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El otro despropósito artístico de Aragón
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PINTURAS DE UNA AFICIONADA SE MEZCLAN CON VALIOSAS OBRAS DAÑADAS DEL SIGLO XVIII

El otro despropósito artístico de Aragón

A 125 kilómetros de Borja, el pueblo natal del popular Ecce Homo restaurado, otro despropósito artístico adorna una iglesia aragonesa. Si Cecilia Giménez, de 81 años,

Foto: El otro despropósito artístico de Aragón
El otro despropósito artístico de Aragón

A 125 kilómetros de Borja, el pueblo natal del popular Ecce Homo restaurado, otro despropósito artístico adorna una iglesia aragonesa. Si Cecilia Giménez, de 81 años, transformó la cara de un Cristo en un monigote, Matilde Palás Bastaras decidió, hace medio siglo, pintar unos peculiares dibujos en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, en Sariñena, Huesca. 

Se trata de unas pinturas religiosas de cierto aspecto infantil que figuran en las paredes del edificio junto a los deteriorados frescos de Fray Manuel Bayeu, un pintor y arquitecto zaragozano de finales del siglo XVIII. Son escenas angelicales y pastoriles de cuestionada calidad que, aunque a simple vista parezcan hechas por un niño que estrena unas Plastidecor, fueron perpetradas por Matilde, una “doctorada en Bellas Artes que por aquel entonces tenía entre 30 y 40 años”, cuenta una amiga de la infancia, María Teresa Monederos, de 84 años.

La difunta pintora era hija de una de las hermanas Bastaras, herederas de la Cartuja, un edificio Bien de Interés Cultural que hoy sigue en manos de la familia. 

Las pinturas llevan más de 50 años en el claustro del edificio, en concreto, en unos espacios donde antes colgaban varios lienzos de Bayeu trasladados al Museo Provincial de Huesca. Pero no ha sido hasta ahora cuando han cobrado fama gracias al blog de información local Os Monegros y a Twitter, donde ha sido bautizada como “el Ecce Homo de los Monegros”.

Un autor del blog equipara el caso al del controvertido Ecce Homo de Borja. Pese a que las pinturas modernas no son una restauración ni cubren otras más antiguas, rompen "la armonía en la unidad del conjunto mural-pictórico de Bayeu", ha explicado a este medio. “No deja de ser una osadía pintar en un monumento”, constata. “Es como si alguien se atreviera a pintar una cúpula vacía del Pilar de Zaragoza por su cuenta, aunque en este caso el monumento sea privado”.

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José Ignacio Calvo, doctorado en Historia del Arte, hizo la tesis sobre la obra de Bayeu en la Cartuja. A pesar de que considera las pinturas de Matilde “una anécdota sin importancia frente a la mala conservación general del monumento”, sí las define como “impropias”. “Lo ideal sería que, una vez restaurados los frescos de Bayeu y las instalaciones, los cuadros del museo de Huesca puedan volver a su espacio original y tapar estas pinturas”.

Calvo explica que, antes de que fuera aprobada la Ley del Patrimonio Histórico Español en 1985, no había ningún control de la protección de las obras privadas. Por ello “no hubo razón para sancionar a la autora de estas pinturas, que además era familiar de los dueños”.

Algunos allegados, como su amiga María Teresa, afirman que las pinturas “ni dañan en absoluto la imagen de la Iglesia ni atentan contra la obra de Bayeu”. Según ella, “es como decir que Goya choca con Velázquez por ser de épocas distintas. La pintura evoluciona mucho”. María Teresa fue amiga de la autora desde que coincidieron en un internado de Zaragoza cuando eran pequeñas y niega que sus pinturas sean infantiles. “Recibió muchos premios en las exposiciones que hizo, esa fue solo una de sus obras y no merece que la deshonren como se está haciendo”.

Bien de Interés Cultural

Aragón catalogó la Cartuja de las Fuentes como Bien de Interés Cultural en el año 2001. Una distinción que, por lo visto, no tuvo efecto alguno ni en el cuidado del edificio, ni menos sobre la posible retirada de las pinturas de Matilde.

El blog Os Monegros denuncia la falta de limpieza visible por los “excrementos de palomas por sus pasillos, ventanas rotas o el tejado de la torre hundido, así como la vegetación que se apodera del espacio”. "Sencillamente tanta dejadez es un delito contra nuestro patrimonio y tan responsables son los propietarios como el Gobierno aragonés", añade.

Sin embargo, el estado de los murales de Bayeu es quizás lo más llamativo, ya que muchos están agrietados y muy afectados por la humedad. No en vano, en las fotos se aprecian los desconchones que padecen los frescos y las paredes del monumento oscense.

“Las pinturas se están perdiendo” 

La situación de la Cartuja y sus pinturas enfrenta desde hace varios años a sus propietarios con el Gobierno aragonés. En mayo, los dueños pidieron traspasar la propiedad del monumento a la comunidad autónoma, a cambio de liquidar el impuesto de sucesiones generado tras fallecer una de las hermanas propietarias, algo que la comunidad rechazó. 

La decisión fue criticada por Acción Pública en Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), que acusó de "incompetencia" a los responsables autonómicos, tanto por rechazar la propiedad del edificio como por eludir su responsabilidad en el cuidado de las pinturas de Bayeu.

Pese a que no considera "relevantes" los frescos de Matilde, el presidente de esta asociación, Carlos Bitrián, celebra que al menos estos sirvan para dar a conocer el “deplorable” estado de la Cartuja y sus pinturas que, según él, “se están echando a perder”. “Están empeorando a pasos agigantados y el Gobierno de Aragón se desentiende de problemas”, indica Bitrián, que también denuncia el mal estado de la estructura. Cualquier día puede haber un desprendimiento parcial grave. En la torre ya ha habido derrumbes”, asegura.  

Considera por tanto que un monumento de estas características debería estar en manos públicas, o de cualquier responsable que pueda cuidar de su patrimonio. “Aragón debería abrir líneas de financiación para restaurar los edificios históricos cuyos dueños no tengan recursos o no quieran conservarlos”.

Una opinión que comparte el historiador José Ignacio Calvo. “La obra de Bayeu es uno de los conjuntos más importantes de la pintura barroca de Aragón, junto a Goya, por lo que es importante desarrollar un plan urgente de restauración”.

En la visita virtual de la Cartuja de las Fuentes se puede apreciar la inmensidad de los dañados murales que adornan sus instalaciones, así como el mal estado general del edificio.

A 125 kilómetros de Borja, el pueblo natal del popular Ecce Homo restaurado, otro despropósito artístico adorna una iglesia aragonesa. Si Cecilia Giménez, de 81 años, transformó la cara de un Cristo en un monigote, Matilde Palás Bastaras decidió, hace medio siglo, pintar unos peculiares dibujos en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, en Sariñena, Huesca.