Así cuidaron los preneandertales de Benjamina, el primer caso de discapacidad datado en el mundo
Cuando comenzó la campaña de excavación en 2001, ninguno de los paleontólogos e investigadores esperaba encontrar a Benjamina en la Sima de los Huesos del yacimiento de Atapuerca
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La semana pasada comenzó la campaña de excavaciones en los yacimientos de Atapuerca. Es la número 46 y los investigadores tienen gran parte de las expectativas puestas en el nivel TD6 de la Gran Dolina, una enorme cueva en la que desde la década de los noventa se han encontrado fósiles de jaguares, bisontes y osos.
Aunque será complicado superar los hallazgos del verano de 2001, año en el que se encontraron los restos de al menos 29 individuos de ambos sexos, desde preadolescentes hasta individuos de edad avanzada, en la Sima de los Huesos.
Llamó la atención un cráneo, que parecía de niño y tenía alguna peculiaridad. Fue en el laboratorio cuando lo dataron en mínimo 530.000 años de antigüedad y lo apodaron Benjamina.
Ana Gracia Téllez, profesora en la Universidad de Alcalá y miembro del equipo de investigación de Atapuerca, vivió en primera persona este descubrimiento: "Fue bastante raro que saliera un cráneo tan completo. Estaba muy roto, como todos los huesos de esta colección, pero se veía que era una bóveda craneal bastante entera".
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El próximo paso fue aplicarle el tratamiento correspondiente: "Lo secamos a temperatura ambiente en un laboratorio que estaba en condiciones similares a la propia cueva, para que no hubiera cambios bruscos. Después, lo lavamos y se desintegró en mil trocitos, pero las fracturas eran limpias y encajaban bien. A partir de ahí, fue cuestión de paciencia para armar el puzle. Yo reconstruí la parte delantera y mi compañero, Ignacio, la trasera. Ahí nos dimos cuenta de que era particular".
En ese momento, se hicieron mil preguntas: ¿Qué hacía un cráneo con una frente como la de un Homo sapiens? ¿Cómo lo interpretaban? Tras muchas horas de estudio, se dieron cuenta de que el cráneo tenía una sutura craneal soldada antes de tiempo: "Eso había provocado la malformación". En concreto, interpretaron que se trataba de una niña preneandertal que tenía alrededor de los diez años en el momento de la muerte. Benjamina se convirtió así en la niña con discapacidad más antigua datada en el mundo.
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"El cerebro termina de crecer muy pronto en esta especie, sabíamos que no era adulto porque no tenía desarrollado completamente el reborde óseo sobre las órbitas ni el grosor de las paredes del cráneo. Tenía más de 7 años porque es el momento en el que el encéfalo llega a su máximo tamaño", cuenta Gracia a este periódico.
Craneosinostosis
Tras muchos años de investigación, en febrero de 2009 se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el artículo científico que explicaba la dolencia de Benjamina.
Gracias a la paleopatología que estudia las enfermedades del pasado, se supo que la niña padeció craneosinostosis. Esta enfermedad es un defecto en el cual una o más suturas de la cabeza del bebé se cierran antes de lo normal. Esto provoca en el bebé una forma anormal de la cabeza, lo que puede limitar el crecimiento del cerebro.
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Lo que les llamó la atención a los investigadores fue que la tribu acompañó a Benjamina hasta el momento de su muerte: "A día de hoy es tan infrecuente que se engloba dentro de las enfermedades raras. Imagínate en el Pleistoceno medio. Nos quedamos de piedra con el descubrimiento. En concreto, la patología de Benjamina produce un tipo de deformación que se conoce como plagiocefalia (una malformación asimétrica de la cabeza)".
La investigadora asegura que cuando se detecta esta patología en países desarrollados en recién nacidos, se opera antes del tercer mes de vida: "Puede producir lesiones craneoencefálicas y psicomotrices importantes. No hay documentación de cómo evoluciona una persona sin tratar, porque en el tercer y cuarto mundo, donde no es operable, no están para hacer investigaciones. Por eso, fue muy difícil encontrar datos sobre cómo puede crecer una persona con la enfermedad".
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Por ese motivo, Gracia centró la investigación en qué lesiones podían producir la craneosinostosis. Para ello, distinguió entre una enfermedad congénita de genética, para saber si la dolencia ya estaba presente en el momento en el que nació Benjamina: "El parietal izquierdo estaba soldado al hueso occipital en esta niña. Lo que hice fue localizar el punto donde comenzó la unión, calculando el tamaño del parietal al empezar a soldarse. La estimación fue que Benjamina nació con esta patología porque la desarrolló en la semana 28 de gestación".
De esta manera, descartaron una causa genética: "Estos síndromes siempre producen fusión de más de una sutura y no era el caso. El siguiente motivo podría ser metabólico, encontramos signos de anemia, probablemente por malnutrición, pero eso no provoca fusión temprana de las suturas del cráneo. Solo nos quedaba la causa traumática, que es la que consideramos que ocurrió. Abarca desde que la madre embarazada se diera un golpe, hubiera un embarazo gemelar conflictivo, falta de líquido amniótico o tortícolis congénita, entre otras. No sabemos el origen, pero sí que sobrevivió hasta los 10 años".
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Asimismo, añade que la patología provoca lesiones y en el encéfalo de esta niña observaron algunas: "Cuadrarían con tener la presión intracraneal elevada y esto demostraría que tenía algún tipo de retraso psicomotor. Con estas condiciones, en una población nómada de cazadores-recolectores, tenían que arrastrar, entre comillas o literal, a una niña de 10 años. Esto significa que no solo recibió el cuidado de los padres, sino de todo el grupo. Decidieron ayudarla para que saliera adelante. Por eso la bautizamos Benjamina, porque en hebreo quiere decir ‘la más querida’. ¿Hay algo más humano que elegir querer a alguien? Es una historia muy bonita".
Gracias al estudio, Ana Gracia se hizo experta en craneosinostosis. "Dediqué siete años a su estudio. Ahora puedo ir a congresos porque estoy muy puesta", bromea. "Mis pacientes afortunadamente han fallecido hace mucho y no hay un juicio detrás presionando, como le puede pasar a un forense. Me pude tomar todo el tiempo del mundo para estudiarlo", afirma.
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Además, recalca que no fue el único hallazgo con señales de discapacidad. La Pelvis Elvis, que se descubrió en 1994, pertenecía a un individuo de unos 45 años y presentaba lesiones que limitaban su movilidad. "Empiezas a ver un grupo de seres con problemas de algún tipo que por sí mismas no hubieran sido capaces de sobrevivir. Esto implica una alta cohesión del grupo", insiste la experta.
También comenta Gracia que esto tiene implicaciones importantes desde el punto de vista evolutivo: Darwin dejó escrito que los individuos altruistas tendrían más probabilidad de supervivencia en una selección entre grupos: "Si esto está determinado genéticamente, implicaría otro tipo de nivel de selección distinta de la natural y la sexual, sería la selección a nivel de grupo. Darwin planteó la hipótesis, pero no llegó a demostrarla", concluye.
La semana pasada comenzó la campaña de excavaciones en los yacimientos de Atapuerca. Es la número 46 y los investigadores tienen gran parte de las expectativas puestas en el nivel TD6 de la Gran Dolina, una enorme cueva en la que desde la década de los noventa se han encontrado fósiles de jaguares, bisontes y osos.