El ruido invisible: cómo el sonido moldea nuestra salud y nuestra cultura
La contaminación acústica se considera el segundo mayor riesgo medioambiental para la salud, pero si el silencio externo es importante para la salud física y psicológica, el silencio interno, el de nuestra mente, lo es aún más
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Una de las características que define a las sociedades y culturas y que, a menudo, pasa desapercibida, es su relación con los sonidos y con el ruido. Este fenómeno produce un gran impacto en nuestras vidas, tanto para nuestra salud como respecto a nuestra visión del mundo. No es difícil de creer, por la experiencia diaria que todos tenemos, lo que afirman los expertos sobre que nuestra sociedad actual es la más ruidosa de toda la historia de la Humanidad. Por desgracia, España se encuentra entre los países más ruidosos del mundo, y no tanto porque los latinos seamos chillones comunicándonos, sino por la escasa preocupación de las autoridades por cuidar este aspecto nuclear en la salud de los individuos.
La contaminación acústica se considera el segundo mayor riesgo medioambiental para la salud después de la contaminación atmosférica. Los expertos denominan "paisaje sonoro" al cúmulo de estímulos auditivos que experimentamos los seres vivos en nuestras vidas. Este paisaje, como tantos otros aspectos de la vida humana, cambió a partir de Revolución Industrial, y ha seguido modificándose hasta nuestros días. Así, algunos de los cambios producidos son los siguientes: en la actualidad son más frecuentes los ruidos artificiales o mecánicos que los naturales.
Los urbanitas actuales apenas oímos pájaros, vibración de las hojas de los árboles o insectos, porque el ruidode los coches, de las sirenas de ambulancias, policía o bomberos, o de las fábricas o aviones los ahogan. Son más frecuentes los sonidos continuos que los discontinuos, en coherencia con el punto anterior. Los sonidos naturales aparecen y desaparecen todo el tiempo, mientras que los artificiales se mantienen mientras funciona la máquina que los genera. También parece que los sonidos de baja frecuencia o graves predominan sobre los de alta frecuencia o agudos. Un ejemplo del aumento del ruido base en el mundo es que las sirenas de ambulancia o de policía han tenido que aumentar su intensidad 20 decibelios en los últimos 40 años, para ser oídas en un entorno estructuralmente más ruidoso.
Históricamente, los seres humanos siempre nos hemos quejado del ruido. En la antigua Roma, varios escritores. como Juvenal, se quejaban de que la urbe, que llego a contar con un millón de habitantes, «nunca dormía» y el ruido nocturno de las caballerías transportando mercancías era insoportable. En la Edad Media, el ruido más desagradable era el de los herreros trabajando, y se tendía a desplazarlos a las afueras de la ciudad. En épocas más modernas, el poeta alemán Schopenhauer no toleraba el ruido de los látigos de los cocheros a sus caballos, ni el novelista británico Dickens la música callejera del Londres victoriano. Es posible que, ahora, estos ruidos nos pareciesen menores si viviésemos al lado de un aeropuerto.
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Los efectos adversos del ruido son múltiples y la Organización Mundial de la Salud alerta de ello. Existen riesgos directos, como la pérdida de audición o los acufenos, cuando se está expuesto de forma crónica a niveles elevados de ruido. Actualmente, la normativa de salud laboral previene eficazmente este tipo de enfermedades profesionales, ya que ocurren, casi exclusivamente, en el entorno del trabajo. Sin embargo, los riesgos no auditivos, producidos en la población general debido a la exposición crónica a niveles más bajos de ruido, son más difíciles de prevenir e, incluso, de detectar, ya que el cuerpo genera respuestas hormonales y neuroendocrinas que no percibimos.
Las consecuencias pueden ser psicológicas, como el insomnio, la ansiedad o la depresión, e incluso se habla de alteraciones en el desarrollo cognitivo cuando los afectados son niños. También se asociaría a enfermedades médicas como obesidad, diabetes o enfermedades cardiorrespiratorias. Cuando el efecto ocurre en madres embarazadas facilitaría el parto prematuro y el bajo peso al nacer. Hay otras múltiples alteraciones que se están estudiando y que podrían también deberse al ruido. Por tanto, uno de los mecanismos naturales para aumentar el bienestar físico y psicológico es el silencio externo, algo que solo puede asociarse a la naturaleza, no a la vida urbana. Y a una naturaleza donde la densidad de población sea baja. El silencio es un indicador de calidad de un paraje natural. Una de las zonas de nuestro país privilegiada en este sentido es la llamada Laponia española (zonas de Guadalajara, Teruel o Cuenca, entre otras) que han conseguido un reconocimiento internacional como una de las zonas más silenciosas del mundo.
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Pero no olvidemos algo: aunque el silencio externo es importante para la salud física y psicológica, el silencio interno, el de nuestra mente, lo es aún más. Por eso, deberíamos incluir en nuestra rutina diaria técnicas como la meditación, el yoga u otras disciplinas mente-cuerpo como el taichi o e chi-kung. Con esta conjugación de ambos silencios los beneficios serían máximos.
Una de las características que define a las sociedades y culturas y que, a menudo, pasa desapercibida, es su relación con los sonidos y con el ruido. Este fenómeno produce un gran impacto en nuestras vidas, tanto para nuestra salud como respecto a nuestra visión del mundo. No es difícil de creer, por la experiencia diaria que todos tenemos, lo que afirman los expertos sobre que nuestra sociedad actual es la más ruidosa de toda la historia de la Humanidad. Por desgracia, España se encuentra entre los países más ruidosos del mundo, y no tanto porque los latinos seamos chillones comunicándonos, sino por la escasa preocupación de las autoridades por cuidar este aspecto nuclear en la salud de los individuos.