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¿Por qué tenemos agujetas? Ciencia y mitos sobre un dolor tan común como pasajero
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¿Por qué tenemos agujetas? Ciencia y mitos sobre un dolor tan común como pasajero

Ni cristales de ácido láctico ni trucos de agua con azúcar. La evidencia científica ha desmontado las viejas leyendas sobre las agujetas y hoy sabemos que son un proceso natural de adaptación del músculo

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Foto: iStock.

No importa si corres una maratón, te apuntas a una clase de spinning por primera vez o te da por ayudar a un amigo en una mudanza: las agujetas llegan sin avisar y suelen recordarte durante días que quizás te pasaste de entusiasmo. Ese dolor muscular que aparece al día siguiente del esfuerzo y que convierte en epopeya bajar escaleras o levantar los brazos es tan universal como molesto. Pero, ¿sabemos realmente qué son y por qué se producen?

Para aclararlo, hablamos con el Dr. Ángel Ruiz Cotorro, director de Clínica Tenis Teknon (Centro Médico Teknon), que explica que “las agujetas no son más que microlesiones musculares”. Es decir, pequeñas roturas de fibras provocadas por un esfuerzo inhabitual. “Se trata de tensiones mecánicas sobre un músculo que no está acostumbrado, que originan inflamación y, finalmente, regeneración del tejido”, añade. Lo bueno: se curan solas. Lo malo: durante unos días nos obligan a movernos como si tuviéramos 20 años más.

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El término médico para las agujetas es DOMS, siglas de delayed onset muscular soreness, o dolor muscular de aparición tardía. El nombre describe bien su dinámica: no aparece de inmediato, sino al cabo de 12 a 48 horas del esfuerzo. Puede durar de dos a cinco días, aunque en ocasiones se alarga hasta una semana. Además del dolor, a veces llega con una ligera pérdida de movilidad o fuerza.

La leyenda del ácido láctico y el azúcar

Durante años circuló una explicación que hoy sabemos que es falsa: que las agujetas eran cristales de ácido láctico clavados en el músculo como pequeñas agujas. El Dr. Cotorro lo desmiente tajante: “No se ha evidenciado nunca la presencia de cristales de ácido láctico, entre otras cosas porque cristaliza a temperaturas incompatibles con la vida”. Lo que sí ocurre con este compuesto es que se reutiliza rápido como fuente de energía; no permanece acumulado en el músculo durante horas ni días. Así que beber agua con azúcar después de entrenar no tiene ningún efecto milagroso para evitarlas, aunque el mito siga vivo en algunos vestuarios.

Lo importante es entender que se trata de un proceso benigno. Las fibras se rompen, se inflaman y luego se reparan, lo que, de hecho, contribuye a que el músculo se adapte y se haga más resistente. De ahí que los deportistas las consideren casi un ‘peaje’ del progreso físico.

Cómo prevenirlas (en la medida de lo posible)

Las agujetas son casi inevitables cuando hacemos algo nuevo, pero sí se pueden modular, explica el doctor Cotorro:

  • Progresar poco a poco: si aumentamos la intensidad del ejercicio de forma gradual, damos tiempo al músculo para adaptarse.
  • Estiramientos y movilidad: no eliminan las agujetas, pero sí ayudan a mantener flexibles las articulaciones y a mejorar la recuperación.
  • Hidratación adecuada: beber agua suficiente facilita los procesos de reparación. También ayudan las frutas y verduras, que aportan agua, vitaminas y antioxidantes.
  • Nutrición inteligente: alimentos ricos en magnesio (plátano, aguacate, almendras, legumbres), omega 3 (pescado azul, nueces) o vitamina D (lácteos, huevos, marisco, setas) contribuyen a proteger la masa muscular y reducir el riesgo de lesiones.

En caso de que ya hayan aparecido, la primera recomendación es paciencia, ya que las agujetas desaparecen solas. Aun así, hay medidas que pueden aliviar el malestar. En primer lugar, seguir en movimiento con actividad ligera ayuda a mantener la circulación, aunque no está demostrado que acelere la desaparición del dolor. Para aliviarlo se puede aplicar hielo o compresas frías y, en caso de que sea intenso, recurrir a algún analgésico de uso común recomendado por tu médico.

placeholder Dr. Ángel Ruiz Cotorro, director de Clínica Tenis Teknon.
Dr. Ángel Ruiz Cotorro, director de Clínica Tenis Teknon.

En definitiva, las agujetas son la forma que tiene el cuerpo de recordarnos que lo hemos sacado de su rutina y de poner en marcha su mecanismo de adaptación. Son molestas, sí, pero también son parte del proceso de ganar fuerza y resistencia. Y, aunque no hay remedio mágico ni bebida milagrosa que las haga desaparecer, entender qué son y cómo afrontarlas nos ayuda a convivir con ellas sin dramatismos. Como concluye el doctor Cotorro: “Se trata de una lesión benigna; lo más importante es saber que mejorarán con el tiempo y que, en cierto modo, son un signo de que nuestro músculo está trabajando para ser más fuerte”.

El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con la Centro Médico Teknon.

No importa si corres una maratón, te apuntas a una clase de spinning por primera vez o te da por ayudar a un amigo en una mudanza: las agujetas llegan sin avisar y suelen recordarte durante días que quizás te pasaste de entusiasmo. Ese dolor muscular que aparece al día siguiente del esfuerzo y que convierte en epopeya bajar escaleras o levantar los brazos es tan universal como molesto. Pero, ¿sabemos realmente qué son y por qué se producen?

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