimiento del arte moderno", con un total de 78 piezas sobresalientes en su mayoría.

Tal y como cuenta a este periódico Pablo Jiménez Burillo, director general del Instituto de Cultura y comisario de la muestra, el trato entre las dos instituciones no ha sido un alquiler, sino una compensación que el museo parisino ha tenido con el madrileño después de que éste organizara una gran exposición en Brasil sobre impresionistas con la colección francesa. La exposición llega a Madrid libre de cargas, aunque reconoce que sólo el pago de los seguros y el transporte encarecen por duplicado el montaje.

Guillermo Solana dice sobre la muestra de MAPFRE que es una selección de obras maestras, mientras que la del Thyssen es una exposición hecha con argumento.

Marca de la casa

Y el Museo Thyssen-Bornesmiza hace un repaso inédito a los paisajes que los artistas retrataron lejos de sus talleres. Lo han llamado “Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh”. Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, se revolvió en la presentación a la prensa de la exposición contra la competencia. En sus propias palabras, la situación se resume de esta manera: “En un local próximo” el “d’Orsay ha abierto una sucursal”. “Aquello es una selección de obras maestras y esto es una exposición hecha con argumento”, aclaró por si había alguna duda sobre las diferencias entre ambas. Además, añadió que el Museo Thyssen no se dedica a los impresionistas para salvar la crisis, que es la marca de la casa: “Nosotros somos del impresionismo con lluvia o con sol. Siempre hemos hecho impresionismo y lo seguiremos haciendo porque esta es la médula de nuestra identidad”.

El argumento al que se refiere Solana lo ha puesto el comisario, Juan Ángel López, que destaca que el corazón de la muestra es el pintor al aire libre. Ha enfatizado también el tono privado de estas vistas pintorescas, en las que la presencia humana ha desaparecido. En ese sentido silencioso de la pintura destacan Pierre-Henri de Valenciennes, Eckersberg, Gustave Courbet, Carlos de Haes, Sorolla, Constable, Rousseau, Turner y, sobre todo, Corot.

¿Y los impresionistas? ¿Y el retrato de la vida moderna y su ruido? ¿Y las vistas de Montmartre rociadas del trasiego de personas y bullicio? A pesar del reclamo de la exposición, el impresionismo es una anécdota en el relato que ha preparado con tino el comisario. En realidad, ese protagonismo que anuncia el museo en sus carteles apenas es algo más de una decena de obras de un total de 113. La gran mayoría, obras menores de Monet.

Una exposición “desleal”

Jiménez Burillo, preguntado por este periódico sobre las declaraciones de Solana, no ha dudado al asegurar que “si por algo se distingue la muestra de MAPFRE es porque tiene un argumento”. “Lo que es más dudoso es que la exposición del Museo Thyssen sea impresionista y ha puesto un título que es engañoso” –explica- “El argumento de nuestra exposición está hecho con obras maestras que proceden del museo de referencia de los impresionistas. Por otro lado, la exposición que comisarió Guillermo Solana “Gauguin y los orígenes del simbolismo” se cuenta también en la sala dedicada al pintor. A lo mejor su exposición tampoco tenía un argumento”.

Sobre la maniobra del título y su correspondencia en el contenido del Museo Thyssen cuestionó las intenciones: “Dudo mucho que después de su exposición sepamos más de impresionismo al aire libre. Me parece desleal con el público. No todo en la vida es vender. El origen de la pintura al aire libre es un argumento muy válido, pero cuando se fuerzan las cosas uno corre muchos riesgos”. Según cuenta, coincidió en un vuelo Madrid-París con un conservador del Thyssen y le habló de una exposición sobre pintura al aire libre. Más tarde ganó el señuelo que todo lo consigue: “Impresionistas”. También es muy llamativo que ni siquiera en el curso monográfico dedicado a la muestra se hace referencia al famoso movimiento, cuyo título es “La pintura al aire libre y el paisaje moderno”. Mucho más correcto, pero menos atractivo.  

Pablo Jiménez Murillo asegura que le parece desleal con el público el título del Thyssen. 

Juan Ángel López desmiente que sea la suya una exposición sobre impresionistas, a pesar de lo que se anuncia. “Ellos fueron los que han hecho popular la técnica al aire libre, pero la idea fundamental de la exposición es analizar en qué momento se gesta la salida a la calle y cómo es su evolución. Los impresionistas no inventaron esto, empezó años antes”, explica López. Es decir, se les nombra pero no aparecen. Aquí están en mayoría los componentes de la escuela de Barbizón, verdaderos precursores de los caballetes a plena luz.

La estrategia de marketing oculta un recorrido por la naturaleza como taller y por la defensa de la veracidad de los paisajes. El comisario insiste en que el logro de la pintura al aire libre fue anterior a los impresionistas, que de hecho era un recurso fundamental de la enseñanza académica. “Pero con el tiempo se volvió contra el academicismo. Es una caja de Pandora que modificó por completo la pintura del siglo XIX”, dice. El ejemplo más explosivo contra-académico fue Corot, del que se incluyen varias vistas de pequeño formato y muy abocetadas que él no quiso mostrar en vida en público.

Una fórmula agotada

La selección de MAPFRE recoge el agotamiento de la fórmula impresionista, los últimos días de los caníbales antes de ser devorados por sus crías, los posimpresionistas y los nabis. Las previsiones apuntan a que será una segunda parte de éxito, si tenemos en cuenta las visitas de la celebrada en 2010, dedicada precisamente al nacimiento del movimiento. 

En esta ocasión, el punto de partida es la octava y última exposición del grupo, en 1886, momento en el que ya eran una parte tan esencial de la vida cultural francesa como la ópera e, irónicamente, la Academia. Es también el año en el que cruzan el charco y logran su primer gran éxito comercial: la primera gran exposición en los EEUU conquista un mercado pujante y un público que en vez de reírse de ellos se lo compran todo. Con el triunfo afloran las diferencias entre los componentes y hacen irreversible la ruptura del colectivo artístico.

La ruptura definitiva sucede con el uso simbolista del color que hace Van Gogh o la síntesis de Gauguin, así como la terrible libertad contraria a la espontaneidad que elaboró Cézanne. Entre las joyas destacan las dos vistas de la catedral de Ruan de Monet, un ejercicio legendario de trabajo al aire libre atento al más ligero cambio de luz. Faltan ejemplos de las visiones abstractas de Giverny y sus nenúfares a latigazos cromáticos, más tratándose del Orsay.

Otra de las personalidades ajenas a los paisajes impresionistas fue Toulouse-Lautrec, que se lleva una sala en la que se incide en su cartelismo y en la expresividad total. En ese momento las propuestas alternativas desbordan el movimiento y superan aquellas visiones inmediatas de una realidad amable y asequible que logró esclavizar el gusto popular para siempre jamás. La despedida es por la puerta grande con el autorretrato de Van Gogh y su meloso y primerizo Merendero de Montmartre, y la amplia sala dedicada a la mirada primitiva de Gauguin. Aunque parezca el final, la resaca impresionista nunca llega.

Vea los álbumes "El nacimiento del arte moderno Obras maestras del Musée d’Orsaye "Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh"

Hay una noticia buena y otra mala. Empezamos por la mala, que esto es un periódico: a pesar de lo que dicen los carteles y las vallas de publicidad del Paseo del Prado, en Madrid no hay dos exposiciones impresionistas. La buena es que de las dos supuestas muestras del movimiento tan bienquerido, la que miente y da gato por liebre esconde bajo su engañoso título una delicada selección sobre la historia de la pintura al aire libre.  

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