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Medio siglo para el libro de Robert Frank que mostró el rostro descarnado de EEUU
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Medio siglo para el libro de Robert Frank que mostró el rostro descarnado de EEUU

Hace medio siglo Robert Frank fotografió la América que los estadounidenses no querían ver, con su racismo, su injusticia y su superficialidad, y para celebrar el

Foto: Medio siglo para el libro de Robert Frank que mostró el rostro descarnado de EEUU
Medio siglo para el libro de Robert Frank que mostró el rostro descarnado de EEUU

Hace medio siglo Robert Frank fotografió la América que los estadounidenses no querían ver, con su racismo, su injusticia y su superficialidad, y para celebrar el aniversario, esas imágenes estarán desde el domingo en uno de los santuarios del arte de Estados Unidos.

La Galería Nacional de Arte está a medio camino entre el Congreso y la Casa Blanca, un lugar extraño para una exposición sobre Los estadounidenses (The Americans), el libro publicado en Estados Unidos en 1959 por Frank, cuyas instantáneas denuncian el abismo entre los poderosos y los desposeídos. Sus 83 imágenes son un poema triste de unos Estados Unidos en los que el sueño americano está más lejos que una quimera, un sueño que no tiene ni siquiera sombra.

Frank, un suizo nacido en 1924 que aún crea, lo hizo con un estilo totalmente innovador, con retratos fragmentados, vacíos, fuera de foco, que parecen haber sido tomados a la carrera, apenas sin mirar por el visor, con el método engañosamente simple de un Ernest Hemingway.

Por su continente y su contenido, el libro de Frank cambió el curso de la fotografía del siglo XX, según Sara Greenough, la comisaria de la exposición. "Se convirtió literalmente en una biblia para muchos fotógrafos, que lo llevaban consigo como referencia mientras hacían sus propias fotos", dijo Greenough.

Inicialmente, sin embargo, la recepción fue gélida. El libro, publicado en Francia en 1958, vendió 600 copias en su primer año en Estados Unidos, donde fue criticado como "antiamericano". No cayó bien su denuncia de la complacencia burguesa y de la resaca placentera por la victoria en la Segunda Guerra Mundial, y tampoco su rechazo a las fotos en boga entonces del porche familiar, la tarta de manzana y el Cadillac en el garaje. Como otros artistas de verdad, Frank se había adelantado a su tiempo.

En los 60, con el movimiento en pro de los derechos civiles y el forcejeo contra la camisa de fuerza de la sociedad conservadora, su libro resucitó y la belleza fiera de sus imágenes fueron inspiración para la repulsa. 

Lleno de contrastes

El volumen rezuma contrastes. Contrapone la mirada semioculta y pasiva de dos personas humildes desde una ventana en su primera foto con el mirar poderoso, arrogante de los políticos de las siguientes páginas. También está la bandera translúcida que domina el fiesta en la imagen Cuatro de Julio, el día de la fiesta nacional, seguida de una foto de un trolebús con los negros relegados, por ley, a la parte de atrás.

Frank capta además la enajenación casi infernal de una cadena de montaje en Detroit y la opone a los tejemanejes de hombres con puros en una convención política. Sus fotos también hablan, sin palabras, de la alucinación frívola con los cowboys y las estrellas de Hollywood, y de las compras que en realidad no satisfacen la quemazón del deseo.

Hay mucha desolación en The Americans, mucha soledad, pero también un descubrimiento de la belleza en lugares insospechados, en una gasolinera solitaria, en un reflejo de luz sobre una mesa y en la propia carretera.

Un extranjero "mal vestido"

Frank se embarcó en un periplo casi homérico para el proyecto, durante el que recorrió 16.000 kilómetros y tiró 27.000 fotos. "Fue tremendamente importante que experimentó el país por primera vez cuando condujo por Estados Unidos en 1955 y 1956. No estaba tan acostumbrado (a lo que vio) como muchos estadounidenses", dijo Greenbough. En Arkansas fue arrestado por ser un extranjero "mal vestido", en un momento en la que la "caza de brujas" detrás de cualquier cosa que oliera a comunismo generó una sospecha generalizada en el país respecto a los inmigrantes.

El ojo de Frank, que es judío, siempre fue el de un extraño, incluso en su Suiza natal, donde durante años no tuvo la ciudadanía. Su familia había huido allí desde Alemania y en medio de la Segunda Guerra Mundial temía la repatriación. Lo que Frank vio desde su plataforma enconadamente subjetiva y plasmó en The Americans estará a disposición del público en la Galería de Arte de Washington hasta el 26 de abril y posteriormente viajará a San Francisco y Nueva York.

El libro dice ahora tanto sobre Estados Unidos como hace medio siglo.

Hace medio siglo Robert Frank fotografió la América que los estadounidenses no querían ver, con su racismo, su injusticia y su superficialidad, y para celebrar el aniversario, esas imágenes estarán desde el domingo en uno de los santuarios del arte de Estados Unidos.

La Galería Nacional de Arte está a medio camino entre el Congreso y la Casa Blanca, un lugar extraño para una exposición sobre Los estadounidenses (The Americans), el libro publicado en Estados Unidos en 1959 por Frank, cuyas instantáneas denuncian el abismo entre los poderosos y los desposeídos. Sus 83 imágenes son un poema triste de unos Estados Unidos en los que el sueño americano está más lejos que una quimera, un sueño que no tiene ni siquiera sombra.

Frank, un suizo nacido en 1924 que aún crea, lo hizo con un estilo totalmente innovador, con retratos fragmentados, vacíos, fuera de foco, que parecen haber sido tomados a la carrera, apenas sin mirar por el visor, con el método engañosamente simple de un Ernest Hemingway.

Por su continente y su contenido, el libro de Frank cambió el curso de la fotografía del siglo XX, según Sara Greenough, la comisaria de la exposición. "Se convirtió literalmente en una biblia para muchos fotógrafos, que lo llevaban consigo como referencia mientras hacían sus propias fotos", dijo Greenough.

Inicialmente, sin embargo, la recepción fue gélida. El libro, publicado en Francia en 1958, vendió 600 copias en su primer año en Estados Unidos, donde fue criticado como "antiamericano". No cayó bien su denuncia de la complacencia burguesa y de la resaca placentera por la victoria en la Segunda Guerra Mundial, y tampoco su rechazo a las fotos en boga entonces del porche familiar, la tarta de manzana y el Cadillac en el garaje. Como otros artistas de verdad, Frank se había adelantado a su tiempo.

En los 60, con el movimiento en pro de los derechos civiles y el forcejeo contra la camisa de fuerza de la sociedad conservadora, su libro resucitó y la belleza fiera de sus imágenes fueron inspiración para la repulsa. 

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