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Sigan sus caderas, y no su voz, en Rock in Rio
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Sigan sus caderas, y no su voz, en Rock in Rio

Largas colas esperando subir a un autobús, un calor abrasador y el mejor desfile de moda adolescente-juvenil que haya podido ver en su vida. Si

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Sigan sus caderas, y no su voz, en Rock in Rio

Largas colas esperando subir a un autobús, un calor abrasador y el mejor desfile de moda adolescente-juvenil que haya podido ver en su vida. Si estuvo hace dos años, pensará: "¿Cómo he podido vivir sin todo esto?". El despliegue de medios, impresionante. La calidad musical sobre el escenario, muy discutible.

 

Rock in Rio volvió a poner en marcha un carrusel en el que los últimos en subirse han sido los miles de personas que quieren ver de cerca de sus héroes de la radiofórmula, porque en él ya se habían montado multitud de marcas que han llenado la gran explanada para hacer su junio publicitariamente hablando.

El primer día dejó saciado a los fans de Bon Jovi con las dos horas de ofrecieron, en el que hasta hubo sitio para bises, Pero las 49.000 personas que acudieron el viernes se quedaron en muy poca cosa cuando en la segunda jornada se barajaba la nada desdeñable cifra de unas de 85.000 personas. Todas ellas -o casi todas, de acuerdo- llegaron dispuestas a bailar al ritmo de las caderas de dos féminas, Shakira y Rihanna; artistas que se deben a sus vídeos musicales: ya saben, lo importante no es que canten, sino que se muevan como lobas en celo. 

Rihanna, un directo discutible

Si en el 2008 los moños altos con bandana atada en la parte superior eran los que recibían a Amy Winehouse, algún que otro pelo echado hacia delante hacía lo propio con Rihanna en su primera visita a Madrid. La de Barbados ofreció un concierto de hora y media en el que si lo que se pretendía era escuchar su directo, solo hubo oportunidad de comprobarlo durante 45 minutos, porque el resto no cantaba ella: era su émula desde lo oscuro o una grabación. Si oyó un saxo, lo mismo: en el escenario no se vio a nadie tocando.

Rihanna tiene potencia de voz, pero ya se sabe que sin control no sirve de nada. Demostró que su rango de voz era más bien pobre en un espectáculo con una producción muy justita por más que cambiase la apariencia del cuerpo de baile y trufase de videos el asunto, o de referencias: desde Keith Haring, pasando por el futurismo, hasta llegar a The Wall de Pink Floyd. El eclecticismo, ya saben, es el signo de estos tiempos. El espectáculo era ella. Ataviada con un modelito gaultieriano fue subiendo el largo de sus botas a medida que avanzaba el show. Se le notaba más estilizada de lo acostumbrado, pero en cuestión de coreografías el trabajo era mínimo. No tuvo que mover demasiado su moneymaker. Auténtica flor de un día.

Punto y aparte se merecen sus músicos. Tener a su lado un guitarrista tan virtuoso como Nuno Bettencourt –curtido en la música gracias al grupo Extreme- no es moco de pavo. Él, junto a una buena base rítmica, salvaban la papeleta a un concierto con demasiado descanso y fundido en negro que recorrió todo su repertorio -esencialmente dos discos-, cerrando la velada con el Umbrella de sus amores y una lluvia de papeles rojos de lo más efectista.

Shakira, más de lo mismo

La  "tía a la que le pegó su novio", como le comentaba por teléfono una chica a alguien que parecía estar demasiado perdido, empezó 20 minutos tarde en un concierto que ya se había retrasado media hora sobre el horario previsto, así que Shakira también llegó tarde. Comenzó a lo suyo: demostrando sus dotes para la danza del vientre. Poco se sabía de su loba. Tardó en soltarla: más de media hora después del comienzo. El resto se ciñó a lo que en el mismo escenario se pudo ver dos años atrás: carisma, pero poca voz, y una buena traca final de piroctecnia.

“La verdad es que sale bien en todas”, me dice un fotógrafo mientras confiesa que de todo esto no sabe: "a mí me gustan los Rolling". Pero poco rock se va a ver por aquí de momento. Volvemos al maldito eclecticismo y al producto prefabricado: lo mismo te pareces ayer a Madonna como ahora sigues a Lady Gaga. ¿A quién querrá emular Miley Cyrus? Mañana se lo contaremos.