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Barceló: “Arco será una debacle”
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POR LA SUBIDA AL 21% DEL IVA CULTURAL

Barceló: “Arco será una debacle”

Cuando el próximo día 13 de febrero ARCO inaugure su nueva edición, la feria ya estará sentenciada y el veredicto es el fracaso. El fallo lo

Foto: Barceló: “Arco será una debacle”
Barceló: “Arco será una debacle”

Cuando el próximo día 13 de febrero ARCO inaugure su nueva edición, la feria ya estará sentenciada y el veredicto es el fracaso. El fallo lo ha dictado el artista español más cotizado en el mercado internacional, Miquel Barceló. Aunque pueda parecer lo contrario, es la manera que tiene el mallorquín de defender al sector y a la feria más importante de arte contemporáneo de nuestro país. Barceló es tajante contra la política cultural que grava con un 21% el precio de la obra de arte y responde con una pregunta retórica: “¿Para qué van a comprar en Madrid si en cualquier otro sitio del mundo es más barato?”.

Barceló preside una mesa abarrotada de periodistas. Cuestiona la posibilidad de que un coleccionista decida comprar en España una de sus obras justo en el acto de presentación de su incorporación a la galería Elvira González, tras el cierre de su galerista de toda la vida, Soledad Lorenzo. Su nueva marchante ya es consciente de que el negocio va a ser difícil y que cada vez está peor. Ni siquiera las ventas que se hagan en ARCO harán posible que 2013 sea un buen año: “ARCO será una debacle”, concluye Barceló. Considera que la subida al 21% del IVA cultural es “un disparate” y que, si lo que pretenden con esta medida es consolidar el coleccionismo de arte, van a conseguir rematarlo. 

De todas maneras, quien quiera ver la obra del artista tendrá que pasarse por su nueva galería, porque a él las ferias nunca le han parecido el mejor sitio para ver arte. Para celebrar la primera exposición individual de Barceló en los últimos 16 años en una galería madrileña -afortunadamente, pudo verse su obra en 2010 en CaixaForum-, el artista ha optado por la arcilla como protagonista. En realidad, sigue siendo la pintura, pero reivindicada desde la arcilla. “La cerámica es el ‘genérico’ de la pintura, como el ácido acetilsalicílico lo es de la aspirina. Es la forma de pintura más antigua de la historia. Toda la pintura griega se perdió pero la conocemos gracias a la cerámica que ha llegado hasta nuestros días”, explica el artista.

Las piezas que muestra son terracotas. Básicamente arcilla cocida al sol. En crudo, sin más artificios ni complementos. Fueron trabajadas en 2012, con el mismo material con el que actuaron los griegos… pero con mucha más ironía. De entre las tejas, los lienzos y la escasez del color añadido destacan los ladrillos.

Deformados, imperfectos y orgánicos. Ladrillos reciclados del excedente del cataclismo urbanístico. Parte de los desechos de la especulación que Mallorca se ha ahorrado gracias a la crisis económica es utilizada por Barceló. Los mismos ladrillos que habrían seguido alicatando la costa mallorquina, ahora aparecen retorcidos sobre ánforas partidas en dos. También la explosión de la burbuja inmobiliaria permitió al artista hacerse con una vieja alfarería en su pueblo natal Felanitx, donde manipula y cuece sus experimentos. Hasta alimenta el fuego del horno con los cuadros malos. “¡Quemo muchísimos!”, confiesa. 

“Seguramente fue cuando realizaba la piel cerámica que recubre una capilla de la catedral de Palma, entonces ya fue evidente que este material era otro de mis materiales pictóricos, incluso la manera de realizar la obra, sólo a puñetazos y manotazos”, reconoce por escrito el autor que nunca se despega de la medida ancestral y primitiva del arte.

Antes de la presentación a la prensa, Barceló ha ido a visitar el Prado. En París su estudio está a unas pocas manzanas del Louvre y tiene el honor de ser el primer artista vivo en exponer en el museo parisino, con aquellas acuarelas inspiradas en la Divina comedia de Dante Alighieri. Tiene más vínculos con la pintura clásica que la contemporánea. Sus lazos están trabados a los grandes maestros del pasado más que a las referencias actuales.

La visita a la pinacoteca madrileña le ha retrasado media hora; no irá al Museo Reina Sofía. Este es un asunto por el que prefiere pasar de largo y mostrarse correcto, cuando se le pregunta si no es hora ya de una exposición en la nave donde se refugian los discursos artísticos vigentes del artista contemporáneo español más reconocido en el mundo. “Yo no soy el que programo. Sólo estoy en el patronato de la cueva de Chauvet. Si estuviera en el del Reina Sofía quizás sería otra cosa. En algún momento interesará mi obra. Todo es paradójico en este país”, suelta con un ramalazo de sarcasmo para convertir la indignación en extrañeza. Ni siquiera ha pasado a ver la nueva lectura que ha realizado Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, en la que no sale muy bien parado. “Era previsible”.

“China es una enfermedad” 

En la mesa superpoblada tuvo que enfrentarse al repaso de la actualidad sin posibilidad de escapatoria. Sobre la corrupción: “No es nuevo. Siempre hubo cretinos, pero ahora se ven más”. De los premios: “Lleva más trabajo rechazar uno que aceptarlo. Sólo se puede decir gracias”. Acerca de la situación política del artista: “El artista está posicionado aunque no quiera. Todo es político y política”. Hasta de China: “Es una enfermedad”.

Y cómo no, Malí. Barceló comparte tres estudios al año, repartidos por todo el mundo. Cuatro meses en París, otros cuatro en Mallorca y los restantes en Malí. Allí, hace más de dos décadas, una vieja alfarera de Banani le enseñó dónde recoger la mejor tierra y el modo de prepararla. El país Dogón vio nacer su primera calavera de arcilla. Enclavada en un saliente de la falla de Bandiagara tiene su humilde residencia, enclavada en lo que él mismo llama el Tora Bora de este conflicto, porque es el único lugar en el que se pueden refugiar los que quieran escapar de las tropas francesas. ‘Sahelistán’ prefiere llamar a esta zona de transición entre el desierto del Sáhara en el norte y la sabana sudanesa en el sur. Es muy escéptico con el resultado de la intervención militar: “Temo que el conflicto se recrudezca y se vuelva una guerra poscolonial. ¿Para qué sirve esta Unión Europea?”.  

Cuando el próximo día 13 de febrero ARCO inaugure su nueva edición, la feria ya estará sentenciada y el veredicto es el fracaso. El fallo lo ha dictado el artista español más cotizado en el mercado internacional, Miquel Barceló. Aunque pueda parecer lo contrario, es la manera que tiene el mallorquín de defender al sector y a la feria más importante de arte contemporáneo de nuestro país. Barceló es tajante contra la política cultural que grava con un 21% el precio de la obra de arte y responde con una pregunta retórica: “¿Para qué van a comprar en Madrid si en cualquier otro sitio del mundo es más barato?”.