Sedentarismo, estrés y mucho 'marketing': ¿por qué la sociedad no para de engordar?
Analizamos con los expertos qué ha pasado para que, desde 1990, la obesidad se haya duplicado entre los adultos de todo el mundo y cuadriplicado entre los adolescentes
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A principios de esta semana se conocían los resultados de la Encuesta Nacional de Salud en España, que dejaba varios titulares como este: la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en adultos ha aumentado desde 1987. De hecho, en ese año, el 45,3% de los hombres y el 33,5% de las mujeres tenían sobrepeso u obesidad y en 2023 las cifras se sitúan en el 62,2% y 48%, respectivamente.
No son los únicos datos que preocupan, la OMS indica que en 2022, una de cada ocho personas en el mundo eran obesas. Desde 1990, la obesidad se ha duplicado "con creces" entre los adultos de todo el mundo y se ha cuatriplicado entre los adolescentes.
Pero, ¿cuál es el motivo de este incremento? Gema Frühbeck, especialista en Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra y del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), conoce bien la problemática. "Las cifras de personas que viven con obesidad se ha ido incrementando de forma continua y alarmante desde 1980, duplicándose e incluso triplicándose en algunos países durante estas últimas décadas", manifiesta a El Confidencial.
"Esto aplica a la categoría de obesidad en general, pero también de forma particular a lo que denominamos obesidad severa. La prevalencia es mayor en mujeres que en hombres y las previsiones para los siguientes años son preocupantes", continúa. Sin embargo, se muestra positiva: "Nunca es tarde para trabajar en ello. El mero hecho de reconocer que se trata de un problema de salud importante, ya es un paso adelante".
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Respecto a qué remedio ponerle, reconoce que no es fácil. "Se trata de una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, por lo que no existe una solución sencilla. Hay que tratar de afrontarlo desde múltiples perspectivas para poder avanzar en encontrar soluciones que sean factibles y realistas. Desde luego, todos los esfuerzos que se hagan deben ser respetuosos con las personas que viven con obesidad, no culpabilizar a nadie y no circunscribirlo a un problema individual de la persona concreta. Es un problema de todos, por lo que debemos involucrarnos todos si queremos encontrar soluciones factibles", reseña.
En concreto, comenta que con la "gran globalización actual" hay muchos países que se encuentran los mismos problemas: "Normalmente, es la confluencia de varios factores la que condiciona el incremento exponencial de la prevalencia. Nuestras vidas son cada vez más exigentes con poco tiempo para poder cuidar de nuestro bienestar físico y emocional de forma adecuada. El entorno urbano tampoco facilita el poder realizar actividad física de forma habitual, mientras que tenemos muchos estímulos que nos invitan a consumir".
Sedentarismo y estrés
Igualmente, piensa que los trabajos se han vuelto cada vez más sedentarios. "Todos los medios a nuestro alrededor hacen que nuestro gasto calórico sea muy inferior al de nuestros abuelos o generaciones previas. En la actualidad, si no te propones de forma activa y decidida hacer actividades concretas para moverte más, estar en forma o hacer ejercicios de fuerza, resulta muy difícil conseguir ese equilibrio entre nuestras responsabilidades laborales, familiares y sociales frente a la abundancia de situaciones que nos encaminan al consumo", asegura.
Acerca del estrés, afirma que la evidencia señala que es uno de los responsables, ya que favorece el desarrollo de ansiedad: "Acaba teniendo impacto en la fisiopatología del control del apetito y del peso corporal". "A eso también debemos añadir la falta de sueño, el dormir menos horas y tener una mala higiene del sueño, que se ha comprobado que contribuye a la ganancia ponderal", aclara.
Algo que tiene claro la experta es que nos falta educación y conocimiento en cuáles son los hábitos saludables. "Somos muy dicotómicos y hacemos planes muy drásticos o restrictivos que se pueden seguir un par de días, pero que a largo plazo no ayudan a conseguir objetivos realistas de forma adecuada. Queremos soluciones rápidas y casi mágicas, cuando el problema es el resultado de muchos años, por lo que resulta preferible ser paciente e ir realizando esos pequeños cambios sin prisa, pero de forma continuada".
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Preguntada por si la dieta que seguimos actualmente en España se puede seguir considerando mediterránea, confiesa que resulta difícil llevar una dieta mediterránea como la de nuestros ancestros a causa de la globalización. "No obstante, sí que podemos intentar seguir su patrón de una forma más general, incluyendo más legumbres y alimentos propios de nuestro entorno. No es solo los alimentos que incluyamos, sino cómo se cocinan lo que puede ser determinante", recalca.
Asimismo, explica que en los últimos años ha cambiado el estudio de la obesidad: "Hemos aprendido mucho sobre la importancia del tejido adiposo, es decir, de la grasa; cómo se comporta, como se vuelve disfuncional y ocasiona todas las complicaciones asociadas a la obesidad. También hemos avanzado en la compleja neurobiología del control del apetito y el peso. Los nuevos fármacos han tomado ventaja de este conocimiento para poder ofrecer fármacos eficaces y seguros, que antes no teníamos".
Publicidad de los alimentos
Por su parte, Jason Halford, profesor de Psicología Biológica y Conductas de Salud en la Universidad de Leeds, menciona los efectos de la publicidad en los hábitos alimentarios. "Las elecciones de alimentos de los niños están relacionados con los anuncios en televisión e internet. Los profesionales del marketing han empleado diversas técnicas para llegar a ellos, entre los que destacan el uso de personajes de dibujos animados, productos relacionados con películas o publicidad que realizan famosos. Generalmente, son de alimentos poco saludables, con alto contenido de grasas, azúcares y sal, es decir, ultraprocesados. La autorregulación de la industria y otras formas de control voluntario han sido ineficaces, y se necesita la intervención de los responsables políticos", expone a este periódico.
"Muchas personas con obesidad la han vivido desde la infancia. Esto se debe a que la obesidad como enfermedad tiene una sólida base biológica, lo que dificulta cambiar el comportamiento. Además, los hábitos son el resultado de un aprendizaje continuo, moldeado por el entorno temprano. Esto no significa que la relación con la comida no pueda cambiar. Pero debemos trabajar para reaprenderla. Y gran parte de ello consiste en encontrar otras cosas, en lugar de la comida, como recompensa o mecanismo de afrontamiento para calmar o aliviar el estado de ánimo", finaliza.
A principios de esta semana se conocían los resultados de la Encuesta Nacional de Salud en España, que dejaba varios titulares como este: la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en adultos ha aumentado desde 1987. De hecho, en ese año, el 45,3% de los hombres y el 33,5% de las mujeres tenían sobrepeso u obesidad y en 2023 las cifras se sitúan en el 62,2% y 48%, respectivamente.