Hay un misterio fascinante detrás de cada segundo que vivimos, un pequeño teatro invisible en el que nuestro cerebro es el director y el protagonista. ¿Te has detenido a pensar alguna vez cómo maneja toda la información que nos atraviesa a diario, a cada instante? Cada sensación, cada sonido, cada imagen que nos roza, se convierte en una señal que activa ese mecanismo complejo que llevamos dentro.
Por ejemplo, todo comienza cuando, sin que apenas lo notes, tus ojos perciben algo al borde de tu campo de visión. Puede ser una sombra que se desliza, un insecto que cruza en su danza.
¿Será una libélula? ¿Una mosca revoloteando? ¿Tal vez una avispa?
En ese momento, ni te das cuenta, pero tu percepción, rápida como un relámpago, atrapa ese estímulo en apenas un parpadeo: entre 200 y 500 milisegundos. No pide permiso, no espera tu atención, simplemente actúa.
Es un proceso fugaz que se disipa en cuanto pasa el instante.
Sin embargo, si el bicho sigue zumbando a tu alrededor, como un moscardón, algo cambia. A la percepción le acompaña otro guardián silencioso que trabaja sin descanso: la atención, que es el auténtico filtro que usa nuestro cerebro para no sobrecargar la memoria.
Si estás sumergido en la lectura de un libro, por ejemplo, puede que no te des cuenta de que lo que vuela a tu alrededor no era una inocente libélula, sino la avispa que terminó arruinándote la tarde.
Porque no podemos prestar atención a todo lo que ocurre. Nuestro cerebro es selectivo, deja pasar lo que importa y criba lo que no es relevante.
Es un mecanismo de supervivencia que arrastramos desde hace miles de años, desde aquellos días en que nuestros antepasados miraban atentos la sabana, listos para escapar de cualquier amenaza.
Situación 1. Un nuevo día de trabajo y has dormido poco.
La noche anterior no pudiste descansar bien y hoy te enfrentas a un día de trabajo en el que tus tareas son mecánicas y rutinarias.
Adormilado Agotado
Situación 2. Final de año y muchos proyectos por cerrar.
Es final de año y en tu departamento estáis desbordados de trabajo por el cierre del 2024. Llevas meses atravesando un mal momento familiar y además estás pensando en la organización de estas Navidades y todo lo que conlleva.
Preocupado Estresado
Situación 3. Presentas un proyecto en tu trabajo.
Es el día que presentas tu proyecto. Has descansado bien y estás motivada porque te has preparado el contenido y sientes que está bien estructurado, te sientes confiada. No estás excesivamente nerviosa pero tampoco relajada, estás concentrada. Interactúas de manera efectiva con las personas que escuchan tu exposición y sientes que eres capaz de captar y mantener su atención.
Motivación
Cuando ya hemos percibido el insecto y hemos decidido prestarle atención, viene una gran pregunta: ¿seremos capaces de recordar cómo suena su aleteo? En este punto, debemos hablar en primer lugar de la memoria de trabajo, esa especie de post-it cerebral que decide si lo que acabamos de captar merece nuestra atención.
En ese breve lapso, unos 60 segundos más o menos, nuestra mente procesa la información como si estuviera haciendo malabares. Y te preguntas: ¿Viene esa libélula hacia mi cara o será una avispa que no vi bien? Esta memoria no es infinita, ni mucho menos: solo puede manejar unos pocos elementos cada vez.
Ahora bien, si un insecto rayado te alcanza y te deja un recuerdo doloroso, algo más profundo entra en juego: la memoria a largo plazo, ese archivo interminable donde queda guardado todo lo que atendemos.
Lo que nos duele, lo que amamos, lo que tememos… todo encuentra su espacio. Funciona con asociaciones significativas y por repetición, conectando los puntos invisibles de nuestra experiencia.
Por eso recuerdas ese villancico que aprendiste de pequeño, porque lo cantabas cada Navidad en casa de tus abuelos. O aquella rima que aprendiste sin esfuerzo.
