Paola Dominguín y Carlos Mena, seducidos por la ópera 'El viaje a Simorgh'

El contratenor Carlos Mena quedó seducido por la complejidad y la degradación de su papel, así como la modelo y actriz Paola Dominguín sigue fascinada por el "lujazo" de trabajar en una ópera. Ellos son claves en el arranque de El viaje a Simorgh, la próxima y muy esperada producción del Teatro Real.

Se trata de una ópera plenamente contemporánea y de factura española, pues surge de un encargo que hizo el coliseo madrileño al compositor José María Sánchez-Verdú, Premio Nacional de Música en 2003, quien se ha inspirado en la novela de Juan Goytisolo Las virtudes del pájaro solitario para construir el recorrido de un viaje interior, utilizando aportaciones de la cultura árabe, textos del poeta Attar y fragmentos del Cantar de los Cantares.

Estos días previos al estreno del 4 de mayo, el Real es un hervidero de actividad en torno al director musical, Jesús López Cobos, y el director de escena, el pintor Frederic Amat, sobre los que gira el trabajo de un amplísimo grupo de artistas de muy diversa procedencia, entre ellos el contratenor, la modelo y actriz y el coreógrafo Cesc Gelabert, quienes hablaron en sendos encuentros con EFE.

"Llegué a esta producción enganchado por el compositor, que me ubicó rápidamente en el drama como 'el/la seminarista', posiblemente por la estética de mi voz -que no es muy habitual para el gran público, sino más para el especializado en música antigua- y la manera que tengo de tratarla", comenta Carlos Mena, quien ve en esta partitura "un homenaje a la vocalidad".

El cantante de Vitoria reconoce que le atrajo, sobre todo, el personaje. "En la ópera me interesa mucho el papel que voy a interpretar. Éste es complejo por su dualidad (el/la seminarista), porque muere en escena y por su parte denigrante, que le lleva a caer en las garras de lo peor".

Y es que, en el repertorio barroco -que frecuenta el contratenor- "la tendencia natural es que yo interprete el papel de héroe, y estoy un poco cansado de ser el chico bueno de la película", bromea el cantante, quien no oculta que esta interpretación le ha costado.

"La escena en la que yo muero, musical y escénicamente, es un punto álgido. De hecho, no pude calibrar en mi trabajo previo a los ensayos cuán difícil podía ser. Me costó tomar distancia", prosigue el artista.

El poder de la muerte

Y es que, el/la seminarista es uno de los personajes tocado por la muerte en la primera escena de la ópera, tal y como relata Carlos Mena: "es curioso, porque esta ópera comienza con la muerte. Al inicio, cuando yo estoy en una sauna disfrutando de los más perversos placeres, aparece la muerte, lo único seguro en esta vida. No puedes hacer nada contra lo que va a ocurrir. La muerte desciende por unas escaleras y hiere a varios personajes que están en ese nido de placer", adelanta.

Y es Paola Dominguín quien representa a la muerte, con el "lujazo y el regalo" de abrir y cerrar el telón de la función. "Todos sabemos que vamos a morir. La muerte y la vida van ligadas", reflexiona esta esbelta mujer, que está descubriendo el mundo de la ópera y el engranaje que mueve cada producción.

Así, muestra verdadera admiración por "la disciplina, el orden y la profesionalidad que hay detrás del telón; todos van siguiendo la partitura y hay un gran nivel cultural", que, según afirma, la agrada y la ayuda para afrontar su debut en este escenario, que la llega cuando menos se esperaba. "A la vejez, ¡viruelas!", declara.

Paola Dominguín no oculta que al principio tenía reparo encontrarse con una partitura moderna y difícil, pero se sorprendió al descubrir la música de Sánchez-Verdú, arropada por la plasticidad de la propuesta de Frederic Amat.