Saber de economía sirve para que el mundo sea un lugar distinto. Así al menos lo cree Mónica Martínez Bravo, secretaria general de Inclusión del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. La también profesora del Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI) y doctora en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) se muestra convencida de que la ciencia económica, bien aplicada, puede cambiar la realidad de nuestro entorno.
Martínez Bravo nos recibe en un momento especial: el próximo 21 de mayo, será galardonada en la categoría Economía y Empresas de Mujeres que inspiran el cambio, los galardones con los que El Confidencial reconoce a las mujeres españolas más destacadas en diversos ámbitos. Aprovechando la ocasión, charlamos con ella de su nueva etapa en la función pública, pero, sobre todo, de la economía que nos rodea y la presencia de mujeres en este ámbito.
¿Qué hace que una persona se interese por la economía? Digamos que quizá no es lo más atractivo para muchas personas…
Lo que muchos quieren es entender cómo funciona el mundo. Que se mueve por la economía no se le escapa a nadie, incluso quienes estudian otra cosa se dan cuenta de ello. En mi caso, siempre he pecado un poco de idealista: no solo quería entender cómo funciona, sino también cambiarlo. Y eso pasa por entender la economía. Se ve como la ‘abeja madre’ de otras ciencias sociales, ya que se ha expandido a muchos otros ámbitos (sociología, psicología, ciencia política…) y te proporciona unas herramientas rigurosas para entender el comportamiento humano a partir de los datos, de la evidencia empírica.
Cuando empezó como economista, ¿qué retos tuvo?
Está la dimensión de género, aunque muchas veces esas barreras vienen no al estudiar, sino después: muchas de las compañeras se van, lo ven un sector muy poco tranquilo pese a ser personas brillantes… Y muchos estudios demuestran que la brecha empieza con la maternidad o incluso un poco antes.
Muchos estudios demuestran que la brecha de género empieza con la maternidad o incluso un poco antes
Y en el instituto y la carrera, el principal reto fue la barrera socioeconómica En el discurso de un premio que me dieron, saqué pecho de que muchas personas venimos de entornos humildes, de la España rural y pobre. Un reto fue pensar que yo no podía optar a becas; o que no tienes la capacidad de competir si no tienes el nivel de inglés, si en fines de semana tienes que trabajar, si en tu entorno social tienes problemas… De esto no se habla tanto como del género. Por suerte, del tema de género se habla, pero del contexto socioeconómico no.
¿Hasta qué punto la economía cambia nuestras vidas? Muchas veces pensamos que funciona casi por inercia, sin intervención, pero lo cierto es que hay muchas formas de hacer economía
Aquí distinguiría la economía de la ciencia económica, que te ayuda a entender las decisiones económicas: suben impuestos, bajan impuestos… La ciencia económica muestra que la economía afecta a todo: el crecimiento de un país, de su economía, qué tipo de empresas se crean, qué valor adquisitivo tienen sus ciudadanos… No hay prácticamente nada que sea automático, no podemos ponerlos en el asiento del copiloto.
La economía afecta a todo: el crecimiento de un país, qué tipo de empresas se crean, qué valor adquisitivo tienen sus ciudadanos…
¿Quiénes fueron sus referentes?
Yo llegué al departamento de Economía del MIT y ahí es muy fácil que te surjan referentes, como mi director de tesis, Daron Acemoglu. Me gustó cómo modelizaba la historia económica desde unos modelos sencillos y racionales, ilustrando cómo la democracia a veces falla y eso deriva en peores políticas públicas.
Desde enero de 2024 es secretaria general de Inclusión. ¿Qué tal está siendo esta etapa? ¿Cómo se puede aplicar la economía a la inclusión?
Está siendo muy enriquecedora. Poder ver que tienes la capacidad de poner en práctica muchas cosas que has pensado es una sensación de devolver a la sociedad todo lo que la sociedad ha invertido en ti. Aunque llevo poco aquí, confío en ver pronto los brotes.
El encaje es muy bonito, ya que llevaba dos años trabajando con ellos en el desarrollo de un nuevo modelo, basado en lo empírico de la ciencia económica, y ahora puedo seguir impulsándolo. Es un modelo muy ambicioso.
Antes le preguntaba quiénes habían sido sus referentes. Ahora le doy la vuelta: ¿es consciente de que ahora mismo debe de estar siendo una referente para otras personas?
No sé si soy consciente o no. Algunas personas, como estudiantes de doctorado, especialmente mujeres, me lo han dicho y no me lo termino de creer. Es un honor que alguien se vea reflejado en mi trayectoria. En este mundo, en el que muchas veces hay más desconfianza y escepticismo, es bueno ver que sí puede haber optimismo.
En cualquier caso, es muy importante tener referentes. La evidencia científica demuestra que en Italia, por ejemplo, a los chicos y chicas migrantes les recomienden hacer FP en vez de ir a la universidad pese a tener las mismas notas. Eso hay que combatirlo. No se puede quitarle a la gente la posibilidad de soñar y tener ambición; y eso también se consigue con referentes.
