Es noticia
La fuerza divina de la naturaleza de Turner llega al Museo del Prado
  1. Cultura

La fuerza divina de la naturaleza de Turner llega al Museo del Prado

Tras la buena acogida recibida en Londres y París, Madrid recibe con los brazos abiertos una muestra que permite identificar los trazos personales de un artista,

Foto: La fuerza divina de la naturaleza de Turner llega al Museo del Prado
La fuerza divina de la naturaleza de Turner llega al Museo del Prado

Tras la buena acogida recibida en Londres y París, Madrid recibe con los brazos abiertos una muestra que permite identificar los trazos personales de un artista, pudiendo, además, ser comparados con los de sus maestros y los de sus coetáneos. Turner (1775-1851), uno de los creadores británicos más reconocidos –el que de hecho da nombre al gran premio de las artes plásticas que allí se concede- aterriza en el Museo del Prado con una exposición con la que regocijarse por su didactismo. Será una de las estrellas del turismo cultural de Madrid, sobre todo teniendo en cuenta que su presencia estará limitada hasta el 19 de septiembre.

 

En las dos enormes salas del nuevo Prado, el espectador puede moverse a sus anchas y disfrutar de una presentación cuidada de una serie de comparaciones jugosas. Son las que le hubiesen gustado a un artista que recibió el encargo del Duque de Bridgewater de unas obras que acompañasen a otras más ancianas de su colección. Un planteamiento que fue sugerido en los años 20, pero que se rechazó por resultar demasiado rompedora y arriesgada. Las instituciones han optado cada vez más por esta dinámica y los resultados son verdaderamente educativos. Acuérdense si no de muestras recientes como Monet y la abstracción en el Thyssen, o las apuestas del Prado como contraponer Las Meninas a los trabajos vástagos de Sargent o Hamilton.

 

placeholder

 

Naturaleza salvaje e impredecible

 

En la presentación de la muestra, el comisario inglés, David Solkin, explica que “desde un principio se ha considerado como precursor del impresionismo y la abstracción, algo que a Turner le hubiera horrorizado”. Añade que “el no cree en Dios, sino en una naturaleza salvaje e impredecible. Cree que su labor es interpretarla en nombre de la humanidad, aunque siempre quedará fuera del entendimiento humano”

 

Javier Barón, comisario de la muestra en España, recordó que esta es la primera gran cita con la obra de Turner aquí, ya que lo único que se había realizado fue una pequeña exposición en 1983 en el Prado con una selección de acuarelas. Entre las novedades presentadas respecto a lo que se vio en la Tate y en el Grand Palais, figuran la inclusión de las obras: Naufragio de un carguero, Tormenta de nieve: Anibal y su ejército cruzando los Alpes, Paz - Entierro en el mar, Sombra y oscuridad…, y Luz y color, obras muy destacadas dentro de la trayectoria del artista británico.

 

Su expresividad, ritmo y movimiento se contraponen a la grandiosidad, el cuidado del detalle, o la obsesión realista de otros. Su tono atormentado es evidente, pero también ese toque intimista incluso en los cuadros de mayor tamaño. La naturaleza, amenazante en unos, es en Turner siempre divina e inexorable; y el espectador puede captar ese intento de que los personajes que se sitúan en primer plano nunca dejen de tener una comunicación que se mezcla con el fondo de los paisajes.

 

En su diálogo con pintores como Tiziano, Veronés, Claudio de Lorena, Poussin, Constable, Rembrandt o Rubens, Turner se postra ante sus maestros sin dejar de mirar hacia delante, obsesionarse con la luz, discutir con Goethe y observar de primera mano escenas que siempre tendrán el pulso del genio, la personalidad del creador que ante todo supo mantener una aplastante coherencia. Desde el 22 de junio serán testigos en el Museo del Prado.

 

placeholder

Tras la buena acogida recibida en Londres y París, Madrid recibe con los brazos abiertos una muestra que permite identificar los trazos personales de un artista, pudiendo, además, ser comparados con los de sus maestros y los de sus coetáneos. Turner (1775-1851), uno de los creadores británicos más reconocidos –el que de hecho da nombre al gran premio de las artes plásticas que allí se concede- aterriza en el Museo del Prado con una exposición con la que regocijarse por su didactismo. Será una de las estrellas del turismo cultural de Madrid, sobre todo teniendo en cuenta que su presencia estará limitada hasta el 19 de septiembre.

Museo del Prado