Grupo Godó, niño mimado del pujolismo, recibe cada año 3 millones en subvenciones
Si ha existido algún grupo de comunicación afín al régimen pujolista, ése ha sido el Grupo Godó. Y hoy, igual que ayer, lo es del régimen que azuza Artur Mas
Si ha existido algún grupo de comunicación afín al ‘régimen pujolista’, ese ha sido el Grupo Godó. Y hoy, igual que ayer, lo es del ‘régimen pospujolista’, encarnado en el independentismo que azuza Artur Mas.El Grupo Godó y su buque insignia, el diarioLa Vanguardia, han sido los niños mimados del Gobierno catalán a lo largo del tiempo.
En la actualidad, la Generalitat le otorga ayudas que alcanzan los3 millones en subvenciones directas, además de las decenas de miles de ejemplares diarios comprados y de contratos escondidos entre los pliegues de la Administración. El grupo recibe cada año el equivalente a tres campañas publicitarias de las más importantes del Gobierno. Por si fuera poco, ellos solos han recibido más ayudas públicas que cualquier otro medio, incluido el sempiterno Avui, que no es más que un agujero sin fondo en las arcas públicas.
Al Grupo Godó se le compran diariamente varias decenas de miles de ejemplares de La Vanguardia para repartir gratuitamente en hospitales, universidades, centros oficiales y transportes públicos. Esos ejemplares, por supuesto, los paga la Administración.
Además de adjudicaciones directas de cuantiosas subvenciones, también se beneficia de otras prebendas. Por ejemplo, estableciendo convenios bajo mano para la organización de eventos, de donde el grupo del conde obtiene cientos de miles de euros. O elaborando por encargo suplementos en sus medios (ya sea en La Vanguardia, Mundo Deportivo o secciones especiales en la televisión y las radios del Grupo Godó), que son pagados a precio de oro.
La difícil etapa de Antich
Tradicionalmente, el conde de Godó cultivó la estrategia de estar a bien con el poder. En los últimos años, no obstante, llevó a su imperio hacia un estrecho callejón. Con José Antich en la dirección (conocido como el cronista oficial de Jordi Pujol), La Vanguardia se convirtió en un instrumento en manos del independentismo. La toma de partido, la divulgación de consignas y el escoramiento ideológico provocaron, en buena parte, un desgaste en la credibilidad del buque insignia de Godó. El nombre de Antich, además, sale profusamente en varios informes de los servicios de inteligencia como uno de los hombres de confianza de Jordi Pujol y de Artur Mas.
Aunque subió a la dirección tras el visto bueno del propio José María Aznar, luego, durante los años de socialismo, se desligó oficialmente de los populares y tomó partido descarado por el nacionalismo y, casi exclusivamente, por el nacionalismo de Convergència.
Durante los últimos años, empresarios y políticos se acercaron al conde de Godó con una pregunta reiterativa: “¿Cómo es que mantienes a Antich como director?”. Eran los tiempos de vino y rosas del independentismo, con La Vanguardia abocada a ser la portavoz de las tesis más radicales del nacionalismo. Godó se quejaba: “Es que no me lo puedosacar de encima”. Pesaban, claro, las alianzas tejidas durante décadas y, especialmente, el abultado volumen de adjudicaciones que recibía el grupo.
Antes de llegar Mas al poder, la cúpula del Grupo Godó estudió detalladamente con la dirección de CiU cómo ir desmantelando la televisión y la radio públicas catalanas para que el conde tomase su relevo como grupo de referencia de Cataluña. Así, reforzó las estructuras de 8TV y de RAC1, la emisora godiana. La primera robó a TV3 su estrella mediática, Josep Cuní, que tiene ahora el programa de prime time de la televisión privada. Además, se esperaba externalizar la división de publicidad de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), que teóricamente pasaría a ser adjudicada al Grupo Godó. Un negocio redondo. Para ello, se preparaba un expediente de regulación de empleo que permitiría echar a la calle a más de 1.000 trabajadores de la televisión y la radio públicas.
