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El 'Código Miguel Ángel': los misterios sin resolver de la Capilla Sixtina
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LA 'OLVIDADA' CELEBRACIÓN DE SUS 500 AÑOS

El 'Código Miguel Ángel': los misterios sin resolver de la Capilla Sixtina

2012 es un año de grandes onomásticas: se cumplen 800 años de la batalla de las Navas de Tolosa, 300 del nacimiento de Jean-Jacques Rousseau, 50

Foto: El 'Código Miguel Ángel': los misterios sin resolver de la Capilla Sixtina
El 'Código Miguel Ángel': los misterios sin resolver de la Capilla Sixtina

2012 es un año de grandes onomásticas: se cumplen 800 años de la batalla de las Navas de Tolosa, 300 del nacimiento de Jean-Jacques Rousseau, 50 de la invención de la minifalda y de la primera actuación en vivo de los Rolling Stones, y cuatro del gol de Fernando Torres contra Alemania en la final de la Eurocopa. Todos estos aniversarios han aparecido en los medios de comunicación, con mayor o menor detalle. Pero lo que pocos parecen haber recordado es que también se cumple medio milenio desde que Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) finalizase una de sus grandes obras maestras, la pintura de la bóveda de la Capilla Sixtina.

El crítico de arte y responsable del documental The Michaelangelo Code: Secrets of The Sistine Chapel  Waldemar Januszczak se preguntaba en las páginas del Sunday Times el pasado domingo acerca de dicho silencio. El nombre de la Capilla tan sólo ha aparecido en los medios durante los últimos meses gracias a Justin Bieber, que la llamó la “Decimosexta capilla” (es decir, Sixteenth Chapel en inglés). El crítico de arte especulaba con la leyenda negra que envuelve al papa Julio II –probablemente, el más militarizado de todos los Sumos Pontífices– para justificar por qué el Vaticano no había mostrado especial empeño en realizar una conmemoración sobre tan señalado aniversario: según el experto, la bóveda en su conjunto representaría el terrorífico momento del Apocalipsis, y no lo el del Génesis. Quizá un mensaje apocalíptico en pleno 2012, año del supuesto fin del mundo maya, no sea considerado como lo más apropiado por parte del Vaticano.

El papa es caricaturizado en la figura del huraño BoozLo que sí ha hecho la Iglesia este año ha sido sacar a la luz en la exposición Lux in Arcana una nueva serie de documentos pertenecientes a sus archivos secretos, entre los que no se encuentra más que una carta redactada a mediados del siglo XVI por el propio Miguel Ángel a Cristoforo Spiriti, obispo de Cesena, al que rogó que conservase la Fábrica de San Pedro  “defendiendo sus materiales como si fuesen soldados y arriesgando sus vidas”. Pero nada que siga sin resolver la auténtica relación entre el artista y su mecenas: siguen existiendo multitud de enigmas sin resolver que han dado (y darán lugar) a toneladas de bibliografía científica sobre el considerado como el gran test Rorschach del arte. El origen heterodoxo de las figuras representadas (de Adán a los Doce Apóstoles pasando por el Diluvio Universal) ha conducido a dicha confusión.

En la célebre película de Carol Reed El tormento y el éxtasis (The Agony and the Ecstasy, 1965), el espectador presencia las frecuentes discusiones entre Miguel Ángel (un Charlton Heston a punto de visitar el planeta de los simios) y el papa Julio II (un Rex Harrison que acababa de enseñar a hablar correctamente a Audrey Hepburn en My Fair Lady) sobre lo que debía aparecer reflejado en la capilla. Aunque la disputa se presentase como intensa, es muy poco probable que se realizase en los términos que la película presenta. A ningún artista se le ocurriría discutir de forma tan tajante las ideas de un papa, aunque sí existe unanimidad en considerar que fue una de las obras de su época en la que su creador gozó de mayor libertad artística.

La neurociencia considera la obra como un homenaje del artista al cerebro humanoPor ello mismo, muchos estudiosos del arte han escarbado en la Capilla Sixtina para encontrar cualquier posible signo de crítica por parte de Miguel Ángel hacia su empleador. Entre ellas, según cuentan Roy Doliner y el rabino Benjamin Blech, autores de Los secretos de la Capilla Sixtina (Aguilar) figura la práctica ausencia de figuras señeras del cristianismo como Jesucristo o la Virgen María –que sí aparecerían años después en El juicio final, que decora el ábside de la capilla, realizado ya bajo el papado de Pablo III–, mientras que el 95% de las figuras representadas pertenecen al Antiguo Testamento. Los autores consideran que Miguel Ángel pudo sumergirse en los misterios de la Cábala durante su estancia en Florencia, y que dicha influencia se habría filtrado en su obra maestra.

