Todo eran fake news salvo alguna cosa: cómo Sánchez se hizo el harakiri mediático
Tras su espantada del pasado año, Sánchez declaró que esta sería la legislatura del lodo mediático, pero su intento de pertrecharse salió mal: drama con Prisa y a ciegas con Cerdán
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Hay un hilo secreto que une estos cuatro puntos.
1) Noche antes del cerdanazo. Estudios de la Cadena SER. Pensando que no estaba en el aire, a una periodista de El País se le escapa que la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, le ha preguntado cómo conseguir el informe de la UCO sobre Santos Cerdán. El Gobierno está a ciegas en el peor momento.
2) Crónica de El País del mensaje presidencial a la nación tras reventar el caso Cerdán: "Sánchez asegura que no tuvo ningún detalle del informe hasta que se hizo público, lo que muestra que el Gobierno no tiene ningún control, ni siquiera información indirecta, sobre las investigaciones que le afectan, algo inédito en democracia, y que muestra algo que critican muchos en el PSOE, esto es que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no tiene ni siquiera información indirecta de cosas que se hacen en su ministerio".
3) Newsletter irónica de El Mundo Today: "Esta redacción debe entonar el mega culpa por haber confiado en las personas equivocadas. Llevamos años leyendo solamente el diario El País y no ha sido hasta que se ha ido Pepa Bueno [de directora] que ha empezado a salir toda la verdad sobre el Gobierno. Vivíamos en los mundos de Chucky creyendo que pisábamos terreno firme".
4) Abril de 2024. Tras conocer que un juez investiga a su mujer, Pedro Sánchez desaparece varios días del mapa, dice ser un "hombre profundamente enamorado" y (quizá sin ser consciente del todo del alcance de esa estrategia) anuncia que la principal tarea de su Gobierno el resto de legislatura será limpiar las cloacas y combatir las fake news. En otras palabras: las guerras mediáticas engullían lo que quedara de la agenda social. Sánchez ponía el foco en un asunto resbaladizo para su Gobierno (con Ábalos y Cerdán pululando por ahí) y bastante cómodo para la oposición (¿no es más fácil para el PP hablar de jueces y policías que de nuevas medidas sociales a las que oponerse?). También es cierto que, para entonces, al Gobierno le costaba horrores aprobar cada votación en el Congreso; a falta de legislar, pondría toda la energía en defenderse y atacar en la mediosfera. Pero si la estrategia de ir al fango era dudosa, pertrecharse mediáticamente para ello no fue más sencillo. Llegado el momento decisivo (implosión de Cerdán) el Gobierno se ha visto sin información y con el bloque mediático afín... menos afín que nunca.
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El único empoderamiento mediático del Gobierno los últimos meses ha sido TVE, con proliferación de magazines informativos benévolos con el sanchismo y críticos con los excesos de la oposición política y mediática; punzantes con la actualidad y con audiencias destacables. Quitando eso, detrás de la batalla mediática del Gobierno ha habido más improvisación que estrategia. Con metáfora de apagón total incluida: que al Gobierno le estallaran en la cara los manejos de Cerdán, cuando la mitad de los periodistas de España llevaban semanas locos buscando detalles de unos trapis que todo el mundo daba por hechos... menos el Gobierno y sus fans.
Y con imágenes para la historia: Santos Cerdán, en su asiento del Congreso, leyendo en el móvil el informe en el que la UCO le acusaba de delincuente. Muy mal ha tenido que funcionar la maquinaria informativa socialista para que nada ni nadie pudiera evitar esa escena.
"Tras todos los patinazos mediáticos de los socialistas, concluyo es que los fontaneros ya no son lo que eran"
Hecatombe informativa tan gorda que probablemente no solo haya tenido que ver con la incapacidad del ministro Fernando Grande-Marlaska (a Rubalcaba, repiten varias fuentes de este artículo, "no le hubiera pasado esto ni en broma"). También ha jugado un papel la complacencia informativa del Gobierno. Adoptado el "todo son fake news" como política de Estado, el PSOE se creyó su propia propaganda con el caso Cerdán (otro bulo de la derecha). Un Gobierno paralizado, incapaz de hacer control de daños pese a que la caída de Cerdán ha sido un accidente de tráfico a cámara lenta. Un cese discreto de Cerdán, un pinchar el globo para que, cuando el asunto estallara, la conmoción de la opinión pública no se llevara por delante a Sánchez, nada de eso hizo un Gobierno a ciegas, quizá convencido de que todo eran fake news. Todo eran fake news... salvo alguna cosa.
