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Lara reúne a medio 'planeta' en la noche del premio mejor dotado de las letras españolas
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EDUARDO MENDOZA, GANADOR DEL CERTAMEN

Lara reúne a medio 'planeta' en la noche del premio mejor dotado de las letras españolas

Hacía años que una gala del premio Planeta no concitaba tanta expectación como la de este año, en la que resultó ganador Eduardo Mendoza. En Cataluña

Foto: Lara reúne a medio 'planeta' en la noche del premio mejor dotado de las letras españolas
Lara reúne a medio 'planeta' en la noche del premio mejor dotado de las letras españolas

Hacía años que una gala del premio Planeta no concitaba tanta expectación como la de este año, en la que resultó ganador Eduardo Mendoza. En Cataluña es periodo preelectoral -lo de pre es una simple formalidad- y eso se nota: la cena de concesión del galardón mejor dotado, económicamente hablando, contó con un nutrido elenco de profesionales de la res publica: la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; el presidente de la Generalitat, José Montilla; el presidente del Senado, Javier Rojo; el consejero de Cultura, Joan Manuel Tresserras; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho e, incluso, el ex president Jordi Pujol, ya casi imprescindible en cualquier evento social, poblaban el acto.

 

Eduardo Mendoza, el ganador que repartirá con Hacienda los 601.000 euros del galardón, ironizó sobre sí mismo. “Siempre escribo libros sin saber qué pasa. Los escribo para ver cómo acaban”. Lo mismo que los políticos en campaña electoral: van haciendo hasta que llega la hora de la verdad. Y, mientras tanto, ejercen de relaciones públicas.

Fue una cena ligera, trufada de continuas apariciones del secretario del jurado del premio con los resultados de las sucesivas votaciones. Como cada año, iban cayendo los nombres de las novelas eliminadas, cuando ya por todas las mesas se había corrido la voz de que el ganador tenía nombre y apellidos. Ya no había misterio, porque la cripta se había abierto unas horas antes: Mendoza, el cronista de Barcelona, era el afortunado, con una novela ambientada en el Madrid de 1936, de nombre Riña de gatos. Sólo unos pocos perdidos en el laberinto de las aceitunas no se habían enterado de la buena nueva antes de llegar al salón del Palacio de Congresos.

La sorpresa fue la novela finalista, El tiempo mientras tanto, de la periodista valenciana Carmen Amoraga, que se ha revelado ya como una escritora de peso, puesto que ya había quedado finalista del premio Nadal en 2007. “Es muy fácil escribir una novela, pero es muy difícil hablar de ella”, se quejó a la hora de explicar su trabajo. Amoraga se embolsará 150.250 euros, o lo que quede de ellos después del ajuste de cuentas con Hacienda.

La sempiterna Prats Fatjó, que capitanea Joan Gaspart -presente en el ágape- sirvió ensalada de langostino con juliana perona, compota de tomate y crumble de jamón ibérico, lomo de rape con yema de espárragos, patata mascarada y jugo de asado y trilogía de chocolate blanco, más café y mignardises. Los vinos, de la tierra: Blanc de Blancs Giró Ribot, Viña Heredad de Segura Viudas y cava Aria Brut Nature de Segura Viudas. Lo suficiente para terminar una noche sin pesadez de estómago. Y no es ésta la que tiene el diputado republicano Joan Ridao, visiblemente más delgado que hace unos meses. Es un esclavo del puente aéreo y eso se nota. Demasiado trajín. “A algunos, las situaciones de estrés y angustia les engorda. A mí, me adelgazan. Pero también es verdad que últimamente he vuelto a ordenar un poco mis horarios y a tratar de no comer tanto fuera de casa”. Ridao asistió para cumplimentar al grupo Planeta, con quien mantiene desde hace mucho tiempo unas relaciones excelentes.

El tesón de Sandro Rosell

El presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, fue uno de los más solicitados. Allí estaba con su compañero de junta culé Carles Vilarrubí y con José María Xercavins, de la comisión económica del club. Los últimos días han mantenido intensas reuniones para preparar la asamblea de este sábado, donde se decidió llevar a Joan Laporta, a los juzgados por dejar las cuentas hechas unos zorros.

