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El estropajo es un caldo de cultivo: cómo limpiar correctamente tu cocina
  1. Consumo
EL agua no siempre es lo mejor

El estropajo es un caldo de cultivo: cómo limpiar correctamente tu cocina

Bacterias potencialmente patógenas se pasan horas cada día 'cociéndose' en los utensilios de limpieza húmedos. Según un estudio, hay más en uno de ellos que en un inodoro

Foto: Foto: iStock.
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Hay dos conceptos en la teoría totalmente diferentes, pero que en la práctica es muy fácil confundirlos (y nosotros lo hacemos cada dos por tres): no es lo mismo que algo esté limpio a que lo parezca. El ejemplo más importante y en el que nos vamos a centrar hoy es la encimera de nuestra cocina. Tal vez, al hacer la reforma elegimos una de mármol (o versiones más asequibles de este material), de un color uniforme blanca o negra. Sobre ella destaca solo un tipo de suciedad, pero que no lo veamos no significa que no esté ahí.

El agua

Tal vez sea suficiente como para llevarse restos insignificantes de suciedad de nuestro cuerpo durante una ducha, pero sabemos que echarle un buen chorro del líquido elemento a nuestras axilas en un día caluroso de verano, después de haber practicado deporte, no arreglará absolutamente nada. Seguiremos apestando por litros y litros que le echemos. Algo similar ocurre con las encimeras de nuestras cocinas. Podemos mojar y secar con la esperanza de que el agua se lo lleve todo. En parte no estamos equivocados, que algo parezca más limpio que antes suele significar que está más impoluto, pero no lo suficiente. El agua, al ser un disolvente polar, es capaz de diluir todas las sustancias polares (como la sal y el azúcar), pero no es capaz de disolver sustancias apolares. Esta es la razón principal por la que el aceite y el agua se mantienen separados. Si hemos derramado esta sustancia en la encimera, echarle agua solo se llevará por delante algunas de las moléculas de forma mecánica, nada más.

El trapo

Su función es mecánica más que otra cosa. Si se humedece, la superficie de contacto con la encimera (y por tanto con la suciedad) es total. Esto no significa que sea capaz de llevarse todo lo que toca, pero sí la inmensa mayoría. Esto suena muy bien, pero tiene una gran debilidad. Si nos fijamos, tras pasar un trapo sobre una encimera seca, es inevitable ver que deja un rastro de agua que cubre la encimera y este es el gran problema. Es un líquido que ha estado durante horas 'cociéndose' a temperatura ambiente, sirviendo como caldo de cultivo para organismos potencialmente patógenos que pueden poner en un compromiso nuestra salud. En un estudio publicado por Massimiliano Cardinale, Dominik Kaiser, Tillmann Lueders, Sylvia Schnell y Markus Egert, de la Universidad de Furtwangen y del Centro Alemán de Investigación para la Salud Ambiental, descubrieron que había más bacterias patógenas en un estropajo de cocina que en un inodoro típico. De hecho, 5 de las 10 bacterias más comunes resultaron ser "potencialmente patógenas", vamos, peligrosas para nosotros.

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No es de extrañar si tenemos en cuenta que tanto estropajos como bayetas están diseñadas para absorber todo el líquido que puedan. Así limpian. Con ese proceso, lo que también consiguen es atrapar material orgánico capaz de pudrirse y hacer crecer una colonia de bacterias.

Cómo podemos evitarlo

Para limpiar bien sin poner en riesgo la salubridad de nuestra encimera u otro menaje del hogar, deberemos, en la medida de lo posible, usar productos diseñados con ese fin (capaces de atrapar las grasas en su interior) para después volver a limpiar con agua la encimera (y eliminar así los rastros de los disolventes químicos).

Para luchar contra el amasijo de bacterias que resultan ser los estropajos y bayetas, lo ideal es usar uno nuevo cada día. Pero ni somos tan previsores ni podemos dejarnos una auténtica fortuna en mantener armarios llenos de estos objetos. Por ello hay ciertas recomendaciones que pueden alargar su vida útil:

  • Utilizar el microondas. Con dos minutos a máxima potencia eliminaremos la inmensa mayor parte de microorganismos presentes en su interior, pero no todos, con lo que solo será cuestión de tiempo que vuelvan a crecer y a reproducirse.
  • Hervir los trapos. Si los dejamos el tiempo suficiente en una olla con un minúsculo chorro de lejía, podremos eliminar el 99,9% de los gérmenes. El problema que presenta esta solución es que este shock térmico tan prolongado acorta la vida de estos productos. Pero al menos estarán limpios.
  • Utilizar papel. Para fregar los platos esto no será una opción válida, pero el papel de cocina para limpiar encimeras o vitrocerámicas es una opción asequible y que, además, nos asegura mantener limpias todas las superficies de nuestra cocina. Una ventaja, sin duda.

Hay dos conceptos en la teoría totalmente diferentes, pero que en la práctica es muy fácil confundirlos (y nosotros lo hacemos cada dos por tres): no es lo mismo que algo esté limpio a que lo parezca. El ejemplo más importante y en el que nos vamos a centrar hoy es la encimera de nuestra cocina. Tal vez, al hacer la reforma elegimos una de mármol (o versiones más asequibles de este material), de un color uniforme blanca o negra. Sobre ella destaca solo un tipo de suciedad, pero que no lo veamos no significa que no esté ahí.

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