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Aterrorizados en el mundo al revés
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Aterrorizados en el mundo al revés

La cuarta novela de Juan Aparicio-Belmonte vuelve a dar la vuelta al mundo, y no en un sentido geográfico. El suyo es un realismo, casi costumbrismo,

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Aterrorizados en el mundo al revés

La cuarta novela de Juan Aparicio-Belmonte vuelve a dar la vuelta al mundo, y no en un sentido geográfico. El suyo es un realismo, casi costumbrismo, muy peculiar, que encontraba expresión en su aclamada anterior novela, El disparatado círculo de los pájaros borrachos: “si la realidad hoy en día es un disparate, toda novela realista tendrá que ser disparatada” (p. 127; Lengua de Trapo, 2006).

 

El autor ha hecho del humor disparatado su sello, que no se imprime sobre chistes vacíos sino sobre un fondo de crítica social centrada en el sistema judicial y penitenciario, así como en las peculiaridades políticas nacionales. Así ocurre en esta novela, Una revolución pequeña, en la que el abogado inocente acaba en prisión, los jueces asesinan... un mundo novelesco que subvierte la mirada convencional sin dejar de reseñar fielmente la realidad, aunque sea a través de los espejos deformantes del humor.

La acción arranca durante un accidentado vuelo, cercano al desastre, en el que el protagonista de la novela, un abogado de cierto éxito y descontrolado pavor a los aviones, se topa con una extravagante y pegajosa mujer que se presenta por su mote familiar, Perversa. Esteban, el abogado, pronto podrá constatar la pertinencia de tal apelativo: en un día de espanto, la mujer conseguirá no sólo acostarse con él en su propio lecho matrimonial -después de haberle drogado-, sino introducirse de tal modo en su vida que, a partir de ese momento, el miedo será la emoción dominante de su existencia. “La mala suerte ha llegado para permanecer a mi lado, como un ángel de la intemperie, y no sólo siento el remordimiento de haberme acostado siete veces con una mujer invasora, sino que creo haber contraído una enfermedad venérea. Tengo miedo.” (p. 44).

“El miedo es la mayor y más peligrosa de las emociones. Ninguna le iguala y a todas vence en buena o mala lid, porque cuando el miedo aparece hasta los amantes se traicionan” (p. 9). Con este aforismo había arrancado la novela. Perder el control de las emociones, del pensamiento y de toda forma de decisión es una pesadilla muy parecida a despertar cada mañana bajo un gobierno totalitario. El personaje de Perversa carece de la hipocresía -esa forma de miedo- que domina las acciones de los demás personajes, pero inocula el temor en quienes la rodean, aún en quienes se sienten a salvo de cualquier temblor, y eso la hace el motor absoluto del relato. Pero además, como un agente mayéutico, alumbrará las transformaciones psicológicas de los protagonistas.

Un clan de asesinos preocupados por su libertad

Este gran personaje pertenece a una muy peculiar familia, un clan de asesinos muy preocupados por su libertad, cuya madre reacciona con euforia cuando la hija confiesa su primer crimen, y el padre con preocupación por la inexperiencia de su pequeña a la hora de “finiquitar” -y por su lenguaje crudo y soez-, quien está contenta por “daros una satisfacción como hija, convertirme por fin en una finiquitadora” (p. 69; ver la página 94 para la explicación de las convicciones éticas del clan). El padre es además uno de los jueces más respetados del país, y conseguirá inculpar a Esteban.

Este abyecto plan se verá estorbado por Sarita Lagos, mujer de Esteban, con quien nuevamente nos encontramos: la comisaria de Mala suerte, primera novela de Aparicio-Belmonte y también de su personaje Luis Pellitero protagonista de El disparatado círculo de los pájaros borrachos junto a Micol Llagas, de quien Sara es una idealización novelesca. Encontramos así un divertido juego de planos novelescos y cajas chinas, puesto en relación con el resto de su obra. En esta ocasión, Sara es una heroína embarazada, como la Marge Gunderson de los Coen, con rasgos psicológicos muy definidos aunque con una participación relativa en la resolución del misterio.

A pesar de un par de momentos forzados para sostener la trama y de ser una novela abundante en aforismos, muchos de ellos insertados en los diálogos -“Los desahogos son peligrosos: revelan lo que somos” (p. 44), “La amargura deforma la figura, pero agudiza el humor” (p. 56)- una sólida construcción, un ritmo ajustado y un misterio bien gestionado, sin olvidar la auténtica vis cómica de Aparicio-Belmonte y unos interesantes símiles excéntricos, estentóreos, muy bien dosificados -“Una estantería blanca donde los libros se apretaban como un pelotón de esclavos” (p. 56)- hacen de Una revolución pequeña una espléndida opción lúdica.

 Una revolución pequeña. Ed. Lengua de Trapo. Comprar libro.

La cuarta novela de Juan Aparicio-Belmonte vuelve a dar la vuelta al mundo, y no en un sentido geográfico. El suyo es un realismo, casi costumbrismo, muy peculiar, que encontraba expresión en su aclamada anterior novela, El disparatado círculo de los pájaros borrachos: “si la realidad hoy en día es un disparate, toda novela realista tendrá que ser disparatada” (p. 127; Lengua de Trapo, 2006).