Rosell hace un trabajo arduo pero tenaz al frente del Barça y es hombre de pocas palabras, pero de acción contundente. No le temblará la mano ante nada, se deduce de sus expresivos silencios. No habló del futuro ni del club, aunque se le nota que está por la labor. “Despacio y seguro, sin alborotar”, despacha el tema. Por eso, es normal la preocupación de Laporta sobre su futuro. Son la noche y el día. El histrionismo de su antecesor ya es historia.

No faltó una también nutrida presencia empresarial, con el ex ministro de Asuntos Exteriores y actual presidente de Vueling, Josep Piqué, en franca competencia con el presidente de Spanair, Ferran Soriano, que se ha apuntado al club de los sin corbata. También estaba Artur Suqué, el dueño de los casinos de Cataluña; Javier Godó, conde de Godó; o el presidente de Ercros, Antoni Zabalza, metido de lleno en la campaña electoral de Fomento, que dirimirá el lunes si repite mandato Juan Rosell o copa el poder Joaquim Boixareu.

También estaban allí el presidente de Fibanc-Mediolanum, Carles Tusquets; el vicepresidente de Comsa-Emte, Carles Sumarroca; el publicista Lluís Bassat; el director general de Tecnitoys, es decir, Scalextric, Sergi Pastor; el factotum de salones como el del Automóvil o el Barcelona Meeting Point, Enrique Lacalle; el matrimonio formado por Salvador y Rosa Tous; y Alberto Palatchi, presidente de Pronovias, fueron algunos de los representantes del universo empresarial. Incluso repartía sonrisas Rafael Español, ex presidente de La Seda, que desde hace unos meses no se pierde un sarao.

Otro que se movía como pez en el agua era el ahora abogado Miquel Roca, que departió a la salida con Ferran Soriano, no se sabe si como consulta profesional o particular. No hay que olvidar que Soriano formaba parte de la junta de Laporta que puede ser cuestionada esta tarde. Y, por supuesto, no faltaban las finanzas, con el director general de La Caixa, Juan María Nin, o el del Banc Sabadell, Jaume Guardiola, a la cabeza.

No hubo malos rollos en la cena. Ni políticos ni empresariales. Todos hicieron un kit-kat durante unas horas. Piqué, a pesar de las iras levantadas por las inyecciones de dinero público a su rival Spanair, no se las tuvo con Soriano. Y Ridao departió sin problemas con el socialista Joaquim Nadal, a pesar de que las relaciones en el Gobierno catalán echan chispas por el desplante del consejero republicano de Gobernación, Jordi Ausàs, que desoyó a Montilla y prometió que su departamento apoyaría logísticamente a la plataforma que quiere celebrar un referéndum independentista en Barcelona en abril próximo. Son cosas de la cercanía de las elecciones, dicen. Y, por eso, todos quieren marcar paquete.

Junto a la pléyade de políticos y empresarios, muchas caras conocidas: Patricia Rato, Jordi Hurtado, Lucía Etxebarría, Juan Luis Arsuaga, Ana María Matute, Nativel Preciado, Carmen Rigalt, Marta Robles, Ana García-Siñeriz, Fernando Schwartz, Xavier Sardà o Risto Mejide, por citar sólo a unos cuantos. En resumen, medio planeta -o casi- acudió a la llamada de José Manuel Lara, el peso pesado por excelencia del universo literario español y en español. Una noche feliz para los galardonados... y para el fisco.

Hacía años que una gala del premio Planeta no concitaba tanta expectación como la de este año, en la que resultó ganador Eduardo Mendoza. En Cataluña es periodo preelectoral -lo de pre es una simple formalidad- y eso se nota: la cena de concesión del galardón mejor dotado, económicamente hablando, contó con un nutrido elenco de profesionales de la res publica: la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; el presidente de la Generalitat, José Montilla; el presidente del Senado, Javier Rojo; el consejero de Cultura, Joan Manuel Tresserras; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho e, incluso, el ex president Jordi Pujol, ya casi imprescindible en cualquier evento social, poblaban el acto.

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