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Comer consciente: ¿la nueva dieta sin esfuerzo?
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Comer consciente: ¿la nueva dieta sin esfuerzo?

Comer consciente o 'mindfull eating' no es una dieta, nos enseña a comer solo mientras el cuerpo tiene hambre y luego dejarlo

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En los últimos años, uno de los temas de salud que más preocupa en los países desarrollados es la epidemia de obesidad. Hace tiempo que el número de personas con sobrepeso en el mundo supera a las que sufren desnutrición. Las consecuencias negativas para la salud son bien conocidas: diabetes, hipercolesterolemia, aumento de problemas cardiovasculares, trastornos osteomusculares por el sobreesfuerzo para las articulaciones, e incluso algunos tipos de cáncer pueden incrementarse por la toxicidad de la comida. Cuando esto ocurre en niños, el problema acompañará al individuo toda la vida, acortando su esperanza de vida.

El exceso de peso azota a todos los estratos de población, pero es más frecuente entre las capas económica, cultural y socialmente más desfavorecidas de la sociedad, porque no pueden permitirse los alimentos que protegen de este problema: proteínas animales de calidad como el pescado, así como frutas y verduras. Por el contrario, debido a la falta de tiempo para cocinar, ya que sufren jornadas extenuantes, y a su menor disponibilidad económica, tienden a comer productos ultraprocesados a base de hidratos de carbono como pizza, patatas fritas, repostería industrial y bebidas carbónicas, o proteínas de baja calidad como nuggets o hamburguesas. En Estados Unidos se ha llamado a este fenómeno la maldición del hidrato de carbono barato. A esto se añade la menor disponibilidad de tiempo y dinero para compensar el problema mediante la realización de actividad física regular, por ejemplo, en gimnasios.

Indudablemente, existen componentes sociales que las políticas nacionales deben cuidar, como facilitar el acceso a comida de calidad de las poblaciones con menor poder adquisitivo, aún más en entornos escolares o laborales. Pero junto a ello, existe también un componente individual. La tendencia de la sociedad actual a no cocinar y, por tanto, a consumir comida preparada; los horarios irregulares y el hábito de comer solos, mientras nos desplazamos a pie o en medios de transporte, hace que no se cuide la calidad de la ingesta.

La forma habitual con la que la mayoría de la gente afronta el problema del sobrepeso es mediante las denominadas dietas de adelgazamiento. Con frecuencia son programas de alimentación saludable, pero en base a pocos ingredientes muy repetitivos y en cantidades medidas, lo que exige una gran fuerza de voluntad para mantenerlas en el tiempo, porque se pierde el disfrute de la comida, uno de nuestros grandes placeres. Este tipo de programas alimenticios se han ridiculizado con el apodo de dietas a base de pechuga-lechuga. Pese a ser ampliamente utilizadas, sobre todo entre mujeres de edades medias, algunas de las cuales pueden mantener este tipo de dietas durante años, los estudios confirman que su eficacia es baja. La razón es que no pueden mantenerse durante años: el individuo se cansa de tanto control y monotonía alimenticia, rompe periódicamente la dieta y, en esos períodos, recupera el peso perdido, o incluso lo aumenta.

Foto: Consulta de nutrición. (Getty Images/David Ryder)

En los últimos años, el fenómeno mindfulness, el entrenamiento en la atención en todos los aspectos de la vida, ha demostrado su eficacia en diferentes enfermedades, como depresión, ansiedad, dolor y otros trastornos relacionados con el estrés, así como en el aumento del bienestar y en el desarrollo de diferentes fortalezas como la curiosidad o la aceptación.

Uno de los desarrollos más interesantes de esta técnica es el llamado mindful eating o comer consciente. No se trata de una dieta, ya que puede ingerirse todo tipo de alimentos sin control de la cantidad. Consiste en hacerse consciente de las sensaciones corporales al comer y de nuestros hábitos automáticos en el proceso de la ingesta. Comer es una acción altamente ritualizada e influenciada por nuestro aprendizaje a lo largo de la vida.

¿Cuántas veces solemos masticar cada bocado? ¿Cuánta cantidad de comida echamos en el plato? ¿Dejamos los cubiertos en la mesa mientras masticamos o siempre los mantenemos en la mano? ¿Podemos dejar comida en el plato o nos sentimos mal si no acabamos con todo? ¿Paramos de comer cuando sentimos cierta plenitud en el estómago o nos gusta seguir comiendo hasta que ya no nos cabe más?

Mindful eating es muy útil para evitar el hambre emocional, el que ocurre cuando no tenemos necesidad de comer, sino que lo hacemos para calmar la ansiedad, el enfado o la sensación de vacío. Nos enseña a comer solo mientras el cuerpo tiene hambre y luego dejarlo. Así nos convertimos en gourmets, ya que degustamos con deleite cada bocado, pero también disfrutamos del bienestar que produce el ayuno o del comer solo cuando realmente tenemos hambre. No es una dieta al uso, no tiene efectos adelgazantes inmediatos, pero a medio plazo nos lleva a nuestro peso ideal, porque solo ingerimos lo que realmente necesita nuestro cuerpo.

En los últimos años, uno de los temas de salud que más preocupa en los países desarrollados es la epidemia de obesidad. Hace tiempo que el número de personas con sobrepeso en el mundo supera a las que sufren desnutrición. Las consecuencias negativas para la salud son bien conocidas: diabetes, hipercolesterolemia, aumento de problemas cardiovasculares, trastornos osteomusculares por el sobreesfuerzo para las articulaciones, e incluso algunos tipos de cáncer pueden incrementarse por la toxicidad de la comida. Cuando esto ocurre en niños, el problema acompañará al individuo toda la vida, acortando su esperanza de vida.

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