Ante las presiones del PSC, que amenazó con grandes movilizaciones si esa operación se llevaba a cabo, CiU desistió. Los socialistas firmaron un pacto con CiU por el que apoyaban la investidura de Artur Mas. El único punto bien definido de ese pacto era el mantenimiento de la plantilla de la CCMA. La Vanguardia y el Grupo Godó nunca perdonaron a los socialistas que frustrasen una de las mayores operaciones de su historia y el PSC ha estado, desde entonces, en el punto de mira de los medios del grupo.
La nueva etapa
Finalmente, en las Navidades del 2013, Antich fue destituido y tomó las riendas Màrius Carol, el hasta entonces portavoz del grupo, más moderado. En las primeras semanas ya hubo movimientos en los círculos radicales para iniciar un boicot a La Vanguardia, porque los independentistas consideraban que Carol suponía un golpe de timón que perjudicaba sus intereses.
Desde entonces, Godó ha ido navegando entre dos aguas, pero decantándose siempre hacia el nacionalismo, a pesar de que las tesis que mantiene son ahora más moderadas que hace unos años. El grifo del dinero, sin embargo, no ha dejado de manar. Siguen siendo los niños mimados del pospujolismo.
El grupo de comunicación, además de las subvenciones estructurales que recibe cada año de Presidencia de la Generalitat (en el 2011, fueron más de 700.000 euros; en el 2012, casi 600.000; y en el 2013 fue prácticamente 1 millón de euros), ha sido beneficiado con otras prebendas de escándalo.
En el primer año de gobierno de Artur Mas, recibió 5,5 millones de euros para “la ampliación de la planta de impresión de La Vanguardia”. Y la Generalitat le concedió también 55.000 euros adicionales para “la creación de Ebooks, librería digital de La Vanguardia”. Más escandalosas, sin embargo, resultan otras ayudas bajo mano. A finales del 2011, el expediente 2011051, realizado por “procedimiento negociado sin publicidad por imperiosa urgencia” determinaba una partida de 1.999.828,60 euros para “la inserción de cápsulas y microespacios divulgativos de contenido informativo de interés general para la ciudadanía en 8TV, RAC1 y RAC105”. A finales del 2012, otro contrato similar le aportó a las arcas del conde de Godó 2.077.566,66 euros. Y a primeros del 2013, el Gobierno catalán sobrepasó todos los límites dándole un ‘regalo’ de 2.899.974,94 euros, un escándalo sin precedentes.
Para hacerse una idea, la campaña antiincendios, una de las grandes campañas publicitarias anuales del Gobierno, costó a las arcas públicas sólo 1.500.400 euros en ese ejercicio. Y hay un detalle curioso: todas estas ayudas fueron canalizadas por la compañía Focus Media, que entonces empleaba a un hermano de Artur Mas.
Oscurantismo con las ayudas
El Grupo Godó, pues, se embolsa sólo en subvenciones estructurales unos 3 millones de euros anuales. A ellos habría que añadirles las subvenciones especiales que se hacen tanto a 8TV como a RAC1 y RAC105, a La Vanguardia y a El Mundo Deportivo, teniendo en cuenta que sólo algunos de los suplementos especiales que han publicado sobrepasan el coste de los 100.000 euros.
El Gobierno catalán, sin embargo, resolvió no hacer públicos los contratos con medios de comunicación menores de 100.000 euros. Fue Pasqual Maragall quien había obligado por norma a publicar todas las adjudicaciones y contratos de más de 3.000 euros. El actual Gobierno de Mas, que presume de ser el más transparente de España, resolvió ocultar los contratos de menos de 100.000 euros y así evitar tener que dar explicaciones sobre el chorro de dinero que dilapida en comunicación mientras recorta en servicios sociales.
Si ha existido algún grupo de comunicación afín al ‘régimen pujolista’, ese ha sido el Grupo Godó. Y hoy, igual que ayer, lo es del ‘régimen pospujolista’, encarnado en el independentismo que azuza Artur Mas.El Grupo Godó y su buque insignia, el diarioLa Vanguardia, han sido los niños mimados del Gobierno catalán a lo largo del tiempo.