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Espíritu brasileño en tiempos de crisis
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Espíritu brasileño en tiempos de crisis

El carnaval de Río de Janeiro vivió ayer su primera jornada estelar con los desfiles del sambódromo, mientras en las calles de la ciudad la fiesta sigue

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Espíritu brasileño en tiempos de crisis

El carnaval de Río de Janeiro vivió ayer su primera jornada estelar con los desfiles del sambódromo, mientras en las calles de la ciudad la fiesta sigue desbordada en decenas de comparsas con miles de brasileños y extranjeros bailando y bebiendo en éxtasis. Entre la noche del domingo y el amanecer del martes seis de las 12 escuelas del Grupo Especial (una suerte de primera división del mundo del samba) deslumbraron al público congregado en las gradas de esta avenida especialmente construida hace 25 años para presentar los desfiles de carnaval.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a su séquito de ministros y auxiliares, fue este año uno de los invitados de honor en los exclusivos "camarotes", esos palcos con aire acondicionado y mucho lujo desde donde la elite brasileña presencia los desfiles, lejos del pueblo llano que anima a sus escuelas desde las calurosas gradas. Y es que detrás de cada puesta en escena de cada una de estas operas a cielo abierto hay un laborioso trabajo de un año, ejecutado por unas 4.000 personas, casi todas habitantes de las barriadas pobres de la segunda mayor metrópoli brasileña.

Además de Lula, entre las celebridades de la ocasión destacaron el actor estadounidense Kavin Spaecy, quien en plena noche de la entrega de los Óscar se dejó ver en un camarote del sambódromo y eclipsó a las estrellas de las novelas de la TV Globo. La primera secuencia de seis desfiles la comenzó Imperio Serrano con "La leyenda de las sirenas y los misterios del mar", reedición de un argumento presentado en el carnaval de 1976.

La crisis acaba con los patrocinios

En un año de crisis financiera mundial, la escuela Grande Río -segunda en desfilar- fue la única que consiguió patrocinio adicional, en este caso del Gobierno de Francia, y su argumento fue "Para sempre liberté, igualité, franternité", la herencia francesa en Brasil, en especial en Río. Ese aporte francés equivalió a unos 4 millones de dólares (3,1 millones de euros), según medios locales, muy buenos para completar los limitados fondos de un espectáculo de estos.

Las carrozas alegóricas recrearon cortes francesas, el palacio de Versalles, la llegada de conquistadores y hasta una selección de bailarinas del famoso cabaré "Moulin Rouge" que combinaron el "can can" con la samba. Vila Isabel, la escuela que fue campeona en 2006 cuando contó con el patrocinio del Gobierno de Venezuela, presentó una obra más modesta en homenaje al centenario del teatro municipal de Río y obras clásicas de teatro y música escenificados en ese templo del drama y la comedia. La Mocidade Independiente dedicó su argumento al centenario de la muerte de los escritores Machado de Assis y Guimaraes Rosa, dos de las glorias de las letras brasileñas.

Beija-Flor, que lucha por conquistar el tercer título seguido, se centró en el agua y el baño personal, en un paseo por la historia de la Humanidad. Unidos de Unidos da Tijuca dedicó su arte a la fascinación que la conquista del espacio ejerce sobre la Humanidad y en el año internacional de la astronomía recreó con sus carrozas el sistema solar. Este año los desfiles han sido un poco más modestos, aunque la creatividad se ha reforzado cuando se trata de narrar una historia con la letra de una samba y recrearla en escena.

Los espectáculos del sambódromo, o "avenida Marqués de Sapucaí" -esa estructura diseñada por el maestro brasileño Oscar Niemeyer como la catedral absoluta de la "religión" de la samba- en general recogen este año temas más vinculados a la esencia brasileña.

Se desdibujaron así un tanto las propuestas que hasta el carnaval pasado tenían un perfume netamente comercial, pues en los últimos años de bonanza económica todos los temas de las presentaciones estaban patrocinados o "comprados" por grandes empresas nacionales e internacionales y por gobiernos de lejanos estados de Brasil o de países amigos.

El carnaval de Río de Janeiro vivió ayer su primera jornada estelar con los desfiles del sambódromo, mientras en las calles de la ciudad la fiesta sigue desbordada en decenas de comparsas con miles de brasileños y extranjeros bailando y bebiendo en éxtasis. Entre la noche del domingo y el amanecer del martes seis de las 12 escuelas del Grupo Especial (una suerte de primera división del mundo del samba) deslumbraron al público congregado en las gradas de esta avenida especialmente construida hace 25 años para presentar los desfiles de carnaval.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a su séquito de ministros y auxiliares, fue este año uno de los invitados de honor en los exclusivos "camarotes", esos palcos con aire acondicionado y mucho lujo desde donde la elite brasileña presencia los desfiles, lejos del pueblo llano que anima a sus escuelas desde las calurosas gradas. Y es que detrás de cada puesta en escena de cada una de estas operas a cielo abierto hay un laborioso trabajo de un año, ejecutado por unas 4.000 personas, casi todas habitantes de las barriadas pobres de la segunda mayor metrópoli brasileña.

Además de Lula, entre las celebridades de la ocasión destacaron el actor estadounidense Kavin Spaecy, quien en plena noche de la entrega de los Óscar se dejó ver en un camarote del sambódromo y eclipsó a las estrellas de las novelas de la TV Globo. La primera secuencia de seis desfiles la comenzó Imperio Serrano con "La leyenda de las sirenas y los misterios del mar", reedición de un argumento presentado en el carnaval de 1976.