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Rock in Rio cierra con Metallica: ¿Quién dijo que el metal era frío?
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Rock in Rio cierra con Metallica: ¿Quién dijo que el metal era frío?

Camisetas negras, tatuajes… también algún paraguas, pero no el de Rihanna, sino uno verdaderamente útil. Parecía preparase una buena en la última jornada de Rock

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Rock in Rio cierra con Metallica: ¿Quién dijo que el metal era frío?

Camisetas negras, tatuajes… también algún paraguas, pero no el de Rihanna, sino uno verdaderamente útil. Parecía preparase una buena en la última jornada de Rock in Rio. Pero las nubes negras no fueron más que un presagio de los truenos que se preparaban a cubierto, en el Escenario Mundo.

 

Si el viernes la lluvia no terminó de aguar una fiesta que, eso sí, se celebró en petit comité, y en la que brilló Cypress Hill y Rage Against the Machine –no Jane’s Addiction, cuyo cantante parece estar en horas muy bajas-, el lunes estaba decidido a plantarse como el más metálico en todos los sentidos. Sôber abrió el escenario principal con religiosa puntualidad y un directo muy correcto, mostrando que el tiempo fuera de circuito no les ha hecho perder su capacidad de mejorar.

Mientras la publicidad seguía empeñada en hacerse notar, Motörhead izó su bandera negra sobre la gran pantalla, como piratas dispuestos a imponer su ley, una muy simple: la del buen rock’n roll. Lemmy Kilmister, el líder de la formación desde los 70 y que en su día fuese el pipa, el roadie, de Jimi Hendrix, salió decidido a ser fiel a su estilo: música potente pero sin florituras -aunque entre ellas tampoco quepa una voz comprensible-. Tal fue la intensidad, que al batería se le rompió el pedal de chaston (hi-hat), con lo que Lemmy no dudó en aprovechar el momento para pedir a alguien que contase chistes. Nunca hay que perder el buen humor. Él, curtido en multitud de vicios; él, que vivió deprisa y, parece, que morirá viejo –tiene más de 60 años-, sabe de su importancia.

Imágenes de western abrían paso al concierto más esperado de la noche, pero no las de un Unforgiven –ese venía después- sino las de una de Leone, El bueno, el feo y el malo, con la melodía de Ennio Morricone. Muchos intentarían tararearla, pero no eran las generaciones que más la conocían las que engordaban la masa de público, sino más bien los últimos enganchados. Los otros, los que consideran a la agrupación unos vendidos a la comercialidad, o los que ven un sacrilegio que estén presentes en un festival de la radiofórmula más facilona, por allí no hicieron acto de presencia.

Enganchados al público

Desde luego, James Hetfield, al igual que Lemmy, no va a pasar a la historia de la música por su voz, pero la cabeza más visible de Metallica demostró estar totalmente enganchado al público de principio a fin. Eso es comunicación y ganas de hacer disfrutar con un concierto de más de dos horas en las que hubo homenajes -el Sad But True dedicado al mencionado alma de Motörhead (el baterista Lars Ulrich lo tenía en la cabeza cuando puso en marcha el grupo a principios de los 80)- y el cover de otra de sus agradecidas influencias, Diamond Head, que llegó ya en los bises.

Fue un concierto en el que se corearon con entusiasmo temas tan mitificados como Nothing Else Matters, Enter Sandman, Master of Puppets o One. James Hetfield no dejó de dar las gracias y dirigirse al público diciendo cosas como: “Se os ve un poco agotados. ¿Es hora de ir a casa?”. Pero la gente no se cansó y disfrutó más aún del gran montaje pirotécnico que se había preparado. ¿Quién dijo que el metal era frío?

El festival acabó en lo alto, pero le costó llegar hasta allí. Fueron unas jornadas en las que faltó buen rock y en las que, como en la edición anterior, se tiró de viejas glorias para pulir el cartel. Nada nuevo bajo el sol… y la lluvia. Si en el 2008 los resultados no fueron muy satisfactorios -291.000- en comparación con las cifras de Lisboa -354.000-, este año fue aún peor: 250.000. Los precios no eran muy razonables, la variedad de artistas, tampoco. Publicidad, mucha publicidad para engatusar, pero que de poco sirvió para abaratar las entradas.

De momento, 2012 tendrá otra edición del festival en Madrid. Quizá sea el momento de encontrar ese punto justo en el que la gente aficionada a otro tipo de eventos musicales más humildes también se enganche. Si no, será de nuevo el circo del pop, y no la fiesta del rock, la que imponga su lógica.

Camisetas negras, tatuajes… también algún paraguas, pero no el de Rihanna, sino uno verdaderamente útil. Parecía preparase una buena en la última jornada de Rock in Rio. Pero las nubes negras no fueron más que un presagio de los truenos que se preparaban a cubierto, en el Escenario Mundo.