El País lo resumió así este sábado en una crónica: "Sánchez también fue presa de su propia obsesión con la persecución judicial contra el Gobierno y el PSOE… La cúpula... se instaló tanto en la idea de que todas las acusaciones contra ellos eran falsas que, pese a las noticias cada vez más inquietantes sobre Cerdán, el presidente decidió creerle. Además, Sánchez ha demostrado un nivel de desinformación impensable para un presidente del Gobierno. En su entorno insisten en que no supo nada concreto del demoledor informe de casi 500 páginas hasta que no lo publicó la prensa… Por eso, señalan los suyos, medio Gobierno puso la mano en el fuego por Cerdán hasta quemársela entera".
Asonada fallida
Pero el caso más claro del descontrol mediático del Gobierno estos meses —vía tiro en el pie— ha sido encabronar al grupo mediático privado con el que hacía mejores migas, Prisa. Conflicto en el que merece la pena explayarse, pues sintetiza la falta de rumbo del Gobierno para la legislatura del barro mediático.
El pasado 16 de febrero, El País publicó (sin saberlo) un número de colección: una entrevista al presidente de Prisa Media, Carlos Núñez, anunciando que su grupo financiaría la nueva tele que el Gobierno quería licitar (quinto canal privado generalista).
La entrevista causó cierta sorpresa. Hasta entonces, el máximo accionista de Prisa, Joseph Oughourlian, se había mostrado contrario a la tele; un mal negocio, según él, que había lastrado antaño las cuentas del grupo. Como la lógica corporativa indicaba que El País no habría publicado algo así sin pactarlo con la propiedad, muchos dedujeron (por error) que el Gobierno había convencido por fin a Oughourlian de que financiara la tele. Pero no. Oughourlian, al que suponemos escupiendo el café tras leer la entrevista esa mañana, seguía sin querer saber nada de ese asunto. La hora de los mamporros...
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Diez días después de la entrevista en El País, la cabeza de Carlos Núñez rodaba por las escalinatas de Prisa (también la de José Miguel Contreras, director de Contenidos de Prisa, hombre de Moncloa en la compañía y factótum del nuevo canal televisivo, que se presuponía muy afín al Gobierno, y al que la industria había bautizado como "Tele Contreras").
La batalla se desplazó entonces al accionariado de Prisa. Los minoritarios afines al Gobierno/Contreras trataron de desplazar a Oughourlian, que maniobró para afianzar su control. Entre medias, el Gobierno envió a un ministro (máxima prioridad a este asunto) para convencer a accionistas no alineados (Vivendi) de rebelarse contra Oughourlian.
El mal rollo era ya total. Oughourlian había tenido durante mucho tiempo una relación idílica con Pedro Sánchez, con los principales medios del grupo (El País y la Cadena SER) alineados suavemente con el sanchismo, situación lógica para todas las partes. A) Históricamente, Prisa tendía a acomodarse cuando había gobiernos socialistas en Moncloa (con sobresaltos puntuales, como cuando Zapatero osó lanzar un conglomerado mediático progresista para hacerles la competencia (La Sexta, Público…) o cuando Antonio Caño, director de El País durante cuatro años, lo giró hacia el antisanchismo). B) Oughourlian siempre había dicho que él estaba de paso, que en cuanto recuperara la inversión de su fondo (Amber) en Prisa, se iría. Llevarse bien con el Gobierno parecía la mejor manera de facilitar ese horizonte más tarde o más temprano. Pero A) y B) acabarían saltando por los aires. Oughourlian, el inversor convertido en editor por accidente, se iba a poner el traje de editor castizo killer, de los que enredan en los reservados de la Castellana y le hacen la guerra al Gobierno de turno. Un poco por necesidad —Oughourlian sintió que le habían movido la silla con Tele Contreras— pero también por convicción costumbrista. Se dice que Oughourlian le ha cogido poco a poco el gusto a ser editor, a madrileñear, a alternar con la sociedad civil y cultural, a tardear y nochear aquí y allá. El desafío de enfrentarse al Gobierno, por tanto, le pilló vitalmente empoderado.
