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Se reedita ‘Ranx’, el engendro más amoral del cómic
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Se reedita ‘Ranx’, el engendro más amoral del cómic

Ranx, el popular "engendro sintético" con gafas de soldador creado por el fallecido dibujante Stefano Tamburini y su compañero Tanino Liberatore, regresa en una edición integral

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Se reedita ‘Ranx’, el engendro más amoral del cómic

Ranx, el popular "engendro sintético" con gafas de soldador creado por el fallecido dibujante Stefano Tamburini y su compañero Tanino Liberatore, regresa en una edición integral que reúne por primera vez las cuatro aventuras del antihéroe más bizarro y violento del cómic italiano de los ochenta.

Ranx (Ediciones La Cúpula) muestra un mundo sórdido y futurista en una novela gráfica "de ciencia ficción, de cyber punk", contaminada de drogas y hartazgo existencial, ha explicado Rubén Lardín, prologuista de la novela gráfica.

La obra empezó a gestarse cuando un jovencísimo Tamburini (Roma, 1955) fundó el fanzine underground Cannibale, al que pronto acudió Liberatore y en el que publicó la primera entrega de Ranx. Era la Roma de 1977, una ciudad de revueltas estudiantiles y atentados terroristas. Cannibale, y en el caso concreto, la propia historieta de Ranx, serán los contenedores sobre los que una juventud rebelde "verterá todo": el hartazgo, la exasperación y la insurgencia, apunta Lardín (Barcelona, 1972).

En este contexto Tamburini concibe a Ranx, un androide hipertrofiado de aspecto simiesco, como la obra de un estudiante que ha construido un "engendro sintético de plástico y metal", con piezas de fotocopiadoras, para comunicarse y realizar sus trapicheos con el mundo exterior.

Apodado Rank Xerox por un conflicto judicial con la compañía de fotocopiadoras

Aunque en sus inicios el personaje de Ranx nacía con el nombre de Rank Xerox, pronto sería apocopado a RanXerox por un conflicto judicial con la conocida compañía de fotocopiadoras, que no veía con buenos ojos que se la relacionara con un personaje de "amoralidad rampante". De esta forma, y al ritmo de The Ramones y Joy Division, Ranx evoluciona y se "proyecta" definitivamente como cómic de culto en el segundo capítulo, con la llegada del color en los trazos de Liberatore (Quadri, 1953). Unos dibujos "hiperrealistas" -afirma Lardín-, que parecen pintados por el propio Michelangelo.

Ubicado en una Roma futurista, pero profundamente distópica, Ranx irá de la capital italiana a Nueva York, de la violencia al music-hall y la predicación, todo con tal de complacer a su "eterno" amor: Lubna, una lolita de doce años con un carácter execrable que no duda en acostarse con cualquiera con tal de chutarse. "A Ranx le patina algún circuito mitológico, le enamora esa cría de los cojones. Le da vidilla", señala Lardín en el prólogo de la historieta. "Ella también le quiere pero de otra manera, como se quiere a un electrodoméstico bien dotado", añade.

Tamburini murió de sobredosis en 1986, con el último capítulo de la historieta a medio terminar. El cómic sería finalmente completado por el actor, escritor y director de cine francés, Alain Chabat, amigo de Liberatore, ya a finales de los noventa.

Entre violencia, sexo y amoralidad, Ranx es una historieta sin tabúes, pero sobre todo, -recalca Lardín- es un cómic "vigoroso". Y es que, "cuando se trata de Ranx, podemos tener la seguridad de que la primera gota va a ser la que colme el vaso".

Ranx, el popular "engendro sintético" con gafas de soldador creado por el fallecido dibujante Stefano Tamburini y su compañero Tanino Liberatore, regresa en una edición integral que reúne por primera vez las cuatro aventuras del antihéroe más bizarro y violento del cómic italiano de los ochenta.

Ranx (Ediciones La Cúpula) muestra un mundo sórdido y futurista en una novela gráfica "de ciencia ficción, de cyber punk", contaminada de drogas y hartazgo existencial, ha explicado Rubén Lardín, prologuista de la novela gráfica.

La obra empezó a gestarse cuando un jovencísimo Tamburini (Roma, 1955) fundó el fanzine underground Cannibale, al que pronto acudió Liberatore y en el que publicó la primera entrega de Ranx. Era la Roma de 1977, una ciudad de revueltas estudiantiles y atentados terroristas. Cannibale, y en el caso concreto, la propia historieta de Ranx, serán los contenedores sobre los que una juventud rebelde "verterá todo": el hartazgo, la exasperación y la insurgencia, apunta Lardín (Barcelona, 1972).

En este contexto Tamburini concibe a Ranx, un androide hipertrofiado de aspecto simiesco, como la obra de un estudiante que ha construido un "engendro sintético de plástico y metal", con piezas de fotocopiadoras, para comunicarse y realizar sus trapicheos con el mundo exterior.