Atrás quedan las salas de espera de los centros de salud repletas de personas mayores que acudían a su médico de cabecera para controlar patologías crónicas y los achaques propios de la edad. Desde hace cuatro años la estampa es diferente: la tercera edad sigue acudiendo, pero ya no es la mayoría. Ahora el 70% de los pacientes tiene menos de 45 años y además, con unas características propias que les hacen acudir a consulta hasta en tres ocasiones, lo que conlleva sobrecarga asistencial.
Así lo explica Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), quien incide en que no es una tendencia que corresponda únicamente a ciertos lugares, sino que es generalizada. "Se ha dejado de tener pacientes cuyo motivo principal era la cronicidad para tener un perfil muchísimo más joven, nacidos a partir de los 80 en adelante. En las guardias, también se ven muchísimos niños", afirma.
Además, este grupo demanda una asistencia "muy inmediata ante patología mínimamente sintomática o de un inicio muy precoz". Por tanto, requieren rapidez y una atención medicalizada "más urgente", con una pronta recuperación de muchas patologías que a veces ni siquiera se han manifestado completamente, según relata el especialista.
"Ahora es una patología generalmente aguda y en muchos casos con una sintomatología inespecífica por lo temprano que se produce la consulta médica. Esto lo que hace que otra de las características de este perfil sea la hiperfrecuenciación. Acuden tan temprano que lo que obligan es a una consulta inicial; 48 horas después, otra segunda porque los síntomas se han hecho más específicos e incluso generan una tercera porque no avanzan lo rápido que necesitaban que fuese la mejora de la enfermedad", sostiene.
Todo esto conlleva una sobrecarga "con unas dimensiones tremendas" al incrementar el volumen de consultas. En un plazo de 10 años se han duplicado las consultas en cualquier lugar de Atención Primaria, independientemente del número de médicos o de que se tenga que doblar o hacer el trabajo de dos o más compañeros, tal y como denuncia este médico. Un ejemplo práctico es que el día antes de la charla con este periódico atendió a 60 pacientes. Además, esta sobrecarga está relacionada directamente con una "escasa" dedicación al paciente que lo precisa y "muy pocos minutos" para ellos.
Por ello, insiste en la necesidad de la educación sanitaria para inculcarles a los jóvenes que son "eminentemente saludables" y que no deberían estar pendientes de cualquier cosa que les surja, para no considerar el mínimo síntoma como una alteración de su salud, tal y como sostiene. Además, si continúa así la situación se trasladará a las próximas generaciones: "Muchas veces vienen por ellos mismos, pero en unos años seguirán acudiendo por ellos y por sus hijos".
Esta tendencia comenzó a raíz de la pandemia por covid. "Es un aspecto generalizado y propio de las generaciones más jóvenes, el considerar la salud no como un bien a prevenir. Aunque hay de todo, no siempre utilizan buenos hábitos saludables de sueño, de alimentación o de actividad física. En cambio, la necesidad de una atención sanitaria para que les dé un determinado bienestar porque se sienten mal, sí que es una prioridad absoluta", comenta.
Otra tendencia en jóvenes: la automedicación
De manera paralela, aunque no como consecuencia, cada vez se está asentando más otra práctica entre esta población, como es la automedicación. "Son dos cosas que ocurren con mucha frecuencia: los jóvenes se automedican, pero a la vez consultan mucho. Es decir, no les impide que tengan que solicitar una asistencia médica para ver si lo están haciendo bien o necesitan un cambio", relata.
Este año se ha publicado un estudio que refleja que el 38,6% de los españoles se automedica, una cifra que aumenta por cuarto año consecutivo. Cala especialmente entre las personas de 18 a 25 años, pues un 52,2% de estos siguen esta tendencia. "Analizando por perfiles sociodemográficos qué síntomas intentan aliviar con automedicación, se observa una mayor diferencia respecto a la media en el uso de preparados entre los jóvenes para tratar cuestiones psicológicas (27,1%) y dolencias crónicas o habituales (19,7%)", recoge el estudio de Aegon. Además, este grupo es el que más consume ansiolíticos y antidepresivos, un 24,7%.
Atrás quedan las salas de espera de los centros de salud repletas de personas mayores que acudían a su médico de cabecera para controlar patologías crónicas y los achaques propios de la edad. Desde hace cuatro años la estampa es diferente: la tercera edad sigue acudiendo, pero ya no es la mayoría. Ahora el 70% de los pacientes tiene menos de 45 años y además, con unas características propias que les hacen acudir a consulta hasta en tres ocasiones, lo que conlleva sobrecarga asistencial.