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Swatch: cuando la esfera del reloj se convierte en lienzo para el arte
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Swatch: cuando la esfera del reloj se convierte en lienzo para el arte

Parece un reloj, pero no debe engañarnos por el movimiento de esa manecilla que marca sincopadamente el ritmo de los segundos. Un Swatch es más que

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Swatch: cuando la esfera del reloj se convierte en lienzo para el arte

Parece un reloj, pero no debe engañarnos por el movimiento de esa manecilla que marca sincopadamente el ritmo de los segundos. Un Swatch es más que un aparato que registra el paso del tiempo. Las piezas de la firma suiza, cabeza del mayor grupo fabricante de relojes del mundo, tienen un valor cultural indudable. Objeto de subastas elevadas en el caso de algunos modelos limitados, también son periódicamente tomados como lienzos por creadores de todo el mundo. La última hornada de su incursión en el arte ya está aquí.

 

Mombay, Londres, Belgrado, París, Santiago de Chile o Brooklyn. Las coordenadas geográficas de las nuevas incorporaciones a la lista de artistas que colaboran con Swatch trazan un mapa que tiene su leyenda en diversas imaginerías, de Bollywood al alfabeto rúnico, de la ilustración con grafito al inmortal simbolismo de la calavera. Dos diseñadores de moda (Manish Arora y Carri Munden aka Cassette Playa), un autor de novelas gráficas (Enki Bilal) y un prolífico creador sudamericano presente en la última Bienal de Venecia (Iván Navarro) han sido los autores de estas pequeñas piezas de arte.

A partir del icónico modelo Gent cada uno de los cuatro ha creado versiones que alcanzan ámbitos muy distantes. Cassette Playa juega con la dualidad dando cabida a elementos de actualidad –colores flúor– con símbolos atávicos –runas–, mientras Enki Bilal busca la pureza del blanco y el negro, sólo rota por el inigualable mensaje de los rostros humanos.


Manish Arora ha hecho gala de la exuberancia hindú que tan buenos réditos le está dando en la semana del prêt-à-porter de París, jugando con el efecto de incorporar una muñequera con motivos pop. En el caso de Navarro, interesa el discurso artístico que hay tras la creación de un packaging especial (el regalo es el envoltorio) que se sólo deja ver su interior al accionar un escondido interruptor que activa una luz interior.

La relación de Swatch con el arte se remonta casi a la misma creación de la firma. El primero fue Keith Haring. Su relación con la relojera no es la típica que hace una firma comercial con los herederos de los derechos de un artista. El malogrado artista trabajó con la firma desde tiempo antes de su fallecimiento.

Las creaciones en edición limitada de ciertos autores han alcanzado en algunos casos cifras con cinco ceros en las subastas, pero para todos los públicos quedan colecciones como esta, que la casa lanza periódicamente al mercado. El año pasado, tras una espectacular presentación en la plaza de San Marcos de Venecia, se conocieron las creaciones de Billy The Artist, Grems, Matthew Langille y Ted Scapa.

Parece un reloj, pero no debe engañarnos por el movimiento de esa manecilla que marca sincopadamente el ritmo de los segundos. Un Swatch es más que un aparato que registra el paso del tiempo. Las piezas de la firma suiza, cabeza del mayor grupo fabricante de relojes del mundo, tienen un valor cultural indudable. Objeto de subastas elevadas en el caso de algunos modelos limitados, también son periódicamente tomados como lienzos por creadores de todo el mundo. La última hornada de su incursión en el arte ya está aquí.

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