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¿Oyes los coches desde casa? Por primera vez sabemos cómo te afecta el ruido del tráfico
  1. Bienestar
La mayoría de grandes ciudades lo sufren

¿Oyes los coches desde casa? Por primera vez sabemos cómo te afecta el ruido del tráfico

Un estudio acaba de demostrar que el sonido de los coches, por sí solo, aumenta la tensión arterial, elevando el riesgo de infarto e ictus. Y cuanto más cerca estemos de la carretera, peor para la salud

Foto: El ruido de la carretera eleva la presión arterial. (iStock)
El ruido de la carretera eleva la presión arterial. (iStock)

El ruido es el gran contaminante invisible del mundo. A pesar de que no podamos verlo, es una amenaza para la salud, ya que pasa una elevada factura en forma de enfermedades y fallecimientos. Esto no va solo de problemas auditivos, sino que la contaminación acústica excesiva provoca 12.000 muertes prematuras cada año en Europa, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

Uno de los ruidos por excelencia a los que está expuesta la población española es el tráfico. Un informe del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) destaca que, en la mayoría de ciudades grandes de nuestro país, más del 80% de los ciudadanos está expuesto a niveles de ruido de carreteras por encima de lo recomendado por la OMS: Bilbao (94,1%), Málaga (90,6%), Sevilla (88,7%), Las Palmas (86,8%), Valencia (86,4%) Barcelona (83,4%), Palma de Mallorca (82,5%), Zaragoza (79,2%), Murcia (54%) y Madrid (43,8%).

Un nuevo estudio, publicado este miércoles en JACC: Advances, ha confirmado que el exceso de ruido vinculado al tráfico –al que están expuestos gran parte de los españoles– eleva la presión arterial. Por lo tanto, si vives cerca de una carretera muy transitada con el sonido constante de motores, cláxones y sirenas de emergencias, tu tensión podría estar subiendo.

Foto: ¿La contaminación del aire por el tráfico aumenta el riesgo de demencia? (EFE/Diego Azubel)

Estudios anteriores habían demostrado la existencia de una relación entre el ruido del tráfico rodado y un mayor riesgo de hipertensión. Sin embargo, faltaban pruebas sólidas y no estaba claro si el ruido o la contaminación atmosférica desempeñaban un papel más importante. La nueva investigación demuestra que es la propia exposición al ruido del tráfico rodado la que puede elevar el riesgo de hipertensión.

Los estudios anteriores sobre el tema eran transversales, es decir, mostraban que el ruido del tráfico y la hipertensión estaban relacionados, pero no conseguían demostrar una relación causal. Para el nuevo trabajo, los investigadores realizaron un estudio prospectivo con datos del Biobanco del Reino Unido que analizaba los resultados de salud a lo largo del tiempo. Para ello, analizaron los datos de más de 240.000 personas (de 40 a 69 años) que empezaron sin hipertensión. Calcularon el ruido del tráfico rodado basándose en la dirección residencial y en el Método Común de Evaluación del Ruido, una herramienta europea de modelización.

Más tensión arterial cuanto más ruido

Utilizando datos de seguimiento durante una media de 8,1 años, observaron cuántas personas desarrollaron hipertensión. No solo descubrieron que las personas que vivían cerca del ruido del tráfico tenían más probabilidades de desarrollar hipertensión, sino que el riesgo aumentaba en función de la "dosis" de ruido.

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Foto: iStock.

Estas asociaciones se mantuvieron incluso cuando los investigadores ajustaron la exposición a partículas finas y dióxido de nitrógeno. Sin embargo, las personas muy expuestas tanto al ruido del tráfico como a la contaminación atmosférica presentaban el mayor riesgo de hipertensión, lo que demuestra que la contaminación atmosférica también influye.

"El ruido del tráfico y la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico coexisten a nuestro alrededor", señala el autor principal del estudio, Jing Huang. "Es esencial explorar los efectos independientes del ruido del tráfico rodado, en lugar del entorno completo", añade el profesor del Departamento de Ciencias de la Salud Ocupacional y Medioambiental de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Pekín (China).

Foto: Un día más en una de las ciudades más ruidosas del mundo, Nueva York. (iStock)

Huang considera que los resultados del análisis pueden servir de apoyo a las medidas de salud pública, ya que confirman que la exposición al ruido del tráfico es perjudicial para nuestra presión arterial. La elaboración de políticas puede aliviar los efectos adversos del ruido del tráfico como esfuerzo social, por ejemplo estableciendo directrices más estrictas sobre el ruido y su cumplimiento, mejorando las condiciones de las carreteras y el diseño urbano, e invirtiendo en tecnología avanzada para vehículos más silenciosos.

Infarto, ictus o daño renal

Un aumento considerable de la presión arterial puede tener consecuencias muy graves para la salud. Si se llega a tener hipertensión, las complicaciones dependen del control que se haya hecho de esta o de que se asocie a otras enfermedades, principalmente metabólicas. Desde la Clínica Universidad de Navarra explican cómo puede afectar a las distintas partes del cuerpo:

A nivel cardiaco, aumenta el grosor de la pared del ventrículo y aparece cierta rigidez que dificulta su llenado, comprometiendo ambas alteraciones la irrigación del músculo miocárdico. Esta situación favorece, junto a un deterioro de las coronarias, la aparición de enfermedades isquémicas (angina de pecho, infarto de miocardio...).

Foto: Foto: iStock.

En el riñón se deterioran las arterias que lo riegan, generándose isquemia de sus unidades funcionales (nefronas), que, junto a la hipertensión transmitida a dichas unidades, genera una destrucción progresiva e irreversible. Esta hiperpresión favorecerá un aumento de eliminación de proteínas por la orina, que podrá valorarse como marcador de daño renal.

En el sistema nervioso central se pueden producir enfermedades derivadas de fenómenos trombóticos (infartos cerebrales de forma episódica o crónica, pudiendo llevar a una situación de demencia) o hemorrágicos (hemorragias cerebrales). Estas enfermedades dan lugar a una gran morbilidad por la repercusión que tienen sobre el paciente.

Finalmente, el daño vascular que genera la hipertensión arterial puede dar lugar a enfermedades derivadas de una mala perfusión que pueden afectar a cualquier territorio (intestino, extremidades, ojos, etc).

El ruido es el gran contaminante invisible del mundo. A pesar de que no podamos verlo, es una amenaza para la salud, ya que pasa una elevada factura en forma de enfermedades y fallecimientos. Esto no va solo de problemas auditivos, sino que la contaminación acústica excesiva provoca 12.000 muertes prematuras cada año en Europa, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

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