Kafka en la oficina

Arbeit macht frei, El trabajo os hará libres, era la sardónica inscripción con que la crueldad nazi acogía a sus esclavos condenados judíos. La única liberad que encontraron fue la absoluta libertad de la muerte, y a quienes pudieron sobrevivir, el trabajo sólo les reportó un horror que les habría de acompañar el resto de sus vidas. Que la novela de Miguel Ángel Rodríguez (Madrid, 1982) tenga tal expresión por título hace pensar que, como ganadora del 'I Premio de Novela Corta de Humor José Luis Coll', la sonrisa que provoca es más bien fría. Y así es; más que graciosa es irónica y más aún, mordaz.

El narrador, Fitzgerald, se enfrenta a una entrevista de trabajo para una agencia de ocupación indefinida, como tantas y tantas agencias intermediarias que nadie sabe muy bien a qué se dedican. A asesorar, eso suele ser. Pese a no haber preparado el encuentro, ni a ser seguramente la persona más adecuada para el puesto, lo consigue y comienza su carrera en la agencia Amensa, desde abajo, desde muy abajo. A partir de ahí irán surgiendo conflictos con los superiores, con los iguales y no con los subordinados, porque no tiene. Todo el absurdo del mundo laboral se condensa en esta novelita más costumbrista que otra cosa, con personajes arquetípicos y un realismo burlón.

El último tercio de la novela cobra renovado interés. Un encargo de su jefa de sección equiparará a Fitzgerald con K., el protagonista de El castillo de Franz Kafka. Enfrentado al inoperante e insensible aparato de la estructura de la Agencia, ordenado por 'las normas', un encargo sencillo se torna imposible. Pero Rodríguez es aún más fatalista que Kafka pues, tal y como le enseñó su madre, "todo hombre dispone de una oportunidad en la vida para hacer algo bueno, algo correcto, una oportunidad para convertirse en un héroe... pero solamente los gilipollas la aprovechan".

LO MEJOR: el costumbrismo surrealista con que refleja el mundo laboral.

LO PEOR: que la novela es meramente entretenida.