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Ramón Bilbao

Descubriendo el vino

¿Crianza o reserva? La edad marca la diferencia

Por EC Brands

Tendemos a pensar que términos como crianza o reserva nos hablan de la calidad del vino. Y no es necesariamente así. De la mano de Ramón Bilbao te acercamos el mundo del vino español con su proyecto Spanish Wine Academy

En el lenguaje del vino hay términos que se utilizan constantemente sin que a menudo se sepa con certeza qué significan. Es lo que sucede con palabras como crianza, reserva o gran reserva: las vemos en las etiquetas y, de una manera un tanto intuitiva, tendemos a pensar que nos hablan de la calidad del vino. Y no es necesariamente así.

Por eso resulta tan interesante entender qué significan realmente estas palabras, cuándo se pueden utilizar y qué méritos definen al vino que llevan su nombre. En un país como España, vitivinícola por excelencia, merece la pena dedicar unos minutos a aprender las cuestiones esenciales que rodean este ecosistema. En estos videos y de la mano de ‘Spanish Wine Academy’ —un proyecto liderado por Ramón Bilbao que busca acercar la cultura del vino al público en general—, te explicamos los factores esenciales que otorgan calidad a un vino.

Ramón Bilbao Gran Reserva

Una clasificación española

Los términos crianza, reserva o gran reserva no implican por sí mismos calidad. En realidad, y de forma muy general, lo que diferencia un vino joven de un crianza, un reserva o gran reserva es el tiempo de maduración y envejecimiento en la bodega. Es decir, estas palabras nos hablan de la edad de un vino, de los meses que ha pasado en barrica o de los años que ha estado envejeciendo en la bodega.

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Vino joven. Es el vino del año (en algunas zonas se conoce como cosechero). Al terminar la fermentación alcohólica, está listo para ser embotellado.

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Vino crianza. Debe envejecer al menos 24 meses; de ellos, pasará en barrica como mínimo seis, a fin de que la madera le confiera matices y aromas. El resto del tiempo permanecerá en botella sellada, en posición horizontal y en un lugar oscuro.

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Vino reserva. En este caso, el tiempo en barrica se extiende a 12 meses. Después, deberá pasar 24 meses más en botella en las mismas condiciones que las indicadas para los crianza. Se dice que el término reserva procede de Haro, en La Rioja, donde los viticultores se ‘reservaban’ las mejores botellas, las de los mejores años.

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Vino gran reserva. Tiene un tiempo de envejecimiento de cinco años. De ellos, tres los pasará en barrica y el resto en botella.

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También los blancos. Aunque es cierto que la mayoría de los vinos blancos se elaboran con la idea de que se consuman en el año -especialmente en los más comerciales-, no debemos olvidar que hay grandísimos blancos a los que un tiempo más prolongado de maduración en barrica y de envejecimiento dotan de matices, untuosidad y complejidad. Por eso, también tenemos blancos crianza, reserva e, incluso, gran reserva. En ellos, los tiempos de maduración y envejecimiento son ligeramente inferiores a los exigidos para los tintos.

Algo que puede sorprender es que este tipo de clasificación es propia de España, y únicamente aparecerá en los vinos elaborados aquí.

Dos copas de vino servidas en mesa

La selección de la bodega

Si estos términos definen la edad del vino, el tiempo de envejecimiento y maduración, ¿por qué, entonces, tendemos a identificarlos con su calidad? Por la propia selección que hace la bodega: serán los mejores vinos de las mejores añadas los que merezcan más tiempos y esfuerzos, los que puedan despuntar, ganar profundidad y complejidad con el paso del tiempo. De hecho, estas definiciones se utilizan también fuera del ámbito del vino para referirnos a maduraciones de otros alimentos, como el queso y el jamón, e igualmente nos transmiten una idea de calidad.

Ciertamente no parece que vinos de diferentes añadas, procedencias, variedades y características deban compartir siempre el mismo modo y tiempo de envejecimiento. Precisamente por ello, cada vez se tiende más a considerar esta clasificación como un marco de referencia. Después, las distintas denominaciones de origen pueden establecer criterios más estrictos. Es el caso de la DOCa Rioja (denominación de origen calificada), que obliga a que la barrica tenga unas determinadas dimensiones y aumenta el tiempo de maduración para los crianza y los gran reserva. Por otra parte, también hay muchas bodegas que deciden prescindir de estos términos, y dejar que sea su propia marca la que avale su calidad.

Vino en barrica

Cuándo beber cada tipo de vino

Más allá de la norma, la elección de un vino u otro es una cuestión de gustos. En muchos casos primará el tipo de uva o el modo de elaboración por encima del tiempo de envejecimiento. No conviene ser dogmático, y sí resaltar que puede haber excelentes vinos del año, o que uno pueda preferir un determinado crianza sobre un reserva.

También debemos tener en cuenta cómo lo conservamos en casa. Cuándo beberlo es una pregunta que surge a menudo. También si una vez comprado, perderá sus cualidades. Recordando siempre que el vino sufre con los cambios de temperatura, y que conviene mantenerlo en una zona fresca y oscura, hay también unos tiempos recomendados para su consumo.

A pesar de que no existe un criterio estricto, los vinos jóvenes generalmente están ideados para que se beban en los primeros 12 meses (como mucho, dos años), antes de que empiecen a perder sus características. Los de crianza, dentro de los primeros cinco años de haber salido al mercado; los reserva, dentro de los 10 posteriores a su lanzamiento y los de gran reserva en los 15 años siguientes a su comercialización. No obstante, el mejor consejo siempre será el de la bodega: el enólogo es quien conoce su vino a la perfección y quien tendrá el criterio adecuado para indicar cuál es el mejor momento para consumir.