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Divertida velada calderoniana
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Divertida velada calderoniana

El crepúsculo madrileño, especialmente este verano de 2007, resulta magnífico para espectáculos al aire libre. Como ya es costumbre, Veranos de la Villa programa, en los

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Divertida velada calderoniana

El crepúsculo madrileño, especialmente este verano de 2007, resulta magnífico para espectáculos al aire libre. Como ya es costumbre, Veranos de la Villa programa, en los Jardines del Galileo, función teatral con cena -servida por La Corte 1808-. En este caso la obra elegida es la comedia de enredo de don Pedro Calderón de la Barca Casa con dos puertas mala es de guardar, en versión de Juan Antonio Castro. Obra de 1629, resulta una de las más populares comedias de nuestro Siglo de Oro, sin que haya sido merecedora, a día de hoy, de una edición crítica relevante -como las que suelen realizar Castalia o Cátedra-. Se trata de una obra sencilla, de poco fondo pero con una estructura habilísima que lleva la acción en volandas ayudada, además, del ingenio chispeante de los diálogos humorísticos.

La compañía de Manuel Canseco ya había representado este texto hace treinta años, siguiendo esta misma versión. A juicio del director, la adaptación de Castro mejoraba el original; mucho decir es eso y seguramente falso. Claro que ningún clásico es sagrado, acepta adaptaciones y reescrituras, y en este caso el texto se sostiene pese a algunas estrofas desafortunadas que vulgarizan el texto innecesariamente. Castro se atrevió a ello porque, precisamente, Casa con dos puertas es un texto en el cual Calderón ironiza acerca de la llamada ‘moral calderoniana’. Así, mina el concepto de la honra como base de la moral, pues sus personajes, al intentar mantenerla caen en ridículos y enredos. Especialmente el viejo Fabio, quien termina burlado al verse obligado a entregar a su hija a Félix en matrimonio pero sin recibir a cambio a la hermana de éste, de la que estaba enamorado, que casa con Lisardo, quien había mancillado la casa del anciano caballero (“es un agraviacasas que no se puede sufrir”).

El argumento es relativamente sencillo. En casa de don Félix se aloja Lisardo, antiguo compañero de estudios. Vive aquél con su hermana, por lo que para evitar comprometer la honra familiar, la mantiene encerrada a fin de que el amigo no la vea. Ello será el desencadenante de la aventura, pues no pudiendo resistir la curiosidad, ella hace por verle, y le place lo visto, por lo que se le presenta embozada despertando en el huésped sentimientos amorosos en los que influye tanto el porte de la dama como el secreto de su rostro. Félix también tiene sus cuitas, pues anda enamoriscado de Laura, hija del caballero don Fabio, cuya casa tiene dos puertas. Éste, a su vez, pretende a la hermana de Félix, Marcela. Son estos los mimbres de la comedia, que juega con los secretos y los equívocos, facilitados por el encerramiento de una dama y las dos puertas de la otra.

La compañía Manuel Canseco, quien dirige correctamente, ha optado por la sencillez a todos los niveles. Si sencilla es la adaptación, también lo es la escenografía, la iluminación y el vestuario. El elenco de actores hace en general una interpretación sobria, solvente, aunque Alberto Maneiro como Lisardo y Candela Rabal como Silvia no están a la altura; al primero le faltan maneras aristocráticas y la segunda... es verdaderamente guapa. Un aspecto a destacar, siendo como es un espectáculo al aire libre, es el sonido, excelente. Así pues, si están en la Villa y Corte, vayan. Podrán picar algo -también sencillo, son cocinas improvisadas- antes de la representación, y no deja de ser un placer ver teatro con una jarra de cerveza bien fría al lado. En conjunto, resulta una elección magnífica para relajarse en esta ajetreada ciudad.

El crepúsculo madrileño, especialmente este verano de 2007, resulta magnífico para espectáculos al aire libre. Como ya es costumbre, Veranos de la Villa programa, en los Jardines del Galileo, función teatral con cena -servida por La Corte 1808-. En este caso la obra elegida es la comedia de enredo de don Pedro Calderón de la Barca Casa con dos puertas mala es de guardar, en versión de Juan Antonio Castro. Obra de 1629, resulta una de las más populares comedias de nuestro Siglo de Oro, sin que haya sido merecedora, a día de hoy, de una edición crítica relevante -como las que suelen realizar Castalia o Cátedra-. Se trata de una obra sencilla, de poco fondo pero con una estructura habilísima que lleva la acción en volandas ayudada, además, del ingenio chispeante de los diálogos humorísticos.