El hombre más poderoso del campo: "Te puede llenar Castellana de tractores"
Desde hace 34 años, cada sábado, hace madrugar a casi 800.000 españoles. ¿Su fórmula? Un programa para agricultores que no espanta al oyente medio
Sábado, 8:30 de la mañana, campus de Rabanales de la Universidad de Córdoba. En mitad de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, hoy desierta, un señor de mediana edad toca la corneta y pincha música disco. Pero nadie llama a seguridad, porque el señor es César Lumbreras (Adanero, 1955) y lo que está haciendo es arrancar Agropopular, el programa de la radio española que más tiempo ha estado en antena sin cambiar de presentador.
Y allí, todavía sin tomar el primer café, se han reunido las fuerzas vivas de la agricultura y la ganadería cordobesas, además de una serie de autoridades académicas y de simples oyentes. Qué demonios, está hasta la tuna. Lumbreras, de sonrisa bonachona, aprovecha cada corte de publicidad para hacerse fotos y estrechar las manos de quién se le acerca. Algunos le llevan viandas autóctonas y el periodista, amante de "comer un poquito de todo", siempre tiene una frase para demostrar que hace años que tiene la gastronomía española catada y recatada. Y que le encanta.
Pero si Lumbreras se faja bien en las distancias cortas, en las largas es un espectáculo: "Doña Isabel García Tejerina, buenos días". Boom. No han pasado diez minutos desde el cornetazo (en realidad es una chifla de pregonero) y Lumbreras ya tiene a la ministra de Agricultura en directo. Le lanza preguntas secas, al corazón, de las que te aceleran el pulso y no te dejan volver a la cama. Tejerina, conocedora de la situación, responde diligente. Sabe que le está hablando al campo español.
Pregunta: Agropopular está a punto de cumplir 35 años en antena, ¿se le pasó por la cabeza algo así principio?
Respuesta: Recuerdo que empezamos el 28 de julio de 1984. Y no, no esperaba nada, estaba tan preocupado en salvar el primer día, y luego los meses siguientes, que no era capaz de pensar más allá.
P.: ¿Fue un encargo?
R.: No, fue una idea que planteé a Cope y gustó, pero no había dinero. Por suerte surgió el patrocinio de la Confederación de Cajas de Ahorros y pudimos arrancar.
P.: ¿Cómo plantea un licenciado en Políticas de 28 años un programa sobre el campo?
R.: Estaba especializado en Estudios Internacionales y siempre me ha gustado la política exterior. A esto súmale que soy hijo de agricultores, que siempre he tenido vinculación con el mundo agrario, y que empecé a leer con el periódico en la mano.
P.: Fue por entonces cuando la política agraria se trasladó a Europa.
R.: Sí, al principio era la única política comunitaria que nos afectaba directamente. El 80% del presupuesto estaba destinado a agricultura. Entonces se me juntó todo: la política internacional, la agricultura y mi pasión por la información, que me venía desde niño.
P.: Porque su programa es eminentemente político.
R.: Es un programa que habla de lo que les afecta a los agricultores, por eso hay política agraria, pero también se tratan los mercados y la innovación en el sector.
P.: ¿Cómo ha conseguido hacer madrugar a la ministra un sábado?
R.: Es que esta semana la Comisión Europea ha presentado el marco financiero para los próximos siete años. Es la noticia más importante de la década para el campo y era necesario conocer la opinión del Gobierno.
P.: Suena más fácil de lo que es.
Bueno, al menos había que intentarlo. Si sale, sale.
P.: No es la primera vez que tiene a un ministro en Agrocope.
R.: No, y espero que no sea la última.
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No hay más que revisar la fonoteca para comprobar que las intervenciones gubernamentales son decenas. Hace poco un alto cargo del Gobierno confesaba en privado que para dirigir el ministerio de Agricultura no hacía falta saber demasiado, pero sí tener contentos a Pedro Barato, presidente de Asaja, y a César Lumbreras. "Son los únicos que te pueden llenar de tractores la Castellana", explicaba.
En persona, Lumbreras me chista cada vez que le llamo de usted. Más campechano que Juan Carlos. Me recuerda cada poco que mencione al equipo, que son tanto o más importantes que él. Se define como "un vago al que le es imposible ejercer" y reconoce que le encanta trasnochar. Los días que hace el programa apenas duerme: las pocas energías que le quedan las emplea en la locución y en los actos a los que pueda acudir antes de comer. Después, irremisiblemente, cae rendido hasta la noche.
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P.: ¿Tan influyente es?
R.: En absoluto, en mi caso es una completa exageración. Asaja tiene su poder de movilización, porque es una asociación y ese es su papel. Además creo que el poder para influir radica en el BOE, y a esto yo no tengo acceso. Lo que sí tengo es una audiencia amplia y fiel que en buena parte procede del campo.
P.: Usted también tiene capacidad de movilización.
R.: Lo que yo tengo es capacidad de informar a los agricultores para que luego ellos decidan mejor, sobre todo de las decisiones que se toman en la Unión Europea. Y también les doy voz.
P.: ¿Ha llamado alguna vez a la revuelta?
