Cómo revelar verdades incómodas con un archivo, un libro y una armadura
A cargo de Antonio Rubio, el taller de libro de periodismo de investigación del máster de El Confidencial y la Universidad Rey Juan Carlos se celebró durante tres días en el marco de la Feria del Libro de Madrid
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Un minuto puede ser mucho si estás esperando a que cambie el semáforo o a que se desocupe el lavabo. Pero no es nada cuando tienes a Antonio Rubio enfrente retándote a que describas el libro que quieres escribir, y la utilidad pública que ese libro tendría, en menos de 60 segundos.
Tienes semanas o meses, quién sabe si años, pensándolo; puede que creas que ese libro es único, que dará una gran revelación, que cambiará muchas cosas. Pero en ese momento, tus palabras salen como críos que se atropellan entre sí ante el último timbrazo del año escolar. “Este hombre es una leyenda del periodismo de investigación”, piensas, “el que se fajó a revelar la guerra sucia de los GAL, un tipo que ha hecho a asesinos confesar, ¡y yo no logro siquiera sintetizar en frases coherentes lo que se supone que estoy investigando!”
La primera vez sientes que hablas sin decir nada, pero sobre todo que se acaba el condenado minuto cuando apenas has comenzado a plantear el tema. Pero la segunda te sale mejor. Entiendes qué es lo que un equipo de la editorial que lo publicaría necesita oír, dentro de ese instante, y que si en menos de un minuto no eres capaz de darles ganas de saber más, es porque no tienes aún ese libro en tu camino.
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Esa fue una de las muchas cosas que aprendimos de Rubio -aunque él dice que no enseña, sino que sólo comparte— en “Cómo se hace un libro de Periodismo de Investigación”. Este taller, que tuvo su primera edición entre el 2 y el 4 de junio de 2025, fue organizado por el Máster en periodismo de investigación, nuevas narrativas, datos, fact-checking, transparencia e inteligencia artificial de El Confidencial y la Universidad Rey Juan Carlos y la Feria del Libro de Madrid. Tuvo lugar en la Sala Polivalente de la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, a pocos metros de las blancas hileras de casetas de la Feria en el Parque de El Retiro.
Rubio, director del Máster y de este taller, lanzó su reto en dos de las tres mañanas a la media docena de asistentes que fuimos seleccionados, invitándonos siempre a pensar qué tenía de nuevo y de profundo nuestro proyecto, cómo podíamos documentarlo todo hasta el punto de estar protegidos si algún aludido nos querella, y sobre todo, cuál sería el interés público. Nos hizo ver que un libro de periodismo de investigación es, hoy, muchas otras cosas: cada entrevista que hagamos debe quedar grabada no sólo como respaldo sino como material de un futuro pódcast, o hasta una serie documental. En que teníamos que pensar y escribir en planos diversos, desde el close up hasta el gran angular; desarrollar personajes; desplegar escenas. Para convencernos de que una investigación debe tener humanidad, de que debe haber rostros y no sólo datos, citó a Mario Tascón en cuanto a que los datos se olvidan pero las historias no. Y nos invitó a pensar en la tempestividad: en el poder del buen periodismo de investigación para agregar al conocimiento histórico, mirando al ayer desde el presente.
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Rubio suele decir, en sus libros, en sus clases y sus pódcast, que el periodismo necesita tiempo; en estos días aprendí que el tiempo, a su vez, necesita al periodismo, para crear grietas con las que escaparse del presentismo de nuestra era de la atención fugaz y asomarse a las cavidades donde laten las grandes historias y las respuestas a muchas de nuestras preguntas.
Hablando de preguntas, pudimos hacer muchas a un conjunto de profesionales que no suelen estar en el típico taller de periodismo de investigación. Gerardo Reyes, otra leyenda del oficio, nos contó en una videollamada a su oficina en Miami cómo logró al cabo de años de persistencia terminar la biografía no autorizada del magnate colombiano Julio Mario Santodomingo y exponer al testaferro de Nicolás Maduro, un oscuro empresario de Barranquilla llamado Alex Saab. Reyes nos ayudó a entender que no siempre podemos lograrlo todo pero que también hay que saber insistir hasta lograr los testimonios que necesitamos.
El antiguo juez Santiago Torres, un experto español en leyes sobre libertad de expresión, nos explicó cuán protegidos o expuestos podemos estar si publicamos nuestra investigación en España o tiene algo que ver con este país. El editor venezolano Sergio Dahbar contó cómo se las arregla para publicar en una dictadura libros que cuestionan al poder y sus mitologías. Y el editor español, Miguel Ángel García, nos ayudó a entender cómo presentar un proyecto a una casa editorial en este país, y sobre todo cómo no hacerlo.
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Era interesante escuchar y compartir historias de lo que habíamos hecho en nuestras carreras —cómo ganarse la confianza de un hombre muy peligroso, cómo interrogar a quien algunos consideran un dios viviente que no responde a nadie, cómo entrar a una cárcel y ser honesto ante gente que ha hecho fortunas con su propia deshonestidad- mientras dos señoras nos contaban que les habíamos ocupado la sala de su curso semanal de meditación, y en las demás instancias de la antigua Casa de las Fieras los usuarios de la biblioteca ojeaban la prensa o estudiaban para entrar a la universidad. La feria abría sus casetas con esperanza de mucha gente y poco calor. Y nosotros acordábamos seguir en lo nuestro: insistir en contar historias que deben contarse, aunque haya gente que está dispuesta a hacer muchas cosas para que no se cuenten. Y hacerlo bien, con sentido del deber, con disciplina, con método, con cuidado y con conciencia de la inmensidad de recursos de que podemos disponer para dejar en los lectores la incomparable satisfacción de correr la última página de un gran libro.
Ojalá este primer taller se reproduzca y se extienda. Ojalá el periodismo de investigación lo haga también, y se haga más fuerte. El público necesita saber. Nuestro deber es ayudar a que sepa. Pero solo podemos lograrlo si sabemos investigar y narrar. En el viejo, entrañable libro de papel, y en lo que venga. El encuentro ha tenido lugar gracias a la colaboración del club de escritores PEN Internacional, la libería Primera Página y el centro cultural Espacio Late.
* Rafael Osío Cabrices es un periodista y escritor venezolano radicado en Canadá. Su libro más reciente es Venezuela: memorias de un futuro perdido (Catarata, Madrid, 2024)
Un minuto puede ser mucho si estás esperando a que cambie el semáforo o a que se desocupe el lavabo. Pero no es nada cuando tienes a Antonio Rubio enfrente retándote a que describas el libro que quieres escribir, y la utilidad pública que ese libro tendría, en menos de 60 segundos.