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Zapatero atisba el fin de su sueño mediático con la fusión de La Sexta y Antena 3
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AMBOS GRUPOS ACELERAN LOS CONTACTOS PARA SU INTEGRACIÓN

Zapatero atisba el fin de su sueño mediático con la fusión de La Sexta y Antena 3

Dirigentes socialistas de distinto pelaje, alguno especialmente próximo al presidente del Gobierno, preguntan sin recato: “¿Va a caer realmente La Sexta en manos de Antena 3?”.

Foto: Zapatero atisba el fin de su sueño mediático con la fusión de La Sexta y Antena 3
Zapatero atisba el fin de su sueño mediático con la fusión de La Sexta y Antena 3

Dirigentes socialistas de distinto pelaje, alguno especialmente próximo al presidente del Gobierno, preguntan sin recato: “¿Va a caer realmente La Sexta en manos de Antena 3?”. Los que más saben de las negociaciones en marcha, aquellos conscientes de que es cuestión de días, semanas o del temple de Planeta en esperar a que madure la fruta, se encogen de hombros y responden con resignación: “¿Qué puede hacer La Sexta con el panorama audiovisual que ha dejado Zapatero? Para salvar a Prisa ha entregado el abierto y el pago a Berlusconi. Ha hecho un mercado imposible para los operadores más pequeños”. Y apuntan sin morderse la lengua al eterno romance del candidato Rubalcaba con el otrora grupo de los Polanco.

Si la operación finalmente se cierra, Zapatero dejará la Moncloa tras completar un círculo de dudosa coherencia. El Gobierno concedía en 2006 dos nuevas licencias televisivas. El primer agraciado era La Sexta, una apuesta plagada de afines al premier español. En paralelo y para evitar el desaire, el Ejecutivo permitía a Prisa convertir el codificado y de pago Canal+ en el abierto y gratuito Cuatro. Todo en aras de aumentar la oferta de canales y la pluralidad informativa. Un argumento que, visto lo visto, parece hoy una broma pesada. Y es que apenas tres años después, el tándem Zapatero-De la Vega daba marcha atrás y se plegaba a las demandas de las cadenas, que se quejaban de que no había mercado publicitario para tantos players. El plan Lara, que permitía las fusiones entre los medios, abría la senda del duopolio.

La primera boda, el enlace Telecinco-Prisa, es el paradigma de una regulación hecha a la medida de las empresas. Por una parte, Prisa logra vender por unos 500 millones un canal en abierto que hacía solo meses era de pago. De paso, se hace con otros 500 al colocar un 22% de Digital+ a sus nuevos socios italianos. Mil millones del ala que le sirven para hacer un regate a la quiebra: calma a la banca y dulcifica una deuda que supera los 5.000 millones de euros. Por otra, las huestes de Berlusconi, las más saneadas, aprovechan para acaudillar el mercado publicitario, que controlan en un 50%. Sospechan que las condiciones de las autoridades de Competencia apenas les harán cosquillas. No yerran.

Ese mismo día prenavideño de 2009 en que Juan Luis Cebrián y Paolo Vasile se dan la mano, Antena 3 y La Sexta también brindan. No pueden aparecer como un segundo plato. Sin embargo, el tiempo demuestra que los flecos no están resueltos y de ellos nace un culebrón que ahora parece cerrarse. Como publicó ayer El Confidencial, ambos grupos han acercado posturas en las últimas fechas para materializar su fusión. La cadena de Planeta necesita ganar tamaño para competir con Telecinco. De hecho, también había rondado a Unidad Editorial y su múltiplex fantasma ante la resistencia de su amor platónico. La absorción pura y dura de La Sexta finiquitaría la aspiración mediática de Zapatero, que se une a Aznar en el fracaso por articular un espectro de medios afines. Telecinco y Antena 3 retomarían su tiranía.

Entre la mala gestión y el yugo del mercado

“¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”, podrían preguntarse en La Sexta si finalmente tienen que hincar la rodilla. Y una parte de su respuesta puede enlazar legítimamente con la debacle publicitaria que vive el sector, el duopolio en ciernes y hasta con las prebendas llovidas del cielo a Prisa. Sin embargo, otra parte de la reflexión tampoco puede dejar de lado una gestión que ni logró el break-even en el año previsto (2010) ni es probable que lo alcance un año después. “Es muy complicado”, confesaba recientemente a este diario su propio consejero delegado, José Miguel Contreras, con la vista puesta en la menguante publicidad. Una debilidad atribuible sobre todo a los desembolsos de la cadena en derechos deportivos.

La clave estará en las condiciones en que se produzca la integración. El discurso que han mantenido hasta ahora Contreras&Cia. es que no avalarían ninguna operación que les arrebatara el control de la cadena. Sin embargo, cuesta pensar que Antena 3 llegue a acuerdo alguno que implique no mandar o al menos tener la última palabra en la televisión participada por Jaume Roures. Las presiones para los gestores de La Sexta no son pocas. Televisa, su principal accionista con un 40%, ya ha apuntado que busca salidas a su porcentaje. El conjunto de socios, que han invertido 670 millones en un apenas un lustro, llorarían de alegría si hay fumata blanca y empiezan a recuperar parte de ese dinero vía dividendos.

Las condiciones del mercado también han complicado la posición de La Sexta. Durante el primer trimestre, cuando aún no se vislumbraba la gravedad de la crisis publicitaria que arreció en el segundo, la cadena trabajaba en un business plan a cinco años que incluía su salida a bolsa en otoño de 2012. Era el camino para financiar su crecimiento, una vez que sus socios se negaron a inyectar más fondos. Apenas meses después tuvo que aplazar la iniciativa y adoptar un plan B continuista, más contenido en el gasto. Si la deriva acaba con una integración en el proyecto de Lara, La Sexta estaría salvada y el acomodo de sus gestores garantizado. Eso sí, también estaría en las antípodas del proyecto mediático soñado por Zapatero.

Dirigentes socialistas de distinto pelaje, alguno especialmente próximo al presidente del Gobierno, preguntan sin recato: “¿Va a caer realmente La Sexta en manos de Antena 3?”. Los que más saben de las negociaciones en marcha, aquellos conscientes de que es cuestión de días, semanas o del temple de Planeta en esperar a que madure la fruta, se encogen de hombros y responden con resignación: “¿Qué puede hacer La Sexta con el panorama audiovisual que ha dejado Zapatero? Para salvar a Prisa ha entregado el abierto y el pago a Berlusconi. Ha hecho un mercado imposible para los operadores más pequeños”. Y apuntan sin morderse la lengua al eterno romance del candidato Rubalcaba con el otrora grupo de los Polanco.

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