R.: No.
Lo primero que me preguntó Ansón al llegar a ABC fue si era comunista
P.: Sigamos con las señales: lleva usted 35 años en Cope, una radio que ha cambiado de arriba a abajo unas cuantas veces, y nadie ha podido sacarlo de las mañanas del sábado. ¿Eso tampoco es poder?
R.: No necesariamente. Yo siempre hablo de la radio como un coche con dos motores: uno es la mañana y el otro los deportes. Los demás programas somos piezas del coche, que pueden embellecerlo, pero que no sirven de nada si no reciben la fuerza de los motores.
P.: ¿Qué le debe usted a Carlos Herrera, por ejemplo?
R.: Pues que ha arrastrado a muchos oyentes de Onda Cero a Cope, y muchos de ellos ya se quedan.
P.: Me cuentan que José María García, entonces estrella de Cope, pidió su cabeza.
R.: Fue en 2010. La radio me pidió que hiciese un formato para primera hora de la mañana, o a última de la madrugada, que se emitiría durante la repetición de Supergarcía. Yo pregunté si García estaba de acuerdo y me dijeron que sí, así que me puse a hacerlo.
P.: Y García se quejó, incluso en antena. Por entonces era incluso accionista.
R.: Sí, sí.
P.: ¿Y?
R.: (Se encoge de hombros). Pues nada, es yo no tenía nada contra él. Después, cuando nos hemos cruzado, ha sido cordial. Yo a él le reconozco como una de las figuras más importantes que ha tenido Cope. Y no dejé el programa porque a García no le gustase, sino porque yo mismo había puesto el límite de dos años. Después se comenzaba a debatir de nuevo el marco presupuestario de la agricultura y tenía que viajar mucho a Bruselas.
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García no pudo cobrarse la cabeza de Lumbreras porque Agropopular no es una cuota, sino un programa de éxito. En la última ola del Estudio General de Medios congregaron casi 800.000 oyentes, cerca de su máximo histórico y casi duplicando a clásicos de la radio como Ángel Expósito (530.000) o Julia Otero (541.000). Si lo comparamos con último gran fenómeno de las ondas, 'La vida moderna' de la SER (168.000 oyentes), podemos hacernos una idea de la magnitud del programa. Agropopular, escondido en las mañanas del fin de semana, es sistemáticamente el tapado del EGM.
Además de la radio, en la que ya ganó el Ondas por toda su carrera, Lumbreras siempre ha encontrado tiempo para trabajar en un periódico. Concretamente en todos. "En 1983 dejé 'El País' y me ofrecí a' ABC'. ¿Sabes lo primero que me preguntó Ansón en la entrevista? ¡Que si era comunista!" relata divertido. Allí estuvo catorce años, sin contrato y cobrando la pieza a 500 pesetas durante los primeros años. "En el 97 sale Ansón de 'ABC' y le dijo a Pedro Jota que me fiche, que soy el mayor experto de temas agrarios del país". Duró poco tiempo en 'El Mundo', ya que Ansón le recuperó en cuanto fundó 'La Razón'. Y ahí sigue, escribiendo opinión entre semana y haciendo 'trending topic' en Twitter todos los sábados.
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P.: ¿Qué le da a su audiencia?
R.: Información agraria.
P.: Algo más habrá, con eso no retiene a los oyentes de ciudad.
R.: No claro, mi trabajo consiste en encontrar un equilibrio; hay un punto común entre agricultores, ganaderos y ciudadanos, que es comer. Todos tenemos la costumbre de comer tres veces al día. Con esto claro, la idea es no echar al oyente de Cope, que no se aburra, y para eso recurrimos mucho a la música, a hacerle guiños a los temas del programa con canciones.
P.: Hablando de música, me llama mucho la atención la sintonía de arranque. ¿Ha sido siempre la misma?
R.: No, los primeros programas utilicé 'La otra España', de Mocedades, pero decidí cambiarla por otra más animada. La elegida fue ‘España, España’, de Manolo Gas, una versión discotequera de finales de los 70 de una obra clásica del francés Emmanuel Chabrier, que la compuso después de un viaje por España en 1883.
P.: Y para cerrar la misma canción, pero más lenta.
R.: Es un vals que compuso Emile Waldteufel, otro francés, años después de que empezáramos a usarla. ¿Y sabes qué? Esta versión se incluyó en el Concierto de Año Nuevo de Viena en 2016. No creo que haya otro programa de radio que pueda presumir de esto.
P.: Agropopular en el Concierto de Año Nuevo, esto sí que no me lo esperaba.
R.: Cuando me enteré de que se había incluido en el programa me fui para allá. Al día siguiente hicimos el programa desde un oyente que vive allí, salió fenomenal.
P.: ¿Sigue bajando al barro a palpar los problemas del campo?
R.: Todos los fines de semana en mi pueblo y en los programas que hacemos fuera del estudio, que son un montón. Además, en las conferencias que a veces imparto se nota, por las preguntas, que son agricultores.
P.: Desde luego el trabajo de campo le gusta. Ha hecho programas, literalmente, desde casi todo el planeta.