¿Cuántas veces has tenido algo en la punta de la lengua y, por más que lo intentes, no logras sacarlo a la luz? O peor, ¿cuántas veces has perdido el hilo de un pensamiento, como si una puerta se cerrara de golpe en tu mente, y tienes que retroceder paso a paso, buscando la conexión que te llevará de vuelta a lo que querías decir?
Proceso atencional
01. Percepción
Identifica e interpreta la información sensorial de manera automática e involuntaria.
Vista
Oído
Gusto
Olfato
Tacto
Es el ultra corto plazo. Nuestro cerebro capta la información y, acto seguido, la mayoría de esos estímulos se sustituyen por otros.
02. Atención
Recordamos entre cinco y nueve elementos. Solo cuando nuestro cerebro los considera relevantes cuando les presta atención, logran almacenarse.
La atención es el mecanismo cognitivo por el cual nos enfocamos en un conjunto particular de estímulos mientras ignoramos otros.
Para que la atención sea eficiente, tiene que existir un arousal óptimo.
El arousal se refiere al estado de alerta del organismo, que puede variar desde el sueño profundo (nivel bajo) hasta una excitación intensa (nivel alto).
Nuestro nivel de arousal dependerá de los diversos factores internos de cada persona y también de factores externos, como por ejemplo:
a. Estrés y ansiedad
Estas emociones, en exceso, generan distracciones y dificultades para concentrarse.
b. Falta de sueño/estados transitorios
La privación del sueño o el cansancio hace descender la capacidad de atención y tener un menor rendimiento.
c. Estímulos del entorno
Un ambiente ruidoso o con muchas distracciones visuales puede aumentar el nivel de arousal, afectando a la capacidad de concentración.
d. Sesgos cognitivos
Tendemos a fijarnos en informaciones o estímulos que confirman nuestros prejuicios debido al sesgo de confirmación.
e. Estado emocional
Las personas buscan lo que les importa, duele o aterra: buscan congruencia con su estado de ánimo.
03. Memoria de trabajo
Nos permite mantener y manipular información a corto plazo para poder tomar decisiones y resolver problemas.
Tiene una duración limitada: de menos de un minuto si no se repasa.
¿Cuánto dura cada tipo de memoria?
Al igual que en su duración, su capacidad es limitada. Solo podemos retener entre 5 y 9 elementos.
04. Memoria a largo plazo
Es la forma de almacenamiento de información del cerebro.
Responsable de retener recuerdos y conocimientos por un periodo prolongado.
Tiene una capacidad casi infinita.
Fase 01. Captación
Cuando tenías 5 años, en el colegio te enseñaron un villancico tradicional mientras aprendías a tocar la pandereta.
Fase 02. Almacenamiento
Ese villancico que te enseñaron en el cole se lo cantabas a tus abuelos cada Navidad.
Es noviembre y en tu súper de confianza han cambiado el hilo musical: es tiempo de villancicos.
Fase 03. Consolidación
Cada vez que la escuchas en el súper te vas a dormir con el villancico en la cabeza.
Fase 04. Recuperación
Escuchas los acordes de los ‘trends’ navideños en las redes e identificas el villancico… que ahora ha versionado tu cantante favorito y recuperas aquel recuerdo de tu infancia en el que se lo cantabas a tus abuelos.
Entender cómo funciona el proceso atencional nos permite explorar el fascinante proceso que sigue un estímulo desde que es percibido hasta que se convierte en un recuerdo duradero:
Hoy no tememos a leones acechantes, como les pasaba a nuestros antecesores en África, hace miles de años. Pero esa maquinaria sigue ahí, funcionando, haciendo que en este preciso momento estés leyendo estas palabras y, en el fondo, preguntándote cómo tu cerebro, en su maraña de recuerdos y asociaciones, te permite estar tan presente en algo tan aparentemente simple.