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Manual de instrucciones para viajar en el tiempo
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Manual de instrucciones para viajar en el tiempo

¿A qué distancia está de la pantalla en la que lee este artículo? Pongamos que a unos 70 centímetros. En este aparentemente pequeño recorrido que hace

¿A qué distancia está de la pantalla en la que lee este artículo? Pongamos que a unos 70 centímetros. En este aparentemente pequeño recorrido que hace su vista pueden estar sucediéndose sin parar y sin que usted se entere diminutos agujeros de gusano que podrían conectan dos puntos del espacio-tiempo. ¿Es posible lograr ensanchar uno de ellos y mantenerlo lo suficientemente estable como para poder desplazarnos con él en el tiempo? Eso se plantea el físico y divulgador de origen británico Paul Davies en Cómo construir una máquina del tiempo, un ameno ensayo científico que llega a España con seis años de diferencia con respecto a la edición original, en lo que sin duda se trata de un genuino viaje en el tiempo.

Los viajes en el tiempo son posiblemente el asunto más tratado por la cultura popular de todos aquellos que ocupan la vida de los científicos. Su similitud con el principal anhelo de la industria del entretenimiento (esto es, la construcción de realidades paralelas) y las consecuencias filosóficas e incluso de propia supervivencia que encierra lo han convertido en semilla fecunda que ha dado sus frutos en todo tipo de relatos escritos y audiovisuales (incluso ha dado para uno de los primeros hoax de la historia de Internet, el del 'viajero del tiempo' John Titor) y que alimenta los sueños de muchos humanos.

La ciencia ficción ha bebido de los avances de la física, pero esta también se ha topado con el prurito científico de los creadores de historias, que en muchos casos han anticipado, aunque fuera de manera burda, lo que estaba por llegar después. Desde Doce monos hasta Regreso al futuro, desde Futurama hasta la reina blanca de Alicia a través del espejo, las fantasías de idas y venidas en el tiempo se suceden tanto que para algunos se han convertido en una auténtica pesadilla, en un asunto de enjundia tristemente trivializado.

Afirma Davies que el motivo por el que hay que plantearse la posibilidad de viajar en el tiempo es que la física no ha encontrado ningún argumento para corroborar que sea imposible hacerlo. En esa tesitura especular sirve, en primer lugar, para probar los límites de las propias leyes y teorías, para asegurar su fiabilidad en cualquier situación. No estamos ante un planteamiento ficcional, la máquina del tiempo de Wells tiene poco que ver con la que plantea Davies. El físico propone un sistema en cuatro pasos para crear en condiciones controladas un agujero de gusano en la espuma que conforma la geometría del espacio-tiempo por debajo de la longitud de Planck (veinte potencias de diez más pequeña que el núcleo de un átomo), inflarlo y convertirlo en una máquina del tiempo. A diferencia de la máquina de la ficción, en vez de retroceder en el tiempo lo que se hace es emprender un viaje por el espacio con parada final en el pasado.

Davies, autor de una bibliografía divulgativa controvertida, se mete en la boca del lobo al plantear una cuestión que suele aterrar a los científicos, pero la suya es una carrera en la que no ha dudado a la hora de abordar ciertos límites de la ciencia. A comienzos de los noventa, por ejemplo, propuso que la vida podría haber comenzado en Marte y haber llegado posteriormente a la Tierra en rocas expulsadas del planeta por el impacto de grandes cometas contra su superficie, y su libro La mente de Dios le ha valido la crítica de no pocos de sus compañeros. Leer ahora sus reflexiones sobre los viajes en el tiempo es garantía de un planteamiento audaz. En su próximo viaje en el tiempo, no se lo deje en casa.

LO MEJOR: La valentía a la hora de plantearse sin complejos aspectos que otros científicos rechazan estudiar.

LO PEOR: Se echa en falta que profundice algo más en algunos aspectos.

¿A qué distancia está de la pantalla en la que lee este artículo? Pongamos que a unos 70 centímetros. En este aparentemente pequeño recorrido que hace su vista pueden estar sucediéndose sin parar y sin que usted se entere diminutos agujeros de gusano que podrían conectan dos puntos del espacio-tiempo. ¿Es posible lograr ensanchar uno de ellos y mantenerlo lo suficientemente estable como para poder desplazarnos con él en el tiempo? Eso se plantea el físico y divulgador de origen británico Paul Davies en Cómo construir una máquina del tiempo, un ameno ensayo científico que llega a España con seis años de diferencia con respecto a la edición original, en lo que sin duda se trata de un genuino viaje en el tiempo.