TVE hace un despliegue sin precedentes en Lisboa a la vez que suplica dinero a Montoro
Cristóbal Montoro asistirá hoy al ingente despliegue de medios de RTVE en Lisboa, días después de recibir la petición de rescate del presidente de la cadena.
Se sentará en su sofá hacia las ocho de la tarde. El ministro de Hacienda, como muchos españoles, se preparará un gin-tonic –o lo que proceda– y sintonizará TVE para ver la final de la Champions League. Y presenciará un inusitado despliegue de medios, profesionales… y dinero. Recordará entonces Cristóbal Montoro como hace apenas días el presidente de la Corporación, Leopoldo González-Echenique, se reunió con él y con la vicepresidenta del Gobierno para reclamar in extremis un rescate económico que salve a una sociedad que camina en el alambre de la quiebra técnica. Para reflexionar.
La casa era ayer un hervidero de comentarios por el 'affaire portugués', sobre todo entre los sindicatos. Las cifras que manejaban no coincidían pero, en cualquier caso, revelaban una movilización sin precedentes. Un representante sindical hablaba de 127 profesionales desplazados. El sindicato SI, por su parte, elevaba la apuesta y contabilizaba 146 enviados especiales al evento. Sin contar los directivos. “Estos sin que podamos especificar, pues hay de todo. Los que van en el dispositivo, los hay que van aparte y los que van con invitación pero pagándose el viaje ellos (…) Hasta hay quienes están en el dispositivo pero no van”, se exponía en un comunicado.
Ante semejante revuelo, la Dirección de RTVE negaba la mayor y se esforzaba por poner las cosas en su sitio. En primer lugar, dejaba el número de trabajadores enviados en 96 –un total de 75 de TVE y 21 de RNE– y explicaba el desfase con los sindicatos por las subcontrataciones hechas sobre el terreno, ajenas al personal de la cadena pública. Del mismo modo, subrayaba que solo cuatro directivos formaban parte de la expedición, insistiendo en que todos ellos desempeñarían labores profesionales. Sotto voce, los ejecutivos de la casa no dudan en expresar su pesar por el tratamiento mediático que se ha dado a un contingente que consideran ajustado.
La casa era ayer un hervidero de comentarios por el 'affaire portugués', sobre todo entre los sindicatos. Las cifras que manejaban no coincidían pero, en cualquier caso, revelaban una movilización sin precedentes
Eso sí, lo que no escondían los gestores de la televisión pública es su afán por sacar los mayores réditos posibles a la “oportunidad única” que supone atesorar esos derechos. Sobre todo en términos de audiencia. “¿Pero cómo no vamos a explotarlos al máximo? La cuota de pantalla que se va a lograr permitirá mejorar considerablemente el share del mes y hasta del año. Lo que se ha buscado con el despliegue es optimizarlos. Por supuesto que merece la pena hacer ese esfuerzo”, aseguraba un ejecutivo, bajo condición del anonimato. Con habilidad y para evitar equívocos, el presidente de la Corporación decidía no acudir a la final.
El mantra de la austeridad
La polémica por el gasto económico que puede provocar esa decisión empresarial se produce apenas un mes después de que el Ministerio de Hacienda, en la madrileña calle Alcalá, acogiera la citada cumbre Montoro-Santamaría-Echenique. Entonces, el capo de la sociedad pública puso sobre la mesa los números rojos que sufre la Corporación y la necesidad de una solución para sus balances. El dueño de la caja le abrió la puerta de un rescate, ya fuera vía crédito extraordinario o ajustes a la financiación. Eso sí, a cambio pidió un plan de eficiencia para dotar de estabilidad a las finanzas de la compañía. Esto es, el mantra del ministro: austeridad, austeridad y más austeridad.
RTVE se defendió ayer del aparente derroche por la Champions League en un comunicado hecho público por la mañana. La empresa aseguraba que el despliegue era “acorde con una final como la que tendrá lugar en Lisboa” y hacía hincapié en el número de horas de programación que se cubrirá con la hoja de ruta planteada. Incluso se insistía en que el personal desplegado es un 50% inferior al de la Copa del Rey de Valencia (160 personas), retransmisión que se prolongó por espacio de nueve horas, la mitad de las previstas en esta final. Incluso en Londres 2011, en la Copa de Europa que el Barcelona ganó al Manchester United, sólo se emitieron 12 horas. Entonces se movilizó a la mitad de efectivos, si bien la subcontratación fue mayor.
La Corporación bordea actualmente la causa de disolución, si es que no está en ella. A 31 de diciembre de 2012, la firma contaba con un capital social 1.510 millones de euros y un patrimonio neto de 934. Las pérdidas de 113 millones en el pasado ejercicio lo dejan en el umbral de los 800 y de la línea roja de los 755 millones, que constituye la mitad del capital social, la quiebra y la necesidad de reducir o inyectar capital. La compañía se salva de milagro en 2013, al beneficiarse de un indulto contable que le permite no imputar para ese fin 380 millones de deterioro de sus inmuebles. De no tomarse medidas, ese límite se rebasará en 2014 y supondrá el cese del Consejo de Administración y la salida del presidente. Si eso pasa, lo de menos será una Champions.
Se sentará en su sofá hacia las ocho de la tarde. El ministro de Hacienda, como muchos españoles, se preparará un gin-tonic –o lo que proceda– y sintonizará TVE para ver la final de la Champions League. Y presenciará un inusitado despliegue de medios, profesionales… y dinero. Recordará entonces Cristóbal Montoro como hace apenas días el presidente de la Corporación, Leopoldo González-Echenique, se reunió con él y con la vicepresidenta del Gobierno para reclamar in extremis un rescate económico que salve a una sociedad que camina en el alambre de la quiebra técnica. Para reflexionar.