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Poco riesgo y algo de magia
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Poco riesgo y algo de magia

Tras la sugerencia vertida por Mario Gas, director del teatro Español de Madrid, Alberto González Vergel ha tenido la osadía de llevar a escena esta obra

Foto: Poco riesgo y algo de magia
Poco riesgo y algo de magia

Tras la sugerencia vertida por Mario Gas, director del teatro Español de Madrid, Alberto González Vergel ha tenido la osadía de llevar a escena esta obra de Arthur Miller que tan pocas alegrías dio a José Tamayo cuando en 1956 la llevó a escena: fue un fracaso de crítica y público.

El texto no es fácil. Tal como reconoce el propio González Vergel, su estructura falla y se pierden algunos personajes. Fallos, éstos, que hay que achacar a la rapidez con la que Miller quiso escribirla y estrenarla para denunciar la persecución que McCarthy emprendió contra todo lo que oliese a comunismo. No hubo mejor metáfora contra esta oleada de fanatismo y listas negras, conocida precisamente como ‘caza de brujas’, que basarse en los hechos reales sucedidos en Salem en el siglo XVII, en los que varios habitantes del pueblo fueron acusados de practicar la brujería.

Este montaje que ahora se presenta ha limado asperezas para darle un mayor dinamismo al asunto y, además, incluye una escena del segundo acto que el propio Miller añadió años después y que aún no había sido utilizada, un momento que profundiza en la relación entre Procton y Abigail, la clave de toda la obra y el origen de la locura que se extiende por todo el pueblo.

El resultado conseguido es desigual, pero una de las cosas más llamativas es la elección de una música totalmente inapropiada que estropea momentos dramáticos tan potentes como la despedida de Procton y su mujer. También pretende enfatizar pero solo estorba en aquellos en los que el grupo de jóvenes arrastradas por Abigail se contagian unas a otras una locura que les lleva a levantar su dedo acusador contra medio pueblo.

El reparto elegido es en general bueno, destacando especialmente ese Reverendo Hale tan humano de Juan Ribó, el contundente juez de Francisco Grijalvo o la joven Carmen Mayor interpretando a Mary Warren. Pero la actriz más conocida del elenco, María Adánez, no ha sido una elección afortunada para el papel crucial de Abigail: su trabajo roza la sobreactuación y demuestra, nuevamente, su poca versatilidad. También termina cansando ese Samuel Parris interpretado con exageración y un tono pasado de rosca por Manuel Aguilar.

Todo esto hace que, junto a una apuesta escénica que arriesga muy poco, el conjunto quede descompensado a pesar del buen sabor de boca con el que nos quedamos tras asistir a uno de los momentos mágicos de la obra: el final en el que Sergi Mateu –siempre mejor en las escenas con Marta Calvó que con Adánez- metido en la piel de Proctor, defiende su nombre con su vida “Si me quitáis mi nombre ¿Qué me queda?”. Eso es saber denunciar con el corazón en la mano.

En cartel en Madrid:

LA CABRA

SAINETES

EL ÚLTIMO VALS

REBELDÍAS POSIBLES

LA MUJER DE NEGRO

STAR TRIP

TEATRO CIRCO PRICE. CHARIVARI

CLOSER

MÓVIL

Tras la sugerencia vertida por Mario Gas, director del teatro Español de Madrid, Alberto González Vergel ha tenido la osadía de llevar a escena esta obra de Arthur Miller que tan pocas alegrías dio a José Tamayo cuando en 1956 la llevó a escena: fue un fracaso de crítica y público.