R.: Pues sí. Hemos retransmitido Agropopular desde toda España, incluido el Camino de Santiago desde Huesca. Hemos ido a Nueva Zelanda, a Australia, a Noruega, a Costa Rica... de hecho allí radiamos un terremoto en directo. Además hemos sido el primer programa de la radio española en emitir desde la Antártida. Fuimos a bordo del Hespérides y lo hicimos todo a través de teléfono satélite. Y también lo hemos hecho desde sitios más divertidos.
P.: ¿Más divertidos?
R.: He hecho el programa desde una granja de leche, en el púlpito de una iglesia, en una bodega, subido a una cosechadora... y hace un par de años hice Agropular en la cama de un oyente de Colmenar Viejo. Participaba en los concursos y siempre nos decía que estaba en la cama aún, así que un día le llamé y le dije: "¿Puedo ir a hacer el programa ahí contigo, encamados?". ¡Y aceptó! (ríe).
P.: Hablemos un poco del campo.
R.: Por favor.
P.: ¿Cómo está el campo español?
R.: Adaptándose a los nuevos tiempos, en permanente estado de cambio. Te pongo un ejemplo: si sales de Córdoba por la carretera que va a Málaga, verás que en las tierras que siempre han estado dedicadas al cereal ahora se planta olivo superintensivo por pura rentabilidad. El campo no para de adaptarse al mercado y a las directrices que llegan de Europa.
P.: ¿Le ha favorecido al campo español la entrada en Europa?
R.: Hay casos y casos. El vacuno de leche, por ejemplo, se ha quedado por el camino, pero las frutas y hortalizas o el aceite de oliva han tenido un desarrollo espectacular en los últimos años. Tendemos a hablar de la agricultura y la ganadería como un todo y son negocios muy diferentes. Influye decisivamente el tipo de cultivo o ganado y también la estructura de la propiedad, que es distinta entre regiones.
P.: ¿Cuánto depende nuestra agricultura de Europa?
R.: Muchísimo. Las decisiones no solo se toman en Bruselas, sino que Europa es nuestro principal mercado, el destino de la mayoría de nuestras exportaciones. En algunos sectores casi el 30% de la renta agraria dependen de las ayudas comunitarias. Allí también se negocian los acuerdos comerciales internacionales que influyen decisivamente en nuestra economía.
P.: ¿Ya hemos aprendido a vender la moto?
R.: Hasta hace unos años no prestábamos ninguna atención a la comercialización, nos centrábamos solo en la producción, pero esto está cambiando rápidamente. No obstante, tenemos terreno perdido y nos queda que aprender de italianos, franceses y holandeses. Y también para dentro. Por ponerte un ejemplo, hoy ha sido portada de Le Monde el marco económico de sus agricultores, en concreto abren con las protestas del sector. Aquí no quiero ni mirar dónde hemos puesto esa noticia.
P.: Nos estamos agarrando a ese sindiós de la fruta y la verdura ecológica... ¿esto ha venido para quedarse?
R.: Sí, eso creo yo. Alemania tiene una demanda altísima de estos productos y nosotros estamos óptimamente posicionados para satisfacerla, pero en este aspecto también llevamos retraso. Es un mercado muy, muy rentable.
P.: Otro asunto recurrente en prensa: la xylella. ¿Es para preocuparnos?
R.: Desde luego, porque es una plaga desconocida en España que nadie sabe cómo va a evolucionar. De todos modos tampoco tenemos que entrar en pánico, porque en California conviven con ella hace más de cien años y la tienen perfectamente controlada. Lo que sí pediría a los medios es que no lo llamen "el ébola del olivo", básicamente porque los productores se quejan de que los consumidores les preguntan si van a contraer ébola al comer una aceituna. ¡La xylella ni siquiera es un virus!
P.: Déjeme preguntarle, para terminar, quién ha sido el peor ministro de Agricultura de España.
R.: Carlos Romero, el primer ministro de Agricultura que tuvimos. Seguía muy metido en la idea de clandestinidad que cundía en el PSOE de la época y gestionó desastrosamente el sector, incluyendo algunas negociaciones comunitarias horrendas.
P.: ¿Y el mejor?
R.: Te diré dos: Cañete del PP y Solbes del PSOE. Cañete, sobre todo en su primera etapa, porque se movía muy bien en Bruselas y sacó adelante leyes muy positivas para el sector como la de la cadena alimentaria. Y Solbes porque, además de tener buenísimos contactos también en Bruselas, consiguió organizar el desastre que había montado Romero.
P.: ¿Con el programa tiene alguna expectativa?
R.: Seguir y que nos escuche más gente. Al fin y al cabo, como dije en la gala de los Ondas, estamos a mitad de nuestra carrera.
Sábado, 8:30 de la mañana, campus de Rabanales de la Universidad de Córdoba. En mitad de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, hoy desierta, un señor de mediana edad toca la corneta y pincha música disco. Pero nadie llama a seguridad, porque el señor es César Lumbreras (Adanero, 1955) y lo que está haciendo es arrancar Agropopular, el programa de la radio española que más tiempo ha estado en antena sin cambiar de presentador.