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Cuarentena: latas de conserva. ¿Son seguras? ¿Cuánto duran?
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Cuarentena: latas de conserva. ¿Son seguras? ¿Cuánto duran?

Pueden sacarnos de más de un apuro gastronómico en un día normal y corriente, por lo que ahora, en plena crisis del Covid-19, son más útiles que nunca. Aquí te resolvemos todas las dudas que puedas tener sobre ellas

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Comprar productos frescos no es tan fácil como en cualquier otro momento de nuestras vidas. La demanda se multiplica, la gente cocina mucho más en casa y, como si eso fuera poco, no queremos bajar tanto a la calle para practicar el distanciamiento social, tan recomendado por las autoridades sanitarias para reducir el alcance de esta crisis del coronavirus.

Es por esto que, al margen de la pasta y el arroz, muchos de nosotros nos vamos a dar en las siguientes semanas a las latas de conserva. Normalmente nos las tomamos como si fueran unos deliciosos aperitivos, pero no el plato principal de ningún día. Atún, sardinas, berberechos, pimientos... No son pocos los alimentos que podemos encontrar en los lineales de los supermercados. Pero son mucho más de lo que parecen. A continuación, una guía de cuánto pueden durar, cómo de nutritivas son y los riesgos que puedan tener dependiendo de su estado.

Qué son

Se trata de alimentos precocinados y envasados herméticamente listos para su consumo una vez se abre la lata. El mayor peligro que representan en estado normal se debe a su contenido de sal, que no es mayor que el de la comida que ingerimos todos los días, pero está ahí y deberemos tener cuidado con ella dado que el sodio (como explicábamos en este artículo) aumenta la carga química sobre nuestro sistema cardiovascular, incrementando la tensión sanguínea y el ritmo cardiaco.

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Al margen de esto, las conservas no necesitan apenas aditivos alimentarios, por lo que siempre serán mejores que otros alimentos procesados.

Cuándo caducan

Las conservas son muy duraderas, eso no es ningún misterio. Por supuesto, depende del producto. Por regla general, las conservas de atún podrán durarnos hasta 6 años en nuestra despensa. Durante este tiempo, además, mantendrán todas sus propiedades. Las latas son sometidas siempre a un proceso de esterilización por temperatura, por lo que no habrá organismos vivos en su interior, responsables de las reacciones químicas culpables de la degradación del alimento.

Debemos tener en cuenta que la apertura de las latas expone al producto a las inclemencias del ambiente, entre las que se encuentran la contaminación con bacterias. Esto supone que deben ser refrigeradas o abiertas y consumidas antes de 24 horas.

Cuándo no tomarlas

Mientras las latas estén en perfecto estado no corremos el menor riesgo. El problema es cuando están abolladas, abultadas, rotas, golpeadas... Esto se debe a que el mayor enemigo de las conservas es el aire. Para nosotros puede que sea absolutamente vital, pero si entra dentro de la lata, puede llevar consigo bacterias (o proporcionarles el necesario oxígeno) que pongan en marcha procesos de fermentación dañinos para el alimento y para nosotros.

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El caso más famoso suele darse en las latas de tomate frito y natural triturado. Muy de vez en cuando, nos encontraremos en el supermercado latas de estos productos abombadas. Si ese es el caso, deberemos, en primer lugar, no comprarlas y, en el caso de que no nos hayamos dado cuenta, tirarlas inmediatamente a la basura. Ese abombamiento está producido por las reacciones químicas que lleva a cabo la bacteria Clostridium botulinum, que, aparte de generar gas, produce una toxina llamada botulínica. Esta es capaz de producir una serie de importantes síntomas que incluyen la disminución de la lucidez mental, estreñimiento, debilidad con parálisis, náuseas, visión doble y dificultad respiratoria, que en el peor de los casos puede desembocar en una insuficiencia respiratoria que pondría en riesgo nuestra vida. Dicho de otro modo, si la lata está abombada, no la compres o las comas.

Pero, repetimos, en el caso de que la lata esté en perfectas condiciones, que es lo habitual, supone una apuesta segura.

Comprar productos frescos no es tan fácil como en cualquier otro momento de nuestras vidas. La demanda se multiplica, la gente cocina mucho más en casa y, como si eso fuera poco, no queremos bajar tanto a la calle para practicar el distanciamiento social, tan recomendado por las autoridades sanitarias para reducir el alcance de esta crisis del coronavirus.

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