Los reyes Juan Carlos y doña Sofía y su misteriosa nueva relación matrimonial
Era visible que el matrimonio hacía vidas independientes y más desde que Corinna apareció y quiso su lugar en la corte de España. Pero eso ya es historia. ¿Qué está pasando ahora entre los Reyes?
Durante los últimos años la relación afectiva que demostraban los Reyes eméritos en público era prácticamente inexistente. En los actos institucionales don Juan Carlos evitaba los gestos cariñosos y doña Sofía hacía como que no se daba cuenta. Atrás quedaban los malos modos del jefe del Estado que se reflejaban a menudo. Uno de ellos en la escalera de la catedral de Santiago cuando la Reina quiso ayudarle a subir las escaleras: el manotazo real fue tan impactante como el desencuentro con la reina Letizia en Palma.
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Era visible que el matrimonio hacía vidas independientes y más desde que Corinna Larsen entró en escena y quiso su lugar en la corte de España. Las sucesivas entrevistas que concedió la amiga entrañable más las conversaciones que mantuvo con el empresario Villalonga y Villarejo que publicó 'Ok Diario' pusieron a doña Sofía en una situación complicada. La parte buena fue que los ciudadanos la colocaron en un pedestal reconociendo su papel como Reina de España.
A diferencia de Marta Gayá, que siempre fue discreta y con el tiempo se convirtió en la amiga fiel y leal, su homóloga en el afecto de don Juan Carlos se comportó con total resentimiento. Cuenta la leyenda que el dinero fue el motivo del distanciamiento entre ellos. Un préstamo o algo parecido sin solucionar rompió la relación y todo lo demás. Fue entonces cuando el monarca se hizo cargo de la situación y procuró aparecer mas receptivo con su mujer en la agenda común. Decían testigos presenciales que se volvió a dirigir a ella como Sofi, un nombre cariñoso que utilizaba don Juan Carlos cuando se hicieron novios.
Tres versiones distintas
Y doña Sofía aceptó ese cambio de tercio. El viaje de ambos a Sanxenxo el mes pasado fue ese punto de inflexión. Pasaron los dos días bajo el mismo techo en casa de Pedro Campos, el armador del Bribón y el hombre que devolvió la alegría al Rey al ofrecerle una nueva etapa en el mundo de las regatas. Nunca hasta ese momento la Reina se había desplazado a ningún lugar para ver navegar a don Juan Carlos. Ni tan siquiera lo había hecho con su adorado hijo.
Ahora otra vez han aparecido juntos en el club que Rafa Nadal tiene en Mallorca. Es cierto que los eméritos son admiradores del tenista y han acudido siempre que han podido a las finales de Roland Garros. Esta aparición por sorpresa, ya que no formaba parte de la agenda oficial, ha vuelto a colocar al matrimonio en primera línea.
Hay varias versiones para estas puestas en escena por parte de los protagonistas reales. Una tiene que ver con el famoso dicho 'A la vejez, viruelas', ya que ambos están envejeciendo, lo mejor es hacerlo juntos. Una segunda, pero con el mismo perfil: don Juan Carlos se ha percatado de que a sus 82 años lo mejor es volver al redil familiar y dejarse de escapadas afectivas que ya no tienen mucho sentido. Aquí también podría aplicarse el refranero: "Con los años no te vuelves más sabio, sino más egoísta".
Y la tercera interpretación estaría relacionada con la aparición (otra vez ) de Corinna. La Fiscalía ha pedido a la Serious Fraud Office británica poder interrogar a la exprincesa en el marco de las diligencias en las que se investiga el presunto pago de comisiones ilegales en la obra del AVE a La Meca, como informo El Confidencial. Mostrar una unidad familiar pública ante el enemigo exterior podría formar parte de la estrategia mediática.
Doña Sofía habría perdonado a su marido para empezar la última etapa de sus vidas juntos.
Durante los últimos años la relación afectiva que demostraban los Reyes eméritos en público era prácticamente inexistente. En los actos institucionales don Juan Carlos evitaba los gestos cariñosos y doña Sofía hacía como que no se daba cuenta. Atrás quedaban los malos modos del jefe del Estado que se reflejaban a menudo. Uno de ellos en la escalera de la catedral de Santiago cuando la Reina quiso ayudarle a subir las escaleras: el manotazo real fue tan impactante como el desencuentro con la reina Letizia en Palma.