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Hace unas semanas, un alto directivo oughourlianista de Prisa dejaba caer en algunos corrillos que, a medio plazo, una empresa privada no podía ganarle una guerra a un Gobierno, y que Oughourlian ya estaría tirando la toalla. Poco después, el empresario armenio sacó otra vez la guadaña…
Cien días después de la fatídica entrevista de Núñez, la descabezada era nada menos que Pepa Bueno, directora de El País. Antes habían caído la directora de la Cadena SER, Montserrat Domínguez, y numerosos directivos de Prisa. También se barajó que cayera Àngels Barceló, conductora de Hoy por Hoy, pero finalmente parece que no. "Le han renovado un año más, Ángels se ha subido al barco a tiempo, los días anteriores al informe Cerdán ya subió el tono contra el Gobierno", cuenta una fuente con buenas antenas en los medios.
Casualidad debida a la convulsa coyuntura socialista o cambio de rumbo, el hecho es que desde que Jan Martínez Ahrens sustituyó a Pepa Bueno en la dirección, El País ha apretado más a Sánchez, con una exhaustiva cobertura de la caída de Cerdán, incluyendo alertas de móvil con un tono propio de los medios que el Gobierno llama "fachosfera": Los audios de las mordidas. Ábalos y Koldo sobre dos posibles citas: "A ti te gusta más Ariatna". "No sé , la Carlota se enrolla que te cagas".
Lo nunca visto en Miguel Yuste los últimos años.
"Creo que Pepa Bueno cae porque tenía línea directa con Sánchez, algo que Oughourlian no se podía permitir"
"Oughourlian tenía buena relación con Pepa Bueno, nunca había intervenido en su línea editorial… hasta que pasó lo de la tele. Creo que Pepa cae porque tenía línea directa con Sánchez, algo que Oughourlian, a tortas con el presidente del Gobierno, no se podía permitir a estas alturas", cuenta un periodista de El País que prefiere no dar su nombre.
Con todo y con eso, la duda es si Oughourlian ha ido a la guerra con todas las consecuencias o solo está escalando el conflicto para hacerse respetar (y sacar un mejor precio a una hipotética venta de sus acciones en Prisa). Si la línea de El País y La SER va a sufrir un giro drástico, o solo escaramuzas antisanchistas esporádicas para mantener la tensión.
Habla un periodista con acceso directo a Pepa Bueno durante su mandato en El País:
"No creo que El País vaya a renunciar a su agenda progresista —feminismo, ecologismo, inmigración— pero sí a distanciarse de decisiones gubernamentales concretas y meter el dedo en ciertas llagas del sanchismo".
"Aunque Oughourlian parezca a la ofensiva, cargándose a Pepa Bueno y a Montserrat Domínguez, creo que sobre todo está resistiendo, presionando al máximo para que le compren su parte e irse, más que con planes de establecerse como editor de medios. No creo que ambicione influir en la opinión pública o le apasione especialmente el sector, todas las decisiones que está tomando, hasta las más bestias, tienen que ver con proteger su inversión. Desde dentro de la industria, de hecho, se interpreta que la suya es una situación coyuntural y precaria: varios altos ejecutivos rechazaron estos meses el puesto de CEO del grupo, porque nadie tiene claro hasta cuándo va a estar ahí Oughourlian. Su desafío al Gobierno sería más una demostración de poder —aquí todavía mando yo, este sigue siendo mi juguete— y un mensaje empresarial: si tanto queréis que me vaya, sacad la pasta de debajo de las piedras. Que esa es otra, la falta de músculo financiero del entorno gubernamental para voltear este asunto. Es como si no hubiera dinero en España para comprar Prisa, que podrá tener una deuda pesada, pero sigue siendo un activo poderoso para atraer influencia y favores. El Gobierno no ha logrado convencer todavía a nadie con músculo para comprar Prisa, más allá de colocar a empresarios de segunda fila en el accionariado", zanja.
