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¿Es 'Fahrenheit 451' el libro que mejor predijo el futuro?
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¿Es 'Fahrenheit 451' el libro que mejor predijo el futuro?

¿Podía usted imaginar que realizaría vídeo llamadas? ¿Que se podrían clonar seres vivos? ¿Que podría escuchar miles de canciones en un pequeño aparatito? ¿Que un robot

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¿Es 'Fahrenheit 451' el libro que mejor predijo el futuro?

¿Podía usted imaginar que realizaría vídeo llamadas? ¿Que se podrían clonar seres vivos? ¿Que podría escuchar miles de canciones en un pequeño aparatito? ¿Que un robot le pudiese operar? El futuro nos ha traído algunas sorpresas, pero muchas de ellas ya fueron concebidas por algunos autores de ficción que se aventuraron a predecir qué pasaría con la humanidad en el maltrecho planeta tierra.

Todas estas historias han planteado un futuro para la humanidad muy poco esperanzador. 1984, Un mundo feliz, 2001, una odisea espacial, Sueñan los androides con ovejas eléctricas , Fahrenheit 451 o algún que otro libro de J G Ballard alertaban de una pérdida creciente de la humanidad y un mundo en el que incluso los robots tendrían más sentimientos que las personas.

Algunos de estos libros todavía están lejos de tener concordancia con todo lo que estamos viviendo en estos momentos, pero hay uno en especial que dio en el clavo con muchas de las cosas a las que estamos asistiendo en nuestra sociedad. Fue Fahrenheit 451 (1953), de Ray Bradbury, una historia que describía un mundo en el que los libros estaban prohibidos pero sobre todo con unas características espeluznantes. La gente iba constantemente con los cascos puestos, sospechaba del otro, al que evitaba ni siquiera rozar. A los que no iban en vehículos, simplemente caminando por la calle, se les tachaba de sospechosos y son parados por la policía. La gente vivía en grandes urbanizaciones y en casas cuyas paredes estaban llenas de pantallas planas por las que se emiten imágenes de la ‘Familia’, una emisión con la que la gente establece contacto emocional. ¿Les suena?

En el relato en que se basó la exitosa Blade Runner, Sueñan los androides con ovejas eléctricas (1968), Philip K. Dick, uno de los grandes de la ciencia ficción junto a Bradbury, imaginaba un futuro en el que tras una guerra nuclear la tierra quedaba devastada y solo habitada por los rechazados sociales, ya que las personas de éxito habían huido a otros planetas. En esos momentos los orientales eran los principales pobladores junto a todo tipo de freaks: punks, hare-khrisnas y otros tantos… Además la historia estaba inundada de un culto a todo lo que tuviese que ver con la visión, el sentido más mimado y alimentado.

La pobreza y la guerra habían desaparecido

Aldous Huxley fue uno de los más volcados en vaticinar el futuro que nos esperaba gracias a libros como Un mundo feliz (1932). La obra anticipa el avance de la tecnología reproductiva, mostrando a unos seres humanos incubados y predestinados para formar parte de una de las diferentes castas. Era un mundo en el que la pobreza y la guerra habían desaparecido a costa de acabar con la familia, la diversidad cultural, la ciencia, la literatura o la religión. Un mundo tan devastador como la dictadura impuesta por el gran hermano que vigila a los terrícolas en 1984 (1948), de George Orwell.

Arthur C. Clarke sitúa su epopeya galáctica 2001, una odisea espacial (1968), en un año ya pasado, por lo que todo lo contado nos resulta un poco alejado de la realidad. No obstante da en el clavo al reflejar unos hombres convertidos en seres tremendamente fríos y asépticos que se comunican mediante la imagen. Una sociedad en que la agonía de un ordenador muestra tener muchos más sentimientos que a los humanos a los que sirve.

Pero uno de los que más se acerca también a lo que ahora mismo está sucediendo es J G Ballard, un autor que terminó fascinado por una ciencia ficción que se ha ido tornando la mar de realista. En su primera novela, El mundo sumergido, (1962) imagina los problemas derivados del calentamiento global, que provoca que los casquetes polares se derritan; y en El mundo de cristal (1966), a un planeta congelado. Pero lo mejor fue su manera de vaticinar la manera en que el hombre se iba a comportar en la era postindustrial: psicótico, anestesiado y recluido en su bunker-urbanización, temeroso de todo lo ajeno.

Resulta tremendamente desolador asistir al cumplimiento de estas fábulas distópicas, que convierten a escritores como Bradbury o Ballard en los nuevos Nostradamus de la ficción. Pero mientras el mundo agoniza, nos congratularemos de leer sus magníficas teorías, dudando, como tanto hizo Philip K. Dick, si lo que vivimos es sueño o realidad.

¿Podía usted imaginar que realizaría vídeo llamadas? ¿Que se podrían clonar seres vivos? ¿Que podría escuchar miles de canciones en un pequeño aparatito? ¿Que un robot le pudiese operar? El futuro nos ha traído algunas sorpresas, pero muchas de ellas ya fueron concebidas por algunos autores de ficción que se aventuraron a predecir qué pasaría con la humanidad en el maltrecho planeta tierra.