Otros expertos como Heinrich Pfeiffer sugieren que es posible que la propia imagen del papa fuese ridiculizada en la figura del huraño Booz, ascendiente del rey David. El dorado de sus ropajes (con los que se suele representar al papa) y la expresión gruñona llevan a pensar que se trata de una imagen caricaturizada del propio papa. Más decisiva aún es la imagen de la propia cara del personaje que aparece en el extremo del bastón y que es un reflejo especular de la de Booz, quizá una manera de sugerir el proyecto de vanidad del papa que fue dicha capilla.

El papa fue retratado de manera más explícita en la figura de Zacarías, uno de los profetas más apocalípticos y con el que Julio II se sentía vinculado: entre las profecías de Zacarías se encuentran la aparición de un nuevo Mesías que restauraría la Iglesia de Jerusalén y la pronta llegada del Apocalipsis. Januszczak interpreta la identificación de Zacarías con Julio II como un signo de la creencia en un fin cercano del Apocalipsis por parte del papa. Encima de dicha figura se encuentra la de Aminadab, cuyo gesto de las manos podría ser una referencia a la cornamenta del diablo, un guiño malintencionado hacia el papa por parte del artista de Caprese. Aunque no pudo firmar su obra como era habitual en la época, sí puedo dibujar su cara en la misma: tanto como en el despellejado San Bartolomé como en ese Holofernes decapitado que Judit porta en una bandeja. ¿Se veía Miguel Ángel a sí mismo como un mártir del cristianismo?

Cerebros ocultos

Durante los últimos años, la neurociencia se ha mostrado cada vez más atraída por la obra maestra de Miguel Ángel. El más reciente de los estudios que han defendido que en el fresco se encuentra codificado un auténtico homenaje a la anatomía es el realizado por los profesores Ian Suk y Rafael Tamargo y publicado en la revista científica Neurosurgery bajo el nombre de Neuroanatomía oculta en la ‘Separación de la luz de las tinieblas’ de Miguel Ángel. En el mismo, sus autores afirman que el anatómicamente incorrecto cuello de Dios representado en dicho sector de la Capilla no es un error del artista, sino una reproducción intencionada del cerebro humano visto desde abajo. No se trata del primer estudio realizado en dicho sentido: en 1990, el ginecólogo Frank Meshberger defendió que la célebre imagen de Dios dando la vida a Adán conformaba, en realidad, una imagen del cerebro humano cortado a la mitad.

Miguel Ángel mantuvo un amor platónico hacia el joven noble Tommaso de CavalieriEstas afirmaciones se basan en el interés del artista por el cuerpo humano. Miguel Ángel comenzó a diseccionar cadáveres a los 17 años y su conocimiento de la anatomía humana era profundo, a pesar de que no se haya conservado ninguno de los documentos realizados sobre tal materia, destruidos por el propio artista. Se han interpretado estas representaciones del cerebro como una manera de poner a un nivel semejante la creación divina y el intelecto humano.

La presunta homosexualidad

Una exposición inaugurada el pasado 2010 en la Courtland Gallery de Londres se centró en sacar a la luz las señales que, según los responsables de la misma, había depositado Miguel Ángel en sus dibujos y que, en teoría, descubrirían su homosexualidad. La comisaria Stephanie Buck aseguró en su momento que aunque “no existan pruebas suficientes para afirmarlo de manera tajante”, el amor que el artista sentía hacia el cuerpo humano –especialmente el masculino– serviría para justificar la homosexualidad implícita en sus retratos.

Según Buck, Miguel Ángel se sintió atraído en su madurez por Tommaso de Cavalieri, un joven noble de la sociedad romana que habría sido la inspiración para algunos de sus dibujos de 1533, y con el que habría mantenido “una relación platónica, que nunca llegaría a consumarse”. La homosexualidad se encontraba bastante extendida y era bien considerada en la Florencia de los Médici, por lo que el caso de Miguel Ángel no sería excepcional. Como Francisco L. González-Cáñamo defiende en su artículo Algunas notas a la poesía de Miguel Ángel publicado en la revista de estética y artes Fedro, la homosexualidad del artista florentino era “innegable”, tal y como se desprende de los ardientes poemas que dedicó al citado Cavalieri. En uno de ellos, llegó a escribir: “¿Qué guía o escolta podrá valerme o ayudarme contigo, si ardo al acercarme y al partir me matas?

2012 es un año de grandes onomásticas: se cumplen 800 años de la batalla de las Navas de Tolosa, 300 del nacimiento de Jean-Jacques Rousseau, 50 de la invención de la minifalda y de la primera actuación en vivo de los Rolling Stones, y cuatro del gol de Fernando Torres contra Alemania en la final de la Eurocopa. Todos estos aniversarios han aparecido en los medios de comunicación, con mayor o menor detalle. Pero lo que pocos parecen haber recordado es que también se cumple medio milenio desde que Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) finalizase una de sus grandes obras maestras, la pintura de la bóveda de la Capilla Sixtina.