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Todo por la tele
Si como golpe palaciego la entrevista a Núñez en El País fue torpe, el empeño del Gobierno en parir una tele afín por las buenas o por las malas fue aún más calamitoso para sus intereses. Con el mercado tradicional en contracción por los nuevos hábitos de consumo digital, y con un duopolio televisivo más que asentado (con Antena 3 y Telecinco ganando dinero a espuertas, y Cuatro y La Sexta resistiendo, pero sin ser capaces de superar el 7% de audiencia), una nueva tele privada nacería condenada a perder dinero y sufrir por la audiencia a corto plazo, a ser marginal, en definitiva, lo que limita mucho la influencia política que pudiera tener, no digamos si lo que se pretendía era intervenir en lo que queda de legislatura (el canal sigue sin licitarse y no tiene aún financiación clara detrás, mientras la legislatura cada vez tiene más pinta de acortarse).
Pero el problema no es tanto que el Gobierno fuera a parir un ratón televisivo, como que durante el proceso perdió parte de su control sobre El País y la SER, desencadenó una boda roja en Prisa y dinamitó el frente mediático con el que pretendía sostener una legislatura especialmente convulsa. ¿Todo por Contreras?
"Para ganar unas elecciones tienes que ser bastante más desvergonzado que hace años"
José Miguel Contreras es consejero áulico de Pedro Sánchez, pero antes lo había sido de Felipe González -al que preparó el célebre segundo cara a cara televisivo contra Aznar en 1993- y de Zapatero, con el que dinamizó el lanzamiento de La Sexta. En todas sus aventuras en las Moncloas socialistas, Contreras formó tándem fontaneril con Miguel Barroso —nombre artístico: los Migueles—. Pero, ¡ay!, Barroso, falleció el pasado año, dato importante para explicar el descontrol de la estrategia mediática del Gobierno, según diversas fuentes, que creen que Barroso era mucho más sofisticado que el impulsivo Contreras. "El maestro Yoda tuvo de heredero a Sancho Panza", resume la persona con buenas antenas en los medios.
"Tras todos los patinazos mediáticos de los socialistas, concluyo es que los fontaneros ya no son lo que eran. Hemos pasado de figuras reconocidas como José Enrique Serrano, ex jefe de gabinete de Felipe y Zapatero, fallecido esta semana, a personajes como Cerdán y Conteras, que funcionó mientras vivió Barroso, que sí tenía un interés genuino por la política, el poder y la influencia. El único interés de Conteras, que como fontanero es la mitad de la mitad de Barroso, parece ser hacer todo el negocio posible hasta que la música deje de sonar. Su tele no tenía ningún sentido económico más que para él, como supo ver Oughourlian. Ni siquiera tenía sentido como proyecto editorial para Moncloa, y aun así consiguió colocarla. Es la degradación de la figura del fontanero, ejemplificada por Leire, tonta útil utilizada por todos, a la que llamar fontanera del PSOE quizá sea mucho. Garbanceros que han dedicado su vida al partido. Me lo dijo alguien del PSOE estos días: de un Cerdán solo podían salir cerdanitos", añade.
"La cosa fluía mejor con Barroso, que sabía cuándo apretar y cuándo soltar, cuándo agasajar y cuándo atacar. Entre Contreras y Oughourlian ha habido una falta de sintonía evidente. Hasta que al armenio se le hincharon los cojones. El Gobierno tensó la cuerda hasta romperla. Fue una operación catastrófica. No se entiende que Moncloa tome decisiones más para favorecer a Contreras que por sus propias necesidades mediáticas. ¿Qué necesidad había de romper la baraja para tener una tele residual? ¿Qué necesidad de cabrear a Prisa cuando tenías alineado a El País? ¿Todo eso solo para beneficiar a la camarilla de Contreras? No parece la idea más brillante. Ha sido una estrategia de chichinabo", cuenta un periodista salpicado por los fregados entre Contreras y el Gobierno.
"En cierto modo, yo entiendo la obsesión mediática de Pedro Sánchez, cualquier gobernante la tendría ahora, porque el contexto es el que es: trumpismo y vale todo. Es evidente que para ganar unas elecciones tienes que ser bastante más desvergonzado que hace unos años. La finura, el respeto a los viejos códigos, todo eso se ha acabado. Pero pensar que lo puedes resolver lanzando un canal de TDT de tertulianos alineados, chocando con tu principal aliado mediático e ignorando todas las informaciones en tu contra sobre Cerdán o el que sea, no lo veo", zanja.
Hay un hilo secreto que une estos cuatro puntos.