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Huntington o el afán de un filántropo por el arte español
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Huntington o el afán de un filántropo por el arte español

 Tras un periplo por varios museos españoles las visiones de España de Joaquín Sorolla regresan a su casa, pero esta no se encuentra en Valencia sino

Foto: Huntington o el afán de un filántropo por el arte español
Huntington o el afán de un filántropo por el arte español

 Tras un periplo por varios museos españoles las visiones de España de Joaquín Sorolla regresan a su casa, pero esta no se encuentra en Valencia sino en la Hispanic Society of America, un museo fundado en Nueva York por el filántropo Archer Huntington que desde hace más de un siglo fomenta el conocimiento del arte español.  ¿Quién fue este hombre que cambió su destino como industrial por el amor a la pintura?

La pasión artistica ya se podía intuir en el pequeño Archer, nacido en Nueva York en 1870. Durante un viaje a Reino Unido con su madre para visitar la National Gallery tuvo un sueño que no tardó en confesar a ésta: quería vivir en un museo. Los cuadros de la pinacoteca londinense fueron para él una revelación que marcó su camino. Con el tiempo lo logró y de hecho, siendo adulto, solía bromear diciendo cosas como “allí donde pongo el pie, brota un museo”.

Huntington había nacido para una vida muy diferente: lo suyo no debía haber sido la vida bohemia, sino el empresariado industrial. Su padre, Collins Potter Huntington, fue constructor del ferrocarril Central Pacific y esperaba que su hijo se interesase por sus negocios. Aun así Archer recibió formación en varias escuelas privadas sobre materias humanísticas como Latín, Griego, Literatura inglesa e Historia. Su renuncia a la dirección de unos astilleros que le ofreció el patriarca parece, por tanto, natural. Renunció a la dirección de los astilleros que le ofrecían para construir museos y ser un hombre de letras.

De repente, España

Para entonces el adolescente Archer ya tenía sus ojos puestos en España. Con 12 años cayó en sus manos un ejemplar de Los Zoncali, de Jorge Borrow. Después empezó a leer La Biblia en España. Con ello bastó para que su corazón echase raíces en un territorio, el español, que ni siquera había visitado todavía.

Huntington sabía que para comprender el espíritu de aquel país europeo debía conocer su idioma. Estudió castellano y también árabe, ya que buscaba conocer también la etimología de algunas de las palabras. Por fin estaba listo para dar el gran salto: a los 22 años cruzó el Atlántico en barco hasta Francia y desde allí cogió un tren que le llevó hasta España. Primera parada, Burgos.

Era el momento de plasmar sus vivencias y así, a comienzos del siglo XX, estableció la Hispanic Society of America. Con este museo, el mayor de arte español fuera de la península, enlazó los dos paises que más amaba. El actual conservador jefe de la institución neoyorquina, Marcus B. Burke, destaca que “se aunó todo en Huntington para conseguir un gran museo: su amor y su interés por España, su gran formación y su gran fortuna”.

Encargos a Sorolla

A partir de ese momento se dedicó a rodearse de personas que le podían hacer entender mejor España. Fue en Londres donde conoció a Joaquín Sorolla. El pintor valenciano exhibía entonces sus obras en la capital británica y a propuesta del neoyorquino aceptó exponer 350 lienzos en la Hispanic Society of America.

La gran apertura, celebrada el 4 de febrero de 1909, fue un evento social en toda regla. La expectación era tan grande que atrajo a la mayor multitud que hasta entonces se había reunido en Nueva York ante un acontecimiento de este tipo. Huntington adquirió un buen número de los cuadros expuestos.

Al año siguiente, una conversación de Sorolla y el neoyorquino en París dio lugar al encargo de una serie especial sobre ambientes y fiestas de las diferentes regiones de España. Firmaron el contrato en noviembre de 1911. Desde entonces hasta junio de 1919 Visión de España se convirtió en la principal tarea del valenciano.

El papel de Alfonso XIII

Estas piezas se pudieron ver por primera vez en España a finales de 2007 en el Centro Cultural Bancaja de Valencia. Después viajaron a museos en Sevilla, Bilbao, Barcelona y Madrid. La exposición fue vista sólo en Madrid por más de 450.000 personas; más de un millón y medio en el resto de España.

En realidad esta gran antológica itinerante debía haber tenido lugar hace décadas. “Huntington, el rey Alfonso XIII y el pintor tenían previsto enviar las obras en una exposición a España, pero fue imposible por el deterioro de la salud de Sorolla y su muerte en agosto de 1923. Ahora se ha podido cumplir el deseo de los tres”, explica Burke.  

El director del centro, Mitchell Codding, se enorgullece de que “el trabajo que corona la carrera de Sorolla haya podido ser visto al fin en España, donde nunca había estado antes”. Tampoco oculta su satisfacción por el retorno de las obras: “Estamos encantados de que estén de nuevo en casa. El proceso de restauración ha redescubierto detalles preciosos escondidos durante años. Pero más importante es que nuestra renovación de la Galería Sorolla ha mejorado la luz y corregido el ángulo de visión entre el visitante y las piezas”.

Con esta reforma, presentada hace días, se completa la primera fase de un ambicioso proyecto de rehabilitación cuyo presupuesto es de cinco millones de dólares. En esta sala, los sorollas cubren una anchura de más de 70 metros y una altura de 3,5. “El Museo Sorolla de Madrid tiene más obras, pero nosotros más metros”, bromea Burke.

Incunables, cuadros y la leyenda del oro

La herencia de Huntington no se queda en las piezas de Sorolla. La colección de la Hispanic Society of America incluye más de 800 pinturas y 6.000 trabajos sobre papel que ofrecen un estudio del arte español a través de las piezas de El Greco, Goya, Morales, Murillo, Ribera, Velázquez, Zuloaga, Zurbarán o Fortuny. También cuenta con mil ejemplos de esculturas que datan desde el año 1000 AC hasta el siglo XX, cerámicas, cristal, mobiliario, telas o fotografías, además de una inconmensurable biblioteca con más de medio millón de referencias entre libros, periódicos, manuscritos e incunables.

Cuenta la leyenda que también hay lingotes de oro y ejemplares de la Biblia de Gutenberg. ¿Hay algo de cierto en esto?, preguntamos a Codding y Marcus Burke antes de terminar. Ambos lo desmienten entre risas. El primero apunta que “antes Huntington sí tenía oro en el sótano, pero se lo llevó”. Marcus explica que “las biblias las tenía su primo en un museo de California”. Así era esta familia.

 Tras un periplo por varios museos españoles las visiones de España de Joaquín Sorolla regresan a su casa, pero esta no se encuentra en Valencia sino en la Hispanic Society of America, un museo fundado en Nueva York por el filántropo Archer Huntington que desde hace más de un siglo fomenta el conocimiento del arte español.  ¿Quién fue este hombre que cambió su destino como industrial por el amor a la pintura?

Joaquín Sorolla